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OPINIÓN | 'Que se rearmen ellos', por Anton Losada
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Donde dije digo, hago digo y digo Diego

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En España ya estamos acostumbrados a los refritos. O sea, a freír dos veces, pero de manera opuesta y llamarlo frito igual: la primera con aceite de oliva virgen, la segunda con aceite lampante. Se trata del mentir con la verdad de las comedias de enredo lopescas o de Mira de Amescua. Un subproducto ficcional made in Spain de fuerza retórica inigualable: el Barroco, de donde el frito churrigueresco.

De ahí que el padre del psoísmo del siglo XX, el señor X, en la estela imaginaria de su fundador Pablo Iglesias Posse, decidiera las peores leyes en materia laboral de la historia de la democracia, organizara el terrorismo de estado y se circundara de gente tan respetable como los numerosos habitantes de la cueva de Alí Babá.

De ahí que el padre mayor de los psoístas actuales, a quien, invitando a votar a la derecha, los dirigentes anteriores denigran públicamente, sepa que con el viejo arte del birlibirloque se consigue ser posibilista para todo. Para el ello y para el contraello. Así, por ejemplo, el 6 de agosto de 2020, sólo a meses de ser elegido presidente, asegura a sus electores que “Juan Carlos I rendirá cuentas de su conducta”, pero luego resulta que el enfado con él se reducía sólo a no avisarle de cuándo pensaba interrumpir su exilio dorado.

Ahora sale con que el problema del inmenso retroceso histórico del rearme europeo, que atenta contra el sueño pacifista de muchos votantes del PSOE y de esa supuesta izquierda que dicen que existe en España, consiste básicamente en la palabra. Así, y se queda tan pancho, oye. Es la palabra “rearme” la que hay que cambiar, no lo que le vamos a quitar al estado social, a la educación y la sanidad maltratadas. 

Como hicimos con el Renacimiento y los endecasílabos de Petrarca, pero también con la mafia (¿o fueron los Borbones los que la llevaron a Italia en el siglo XVIII?), también la boutade se la copiamos a Italia, de donde bebemos el derecho romano y las enseñanzas de Macchiavelli: dile al pueblo lo que no le vas a hacer mientras se lo haces. En este caso, como cuando Felipe González le regalaba una cadena de televisión a Silvio Berlusconi porque se la pidió Bettino Craxi (de quien importó el marketing de corrupción Socialismo Sociedad Anónima), también Sánchez le copia el disparate a la derecha, digo a la ultraderecha, de Meloni, con quien ahora parece congeniar por todo lo alto: no podemos llamar “rearme” al “rearme”. “Tenemos que hablar de otra manera dirigirnos a los ciudadanos de otra manera cuando hablamos de aumentar las capacidades de seguridad y defensa europea”. Y añade: “La defensa solo se puede entender en un paraguas más amplio que es la seguridad”.

Estén preparados, porque aquí, antes del verdadero “rearme”, que es como se llama propiamente a “volver a armar para la guerra a un continente para volver a sus épocas oscuras”, llegará el “rearme de las palabras”. Adivina, adivinanza a ver quién gana: las empresas de armamentos, en un contexto de caída bursátil, han subido entre el 8% y el 10% desde finales de febrero. Y nos llevarán todos, los del lado de acá y los de acullá. Porque todos beben de la madre del cordero. 

Ya han empezado a llamar “defensa de la paz” al rearme. War is peace, que dijo Orwell. Y la distopía se hizo realismo crudo.

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