Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
ENTREVISTA

Sergio Fernández, de AEMET: “Vamos hacia algo desconocido, el clima está cambiando”

Sergio Fernández, delegado de AEMET en Cantabria.

Olga Agüero

Santander —
8 de marzo de 2025 21:22 h

14

Desde la ventana del despacho del meteorólogo Sergio Fernández (Palencia, 1987) se ve el mar. La línea del horizonte, el fin del mundo para la mirada alicorta de los terraplanistas. Allí, en una calle sin número junto a los acantilados del pueblo de Cueto, en Santander, el nuevo delegado de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) en Cantabria, licenciado en Ciencias Ambientales, trabaja junto a un equipo de 30 personas mirando más al ordenador que al cielo para hacer predicciones.

Todos los días a la doce de la mañana algún grupo de curiosos se asoma a las verjas del recinto para presenciar el lanzamiento de una sonda. Un globo de helio que disparan a diario y que vuela con decidido impulso hasta la troposfera, doce kilómetros hacia el cielo, hacia el lugar donde se desatan las tormentas para recabar datos.

¿Corren malos tiempos para la ciencia ahora que crecen las corrientes negacionistas?

Son épocas complicadas en las que hay que hacer mucha labor de pedagogía para intentar exponer con datos la realidad. Es complicado porque en redes sociales te expones a que te rebatan sin datos los negacionistas. Nosotros somos un organismo de carácter técnico e intentamos priorizar el conocimiento científico actual y exponer los datos observados durante las últimas décadas para determinar qué está pasando con el clima y con los fenómenos meteorológicos que cada vez, dentro de un contexto de cambio climático, parecen ser más adversos.  

Precisamente el negacionismo justifica que una DANA o un mes de enero muy cálido sea algo ocasional, fenómenos que no responden a un cambio climático.

Hoy es febrero y en Santander hay viento sur y 20 grados. Es habitual de octubre a marzo. El problema es la frecuencia con la que ocurre y si las temperaturas en estos episodios de sur son más altas de lo habitual. Un episodio concreto no se puede atribuir a cambio climático, para llegar a esa conclusión hay que mirar periodos de tiempo más largos de la serie histórica. Que un invierno sea más cálido entra dentro de la normalidad climática. El problema es cuando todos los inviernos de la última década son más cálidos de lo habitual. Eso es lo que pone negro sobre blanco que hay un cambio climático.

¿En Cantabria se puede certificar ya un cambio climático?

En temperatura sí que es generalizado en toda la Península ibérica y Cantabria está dentro de ese contexto: están subiendo en las últimas décadas. Respecto a las precipitaciones es más complicado de evaluar porque la cantidad de lluvia anual quizá no cambia tanto, pero hay estudios que dicen que se concentran en menos días. No llueve tantos días como antes, los inviernos no son tan grises, pero cuando llueve puede hacerlo con más intensidad. Por eso, al ser más irregular, es complicado determinar una tendencia de si vamos hacia un clima más cálido o más seco.

En AEMET nos encargamos desde que cae la gota de la nube hasta que llega al suelo

A nivel global se ha superado el umbral de 1,5 grados por encima de la temperatura preindustrial, desde que empieza a haber datos en el siglo XIX, que era el límite marcado en los protocolos de Kioto y París. Hay que tener cuidado porque vamos hacia algo desconocido, el clima está cambiando y que suba un grado y medio la temperatura del mar Cantábrico hace que haya más vapor de agua disponible y eso hace que, cuando viene una situación de inestabilidad y tormentas, el sistema tenga más energía y puede haber precipitaciones más intensas.

¿Por eso se producen con más frecuencia fenómenos como la DANA?

Cuando sucede una DANA hay más energía disponible porque hay más vapor de agua, porque el Mediterráneo está más caliente. En el Cantábrico, al ser un mar abierto, no se nota tanto. Cuando llega una DANA los efectos pueden ser más perjudiciales que hace unos años cuando el mar estaba más frío.

En un lugar como Cantabria, ¿cambia en un día de lluvia a sol con mayor frecuencia que en otros lugares?

Podemos empezar un día con viento sur y 20 grados, por la tarde gira a viento del oeste, baja la temperatura y por la noche va a llover. Cambia mucho en poco tiempo. Conviene tener en cuenta, además, la existencia de microclimas. Liébana, por ejemplo, está muy protegida por los Picos de Europa de la influencia atlántica y cantábrica, así que en los fondos de los valles tiene incluso características de clima mediterráneo. A efectos de la AEMET, Cantabria está dividida en distintas zonas: Cantabria del Ebro, Liébana, Centro y Valle de Villaverde, y el litoral cántabro. Es una zonificación hecha en base a características climáticas porque cuando damos un aviso de temperaturas mínimas los efectos sobre la población no son lo mismo en función de lo acostumbrada que esté. Para que demos un aviso por heladas en Reinosa el umbral es de menos seis grados, pero en la costa es más alto. Tenemos adaptados los umbrales en base a las condiciones climáticas de cada región y a los efectos más o menos adversos en función de lo acostumbrados que estén sus habitantes. En la nieve también. El umbral de acumulación en la costa es mucho más bajo que en el resto de Cantabria.

