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Un estudio identifica ADN de animales domésticos de hace más de 6.000 años en el Pirineo aragonés

Equipo de investigación con la plataforma de sondeos, en el ibón de la Basa de la Mora.

ElDiarioAragón / EP

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Un equipo de investigación del Instituto Pirenaico de Ecología (IPE), perteneciente al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ha identificado por primera vez una clara sincronía entre la apertura del paisaje pirenaico aragonés y la presencia de animales domésticos, marcando un hito en el estudio del impacto de actividades humanas como el pastoreo de media montaña desde el Neolítico.

Este estudio internacional, pionero en el uso de ADN sedimentario antiguo (sedaDNA) para reconstruir la historia ambiental del entorno subalpino de Tramacastilla (Huesca), ha sido recientemente publicado en la revista Communications Earth & Environment, del grupo Nature. Según Penélope González-Sampériz, investigadora científica y coordinadora del grupo de investigación Paleoambientes Cuaternarios y Cambio Global del IPE-CSIC, hasta ahora ni las herramientas paleoecológicas ni las arqueológicas habían permitido establecer evidencias de una relación clara entre la apertura del paisaje y la presencia de animales domésticos como ovejas y vacas.

“Estos resultados, obtenidos en el marco del proyecto PYCACHU y como parte de los objetivos del proyecto CORREDORAS, son clave para entender cómo las comunidades humanas han moldeado los paisajes subalpinos a lo largo del tiempo”, ha resaltado González-Sampériz, una de las autoras principales del estudio. Uno de los aspectos más innovadores de este trabajo es el uso de sedaDNA, que permitió identificar, por primera vez en el Pirineo, ADN de vacas, ovejas y cabras domésticas en sedimentos de hace más de 6.000 años.

“El sedaDNA nos ha proporcionado una herramienta revolucionaria para rastrear cambios en las comunidades vegetales y animales con una resolución sin precedentes,” ha explicado Irene Julián Posada, investigadora predoctoral del grupo. “Hemos logrado no sólo confirmar la presencia de animales domésticos en zonas de altitud, sino también conectar esta actividad con la transformación del paisaje en el entorno de Tramacastilla”, ha agregado.

El estudio también resalta que el paisaje vegetal de esta zona se abrió entre 6.000 y 4.000 años atrás y ha mantenido una estructura sostenida desde entonces. Este hallazgo tiene importante implicaciones para la conservación del medio ambiente.

“Gracias a estos resultados, tenemos una visión mucho más completa del ecosistema, incluyendo cómo las interacciones entre herbívoros y la flora existente moldearon el Pirineo antes y durante el Neolítico”, ha dicho Graciela Gil-Romera, científica titular del CSIC. “Confirmar que la construcción del paisaje que hoy conocemos es resultado de una dinámica que lleva funcionando durante milenios nos invita a reconsiderar nuestras estrategias de conservación en las zonas de montaña en el actual escenario de cambio climático y de usos de suelo, centrándonos en la sostenibilidad de estas realidades históricas”, ha expuesto.

Este estudio no sólo arroja luz sobre las interacciones humanas y ambientales en el Pirineo, sino que también posiciona al sedaDNA como una herramienta esencial para explorar la relación entre las actividades humanas y la configuración de paisajes en el pasado, en el presente y en el futuro.

La investigación ha sido financiada por el Ministerio de Ciencia e Innovación de España mediante los proyectos Pycachu, liderado por Penélope González-Sampériz y Ana Moreno, y Corredoras, liderado por Graciela Gil-Romera y González-Sampériz. Además, también ha sido financiado por el Organismo Autónomo de Parques mediante el proyecto Pastora, liderado por González-Sampériz.

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