'Manual para señoritas', el 'Bridgerton' español de Netflix que apuesta por el gamberrismo con un recurso poco visto

Netflix amortiza las flechas de Cupido con el estreno, este viernes 28 de marzo, de Manual para señoritas, su nueva comedia romántica de época protagonizada por Nadia de Santiago y Álvaro Mel. Un 'cuento' ambientado en el Madrid de 1880 que pone a las mujeres al frente de la historia con un tono pícaro que roza el exceso, y que va de menos a más con su original receta para conquistar al público fiel al género.
Desde que la plataforma sacó a la luz las primeras imágenes de su nueva apuesta de la mano de Bambú Producciones, las comparaciones con Los Bridgerton no han cesado. Y es que los ingredientes de la serie y su estética de época en tonos pastel hacían evidente unas semejanzas que existen en cuanto a su imagen, propósito y premisa, pero que en el caso de la española tira más hacia la irreverencia introduciendo un recurso narrativo diferencial. Digamos que se 'viste' parecido, sin llegar a ser una réplica.
Manual para señoritas gira alrededor de Elena Bianda (Nadia de Santiago), una solicitada carabina que presta sus servicios a las damas de la ciudad. Con su fórmula de éxito, y con su manual bajo el brazo, entra en casa de los Mencía para buscar marido a las tres hermanas de la familia. Lo que no espera es que el ahijado del patriarca, un joven periodista llamado Santiago Torres (Álvaro Mel), acabe desmontando todos sus esquemas.
Netflix lanza el tráiler de 'Manual para señoritas', su 'Bridgerton' española con Nadia de Santiago como carabina
Con ese punto de partida arranca una serie creada por mujeres -Gema R. Neira y María José Rustarazo- y que apuesta por una fórmula poco manida para encontrar el amor en Netflix. Sus ocho capítulos se categorizan como distintas lecciones del manual que da nombre a la ficción y su duración es óptima para su consumo en modo maratón, el preferido por muchos seriéfilos en la era de las plataformas.
No obstante, si algo marca la diferencia en este estreno es la figura de su protagonista como la narradora del cuento rompiendo la cuarta pared y hablando directamente a los espectadores, algo poco habitual en las producciones españolas que supedita por completo su tono, y que encaja mejor conforme avanzan los episodios.
Una comedia romántica 'gamberra' y algo pretenciosa
Manual para señoritas empieza de la mano del personaje de Elena, que se descubre como carabina e introduce su llegada a un nuevo hogar. Quien la presenta realmente es un narrador omnisciente, que no tarda en ceder el mando a Nadia de Santiago para que sea ella quien cuente su propio recorrido y experiencia en su recién estrenado encargo profesional.
Pronto conocemos a las hermanas Cristina (Isa Montalbán), Sara (Zoe Bonafonte) y Carlota (Iratxe Emparán), tres jóvenes de clase alta marcadas por la reciente pérdida de su madre, y a las que su padre (Tristán Ulloa) educa conforme a las normas de la época. Pero la serie no se queda ahí y también nos introduce precipitadamente en un universo de carabinas y señoritas, muchas de ellas con sus respectivos pretendientes (y pretendientas), que da color a la ficción pero que a la vez sobreestimula a un espectador que difícilmente puede colocar todas las piezas del juego en el tablero desde el inicio.
Así, la nueva serie de Netflix arranca queriendo ser demasiadas cosas, y va encontrando su tono conforme asienta su trama principal: un triángulo amoroso formado por la señorita (Montalbán), su pretendiente (Mel) y la carabina (De Santiago), de esos que no reinventan el género pero que siempre funcionan para el público consumidor de este contenido. Del mismo modo, Manual para señoritas recurre a otro 'seguro' de la comedia romántica como el amor imposible, aprovechándose de alguna manera de la época para cambiar la mirada.

Y es aquí donde encontramos otro de los aspectos interesantes de esta ficción, que rompe con la figura del galán para mostrar a un protagonista hombre más conectado con el presente que con los años en los que se ubica la historia. Y es que lejos de ese halo seductor que se le intuye, Álvaro Mel interpreta a un personaje deconstruido y sensible que no parte desde una posición de superioridad en la conquista, sino que se muestra incluso torpe, inseguro y empático en su relación con las dos mujeres protagonistas de la serie.
Además, y más allá de la trama romántica que lo vertebra todo, Manual para señoritas intenta ofrecer una visión sobre la sociedad de esos años, especialmente en lo que al rol de la mujer se refiere. Sin ser este su propósito principal, sí reivindica de alguna manera el acceso de las chicas a los estudios superiores en esos años e incluso introduce una historia LGTBIQ+ de dos mujeres en el entramado de personajes secundarios que también refleja esa opresión pública a la que se enfrentaban.
Todo, con un envoltorio de 'cuento' que permite a Bambú Producciones tomarse licencias con la época, buscando más una estética pintona que la rigurosidad histórica. Estética a la que ayudan todos los escenarios, tanto decorados como naturales, con los que también se toman libertades recurriendo en ocasiones a Barcelona para ilustrar el Madrid de entonces.

Gira a lo cómico con un recurso narrativo original
Como mencionábamos al inicio de esta crítica, Manual para señoritas se desmarca de otras ficciones de su corte por la introducción de un recurso narrativo que no es habitual en nuestra ficción: la presencia de una narradora que rompe la denominada cuarta pared para interpelar al espectador. Esa narradora es Elena, el personaje de Nadia de Santiago, y recurre a esa herramienta desde el primer capítulo hasta el último de la temporada.
La figura como tal ya existe en Los Bridgerton, que como decíamos es una referencia evidente para este nuevo producto de Netflix. No obstante, el giro que presenta es el hecho de que la narradora interrumpa sus escenas para mirar a cámara, salirse de la historia y hablar directamente al público, como otras producciones internacionales han hecho anteriormente, siendo Fleabag una de las más aplaudidas.

Ese punto original, sin embargo, es en cierto modo motivo de conflicto. Por un lado, esta herramienta supedita el tono de la serie, que vira hacia la irreverencia y la distingue de otras series de su género y estilo que no tienen esa vis cómica tan marcada. Por otro, lo cierto es que el recurso no funciona en todas las secuencias en las que se introduce, especialmente en los episodios que abusan de él hasta el exceso. Una vez avanzada la serie, y empleado con más moderación, sí fluye mejor.
En ese sentido, algo parecido ocurre con el tono de la serie, que si bien sí es orgánico en muchos momentos, en otros se excede con la carga cómica. Un ejemplo son los recursos musicales, que sacan de la historia en algunos de los hitos de la trama. Por contra, sí encajan y aportan a empaquetar su estilo las cabeceras de los capítulos, que contribuyen al 'gamberrismo' que desprende la ficción en su conjunto.
Así las cosas, esta ficción sigue la senda de series de época con mujeres protagonistas, un sello de la casa para Bambú Producciones. Si Velvet y Las chicas del cable mostraban la integración de la mujer en la industria, las actuales La Favorita 1922 y Manual para señoritas se vertebran sobre sus historia románticas con ejecuciones muy distintas. La primera, para Telecinco, apuesta por su fórmula clásica que funciona en la televisión en abierto. Y la segunda, para una plataforma como Netflix, asume el riesgo de reinventarse con sus aciertos y sus fallos.