La meteorología es la única que adivina el futuro de forma científica. ¿Considera que tienen mucha presión por acertar con los pronósticos, sobre todo en una comunidad donde al sector turístico le incomoda que llueva?

Las predicciones se hacen con modelos numéricos e informáticos a los que vamos suministrando las condiciones recogidas por nuestras estaciones meteorológicas. También se lanza a diario un radio sondeo que mide temperatura, viento y humedad. Una sonda que se envía dos veces al día, a las doce de la mañana y de la noche, que sube hasta 13 kilómetros hacia la troposfera. Es un globo de helio que va ascendiendo y que la presión va expandiendo hasta que al final explota. Va tomando medidas mientras va subiendo y esa información es muy útil para los modelos numéricos. Ahora también se usa la que proporcionan radares y satélites, así que las predicciones han mejorado.

En Cantabria tenemos un grupo de predicción y vigilancia especializado en aeronáutica y damos el pronóstico para todos los aeropuertos del norte de España

Además, esta mejora también camina en paralelo a la mejora de los ordenadores: cuanto más poder de cálculo tengan, más resolución le podemos meter a los modelos que resuelven las ecuaciones de física del aire. Cuanta más resolución, mejor puedes resolver cómo se comportan los fenómenos meteorológicos en zonas con orografía compleja como Cantabria. En zonas llanas es lógicamente mucho más fácil predecir el tiempo, pero cuando interviene la orografía dificulta el pronóstico. Las predicciones han mejorado mucho, funcionan muy bien a dos o tres días, y a una semana mucho mejor. Lo que ahora somos capaces de predecir a siete días antes, hace dos o tres décadas, teníamos esa fiabilidad a dos. En cualquier caso, las únicas predicciones que valen son las que están basadas en la ciencia.

Antes para ver qué tiempo hacía se miraba al cielo y a las nubes. Ahora se mira a una pantalla de ordenador para analizar datos. ¿Tiene alguna fiabilidad tradiciones como las témporas, esa sabiduría popular a la hora de pronosticar el tiempo?

Hay que fiarse del consenso científico y de los métodos y modelos numéricos que dan mucha precisión, de los satélites y los radares. Entiendo que hace décadas o siglos que no se tenía se recurriese a eso, que al final es la climatología de la zona. Viene a decir más o menos cómo son las condiciones meteorológicas en esa zona, pero es imposible estimar a meses vista o a un año vista como hacen esos métodos tradicionales. La fiabilidad es muy escasa. Hace falta una labor divulgativa que también compete a los medios de comunicación: saber distinguir lo que es el consenso científico.

Aquí en el norte nuestros inviernos ya no son tan lluviosos y este año ni siquiera hace frío. ¿Puede que de ahora en adelante nuestro mayor problema sea que haga demasiado sol y llueva poco?

Hay zonas que se ven más afectadas que otras por la escasez de recursos hídricos y en el tema de las precipitaciones hay mucha variabilidad anual. Años que llueve mucho, años que llueve poco. Es complejo poder precisar si en Cantabria va a llover más o menos que ahora, pero lo que sí está claro es que, por ejemplo, con el aumento de la temperatura también hay más evaporación y al final hay más consumo de recursos hídricos.

Al ser un destino de costa supongo que también están muy pendientes del estado del mar...

La AEMET está presente en todas las comunidades, pero ahora mismo el sistema de predicción está dividido en especialidades. Por ejemplo, aquí en Cantabria tenemos un grupo de predicción y vigilancia que está especializado en aeronáutica y damos el pronóstico para todos los aeropuertos del norte de España: Galicia, Asturias, País Vasco y Navarra. Somos el proveedor de servicios meteorológicos de aeronáutica, los únicos que podemos dar esa información dentro del territorio nacional. Se hace a través de mensajes cifrados, de un lenguaje internacional, para que los puedan entender pilotos de cualquier país del mundo. Hay otros compañeros que se encargan de la predicción de montaña o la predicción marítima que se hace desde A Coruña.

Que suba un grado y medio la temperatura del mar Cantábrico hace que haya más vapor de agua disponible y en una situación de inestabilidad y tormenta el sistema tiene más energía y puede haber precipitaciones más intensas

¿Siguen manteniendo además una red de voluntarios que recogen datos?

