Ni el armario del baño ni un cajón en la cocina: ¿cómo conservar los medicamentos en casa de forma segura?

Es recomendable mantener los pastilleros en las mismas condiciones que las cajas de medicamentos.

Marta Chavarrías

7 de abril de 2025 22:04 h

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Todos tenemos en casa un lugar asignado para el botiquín y para guardar los medicamentos de uso común y el material de cura. Con toda probabilidad, los lugares más elegidos para estos productos son, en muchos de los hogares, algún cajón de la cocina o en un armario del baño. Pero, ¿son estos los lugares más adecuados para los medicamentos? ¿Se puede conservar ahí en las condiciones que necesitan para mantener sus efectos?

De manera similar a cómo debemos almacenar los alimentos para mantener su frescura, los medicamentos requieren un almacenamiento adecuado para garantizar su eficacia. Un mal almacenamiento puede provocar una disminución de sus efectos, cambios en la forma del medicamento e, incluso, puede hacer que su uso sea inseguro. Como advierte el Consejo General de Colegios Farmacéuticos, los medicamentos no pueden conservarse en cualquier lugar

Debido a que un medicamento es un producto sanitario, su almacenamiento debe cumplir varios requisitos. ¿A qué temperatura debe conservarse sin poner en peligro su estabilidad? ¿Todos son iguales?

Dónde guardar los medicamentos

Para garantizar que los medicamentos sean eficaces es importante saber dónde guardarlos en casa. Partimos de la premisa de que no todos los medicamentos necesitan las mismas condiciones de almacenamiento. 

Hay algunos que no necesitan frío, por tanto, podremos guardarlos en un lugar fresco y seco, donde no haga ni mucho calor ni haya demasiada humedad (ya hemos adelantado que el baño y la cocina no son los más recomendables porque tienen muchos cambios de temperatura y humedad que no son buenos para los medicamentos porque pueden alterar sus condiciones).

Tampoco es buena idea guardar los medicamentos en la guantera del coche en el caso de que vayamos a hacer un viaje, ya que es una zona donde se puede acumular mucho calor. 

El lugar elegido debe estar protegido del sol o de cualquier otra fuente de calor, como la calefacción, y fuera del alcance de los niños, en una caja o estantería. Esto es particularmente importante cuando hablamos de fármacos fotosensibles como algunos antifúngicos o antibióticos, cuyas propiedades físico-químicas pueden verse alteradas con la luz solar y pierden efectividad. En este caso, los envases suelen llevar una especificación como “proteger de la luz” o “almacenar lejos de la luz”, lo que significa que son susceptibles a la fotodegradación. 

Cuando no hay especificaciones de temperatura concretas, los medicamentos pueden conservarse a una temperatura inferior a los 25-30°C. Podemos usar uno de los cajones de un armario o guardarlos en una caja que se pueda cerrar, en cualquier otra habitación que no sea ni el baño ni la cocina.

Lo importante es elegir bien la zona y sus dimensiones, en función de la cantidad de medicamentos que tenemos, para evitar tener que apilarlos y dejando siempre a la vista el nombre del fármaco, en su caja, para no tener tabletas sueltas.

Medicamentos con necesidades de conservación especiales

Hay, por otro lado, algunos medicamentos que requieren unas condiciones de almacenamiento específicas, como las vacunas, algunos colirios (gotas para los ojos) y ciertos inhaladores, que requieren frío hasta que llega el momento de usarlos. También algunos medicamentos cuyo modo de conservación cambia cuando se reconstituye el preparado. Es el caso, por ejemplo, de los antibióticos infantiles que se comercializan en forma de polvo y necesitan agua para ser usados, que tienen que conservarse en polvo hasta el momento de usar; a partir del momento en el que les añadimos agua ya no aguantarán en buenas condiciones más de siete o catorce días. 

También es aconsejable conservar en frío supositorios y óvulos, formas farmacéuticas muy sensibles a las altas temperaturas –aunque deberemos sacarlos de la nevera un rato antes de su aplicación. Las plumas de insulina sin abrir también deben ir en la nevera, pero no la que se esté usando; en este caso, podemos dejarla a temperatura ambiente, inferior a los 30°C. 

Todos estos medicamentos llevan en la esquina del envase un símbolo en forma de asterisco (*), que es la que indica que requiere frío y, por tanto, tienen que guardarse en la nevera. La recomendación es evitar la puerta de la nevera porque aquí la temperatura varía más.

Cómo guardamos los medicamentos

Ahora que ya sabemos dónde guardar los medicamentos y tenemos el lugar perfecto para ellos, debemos saber cómo guardarlos. 

  • En su envase original: la caja del medicamento contiene información muy importante, como la dosis y la fecha de caducidad, indicaciones que debemos tener en cuenta para asegurar su ciclo de vida y evitar que disminuya su efectividad, como indica la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS).
  • Con el prospecto: como la caja, el prospecto también tiene mucha información que puede ser necesaria en algún momento dado.

A la hora de colocar los medicamentos, podemos agruparlos en grupos: los de uso frecuente como antitérmicos, analgésicos o antiinflamatorios en la parte más accesible; y el material sanitario como gasas, vendas, termómetros, tijeras o esparadrapo, pueden guardarse en otro espacio.

Si los guardamos en un cajón, para evitar que se convierta en un lugar desordenado en el que nunca podemos encontrar nada, podemos usar separadores de cajones expandibles o envases de plástico para crear compartimentos individuales. Esto nos permitirá ver y acceder rápidamente a lo que necesitamos.

¿Y si guardamos el medicamento en pastilleros? Siempre es recomendable guardarlo en las mismas condiciones que los medicamentos, es decir, protegidos de la luz y la humedad. Aunque debemos tener en cuenta que hay algunos medicamentos que tienen que quedarse en su envase original al menos hasta el momento de usarlos.

Qué hacemos con los medicamentos abiertos que no usamos

¿Qué ocurre con los medicamentos que nos han quedado olvidados en el cajón o el armario y que no necesitamos? Para mantener nuestro botiquín en condiciones de uso seguro es importante que lo revisemos de vez en cuando y nos deshagamos de los medicamentos que ya no usamos o que están caducados. Es fácil conservar medicamentos que ya no necesitamos o están caducados, un hábito y dejadez que solo nos puede traer problemas.

La fecha de caducidad está indicada en el envase, en función de la estabilidad del medicamento en su envase original cerrado. Es importante respetarla sobre todo en productos como gotas para los ojos, medicamentos inyectables, soluciones orales para niños, jarabes, geles o cremas, anticonceptivos o tratamientos para hipertensión arterial.

Tras revisarlos, no debemos tirarlos ni a la basura ni por el inodoro. Sí tenemos que devolverlos a la farmacia para su destrucción segura: pastilleros de comprimidos o cápsulas, supositorios, parches, jarabes, soluciones, aerosoles, espráis, pomadas, cremas o geles. También para los medicamentos que no tienen caja y sobre los que nos sabemos su fecha de caducidad; es mejor no correr riesgos y llevarlos también a la farmacia.

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