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En memoria de Julio Leal

6 de febrero de 2025 19:40 h

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Conocí a Julio Leal en el año 1983, en Puerto Espíndola, cuando, después de una jornada de campo nos unimos a un grupo de personas que disfrutaban de unos vasos de vino. No imaginé allí que hubiese conocido a la persona con la que compartiría más horas en la naturaleza y que marcaría mi vida para siempre. Como dice la canción “me lo encontré en el camino, y nos hicimos hermanos” y hoy, a mi hermano del camino le dedico estas palabras que no pueden tapar el vacío que nos deja, y hablo en plural porque Julio no era de nadie, pero nos pertenecía a todos. Pocas personas dejan una huella tan repartida y han repartido tanto cariño como nuestro Julito. Te quisimos y te queremos mucho Julio.

Ir en el coche con Julio en la isla de La Palma era cuestión de paciencia, en cada esquina se paraba a saludar, a veces desde el coche, a veces se bajaba, en la panadería, en casa Cristóbal, otra conversación y finalmente salíamos al trabajo de campo. Trabajábamos muchas horas, disfrutando, nos enseñaba a caminar bien, o nos descolgaba atados con una cuerda por una pared, y es que para Julio no había obstáculos. Siempre acompañaba al último y se enfadaba si teníamos miedo de pasar por algún sitio, algo que interpretaba como poca confianza en su capacidad para resolver las situaciones. Pero ir con Julio era sentirse seguro y querido. Su curiosidad insaciable se contagiaba, todos los detalles en los que reparaba, el cariño que ponía. Para él las plantas, los pájaros, como si de Dersu Uzala se tratara, eran gente, y como a gente los saludaba, ¡hola mirlo !, ¿tú que haces aquí paloma? Al medio día parábamos a descansar porque era importante socializar, y después continuábamos hasta que se iba el sol. La retirada llegaba al oírle decir “esto no se paga con dinero” e invariablemente, el día siempre terminaba con una buena cena y unos vasos de vino.

Cuántos viajes, cuánta naturaleza recorrida, siempre adelante, pensé que eso era para siempre, que era una manera de vivir, pero la vida nos trae y nos quita, y ahora nos ha llevado a Julio Leal.  A los que tuvimos la suerte de compartir con él, hoy nos toca aprender que, como siempre decía, organícense que hay que seguir adelante.

*Juana María González Mancebo es catedrática del Departamento de Botánica Ecología y Fisiología Vegetal de la Universidad de La Laguna

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