Hay algunos observatorios de referencia. Aquí en Santander tenemos una que es automática, pero está también mantenida por personal de la delegación. En los aeropuertos también hay estaciones meteorológicas que proporcionan datos en tiempo real, sin ellos no se podría ni aterrizar ni despegar. Además, hay estaciones automáticas que se mantienen desde AEMET. A esto se suma una red de estaciones manuales gestionadas por una red de colaboradores. Voluntarios que nos ayudan a poner una estación en su casa y toman medidas a diario. Esos datos que nos remiten son de gran utilidad para hacer la climatología del mes y conocer mejor las condiciones meteorológicas. Las manuales toman datos de precipitaciones y temperatura, las automáticas incluyen además viento y humedad. Algunas miden la radiación, las horas de sol y si son directas o difusas. Todos estos datos se ponen a disposición de investigadores.  

Ustedes son los técnicos que alertan de fenómenos meteorológicos.

Según el plan Meteoalerta, que regula los fenómenos meteorológicos adversos, la responsabilidad de AEMET es emitir los avisos. Se difunden a toda la sociedad, pero sobre todo a Protección Civil, el 112… pasamos toda la información a ellos. Se envían para tres días y se van actualizando en tiempo real si cambian las condiciones meteorológicas. Nosotros emitimos avisos, pero las alertas son responsabilidad de Protección Civil. En ellos se especifican los colores en función del nivel de riesgo y se dan unas recomendaciones. A partir de un aviso naranja ya es serio y los organismos competentes pueden empezar a considerar medidas. Los avisos amarillo, naranja y rojo están basados en umbrales. Un aviso amarillo de precipitación, por ejemplo, se emite cuando se espera que se puedan superar 40 litros por metro cuadrado en 12 horas. Para el naranja, 80 y para el rojo 120. Esto es a nivel genérico, porque cambian en función de la zona, según cómo de habituada esté a esas precipitaciones.

¿La coordinación con los servicios de Protección Civil es buena?

Somos un organismo técnico de especialistas en meteorología. Cada organismo tiene sus competencias.

¿Se debería tener más en cuenta a los científicos a la hora de realizar planes de urbanismo o de decidir sobre cuestiones de impacto ambiental?

A todo científico en los distintos campos. Hay que tener en cuenta las condiciones climáticas de cada zona y los periodos de retorno, cada cuánto tiempo se espera una precipitación superior a cien litros en doce horas. Con los datos que vamos cogiendo a lo largo de más de 30 años podemos calcular los periodos de retorno, que hay que ir reevaluando porque el clima está cambiando. También tienen mucho que decir los geógrafos y expertos de otras especialidades para evaluar zonas inundables. Por ejemplo, AEMET ya no tiene competencias en esta materia, no intervenimos en hidrología. Se suele decir que nosotros en AEMET nos encargamos desde que cae la gota de la nube hasta que llega al suelo. Nosotros decimos cuánto va a llover y hay otros expertos que usan nuestros modelos numéricos de precipitación y los integran en modelos hidrológicos y luego en función de los caudales que están midiendo en los ríos y lo que les decimos que está precipitando son capaces de estimar las avenidas. Pero eso ya no compete a AEMET.

A Cantabria le afectó muchísimo una gran inundación en 1983. ¿Se puede estimar cuándo volverá a suceder un episodio similar en función de esos periodos de retorno?

En los periodos de retorno juegas con probabilidades, según cuantas veces ha sucedido en los últimos cien años. Es estadística, pero no puedes saber si va a ser el año que viene o dentro de diez. No se tiene la certeza de cada cuánto tiempo va a suceder. La parte de hidrología, de todos modos, escapa de nuestras competencias.  

¿Entre las funciones de un meteorólogo también está analizar la calidad del aire?

Hay un modelo de calidad del aire que proporciona los valores pronosticables. En algunas ciudades se colabora con las autoridades cuando se esperan muchos días de anticiclón y se pueden esperan episodios de contaminación para indicar qué valores se pueden alcanzar y cuándo se pueden alcanzar las condiciones que favorezcan la dispersión de contaminantes. En Cantabria la observación de datos es responsabilidad del Gobierno autonómico. En general las condiciones orográficas y el hecho de que casi siempre haya algo de viento ayudan mucho.

Sin embargo, se suceden los incendios forestales..

De forma rutinaria se emite un índice de incendios que determina si hay riesgo bajo, medio, alto en función de las condiciones meteorológicas previstas. Lo que más influye es el viento, la humedad, la temperatura y lógicamente que haya ausencia de precipitaciones. Lo mandamos de forma rutinaria, se publica en la web un mapa con las zonas de riesgo y cuando se ha generado un incendio nos pueden consultar y damos las condiciones en tiempo real y las previstas en las próximas horas para ayudar a extinguirlo.

¿Se está aplicando la inteligencia artificial a la meteorología?

Se está intentando. Por ejemplo, los modelos numéricos que usamos actualmente están basados en ecuaciones de la física del aire, pero se están empezando a desarrollar modelos basados en Inteligencia Artificial que aprenden de situaciones antiguas para predecir el futuro cercano. Está por ver si puede contribuir a una mejora, todavía está por evaluar. 

Etiquetas
stats