El PSOE sale despedido del autobús
Dos derrotas en tres votaciones para el Gobierno. Junts, empeñado en el no a todo sin molestarse en explicar por qué. Esquerra, cabreada hasta el límite con Junts. El PNV, enfurecido con el PP y también con Bildu y Podemos. Podemos, manteniendo la ficción de que el PSOE puede aprobar lo que quiera y si no lo hace es por decisión propia. El PSOE, encerrado en su burbuja y limitándose a afirmar: no se atreverán a votar contra esto. El PP, encantado de que todos se dediquen a patearse la cara.
Por lo que se vio en diciembre, el PSOE había dado por perdido el mes de enero. Es un mes sin actividad parlamentaria, pero había que votar en el Congreso la ratificación de tres decretos. En uno de ellos, el del impuesto a las eléctricas, sólo era una secuela sin novedades de lo que se había visto un mes antes. Todos sabían que no saldría adelante por la oposición de Junts y PNV. El Gobierno aprobó el decreto de la prórroga del gravamen solo para no quedar muy mal con todos. El PSOE no podía enfadar a ninguno de ellos, porque en teoría los necesitará en una hipotética negociación presupuestaria. Eso en el caso de que vaya a existir. No se intuye en el horizonte.
El problema era más grave en el segundo decreto, eso que se suele llamar un decreto ómnibus, que incluye temas en que cada uno es hijo de su padre y de su madre. Este trolebús gigantesco incluía la subida anual de las pensiones, las ayudas al usuario del transporte público, el bono social eléctrico o la protección contra los desahucios a familias vulnerables. Los socialistas intentaron que Junts lo aceptara. Se vieron contra un muro. Carles Puigdemont ha cerrado la tienda de las negociaciones con el Gobierno. No es que no haya contactos, los hay, pero no sirven para nada.
Todo dependía de lo que dijera Míriam Nogueras en el pleno. En el primer debate sobre el escudo social, los de Junts ni siquiera se dignaron a entrar en el hemiciclo. ¿Para qué? Solo tenían preparada una intervención para todo lo que se discutía, porque no se iban a molestar en detallar sus razones. En el segundo debate, Nogueras apareció para ofrecer el mensaje que se esperaba de ellos. La palabra que más veces repitió fue “chantaje”. “Mientras ustedes no cumplan, no esperen el apoyo de Junts”. ¿No cumplan con qué? No era necesario explicar más.
Nogueras dejó ver una parte del malestar de Junts. Están hartos de que Pedro Sánchez presuma de que Catalunya ya no vive la tensión social de los tiempos del procés, mientras las maniobras del Tribunal Supremo han permitido que Puigdemont no pueda disfrutar de las consecuencias de la ley de amnistía. La portavoz se quejó de “la caverna mediática” que no hace más que hablar de “la normalidad en Catalunya”. Y Junts no quiere ser un partido normal. Cómo lo va a ser si su líder no puede poner el pie en territorio español.
Quien también está harto es Gabriel Rufián. Después de escuchar a Nogueras acusar a Esquerra de regalar su apoyo al Gobierno, subió a la tribuna con los guantes de pegar duro. “Cada vez que usted diga que votamos a cambio de nada, le voy a contestar con la misma mentira, porque seguro que es mentir que ustedes votan a cambio del 3% o del 4%, porque en la sentencia no queda claro”. Se refería a la corrupción de los tiempos de Convergència. Y aún tenía más en la cartera: “Siempre serán lo mismo, la derecha reaccionaria que oculta sus miserias con la bandera”.
Las críticas de Junts tenían más fondo al acusar al PSOE de no haber adaptado su estrategia a la realidad de la Cámara. “No tienen mayoría y tienen que dejar de actuar como si la tuvieran”. Esa costumbre de meter en un decreto ómnibus un montón de asuntos diferentes no es muy elegante, pero sí muy práctica cuando dispones de mayoría absoluta. Es lo que ha hecho Isabel Díaz Ayuso en Madrid en más de una ocasión. En 2022, llegó a modificar o anular de un plumazo con este método treinta leyes. Eso, más que un ómnibus, era un tren de mercancías con treinta vagones.
Sin mayoría absoluta, es como lanzar una moneda al aire. El autobús gigante puede verse frenado de repente por alguno de los temas incluidos y el conductor, acabar con la cabeza estampada contra el parabrisas. “¿A alguno de ustedes les han votado para bajar las pensiones?”, preguntó el ministro Félix Bolaños. Directamente no, aunque luego se vio que no tenían ningún problema en hacerlo.
Tanto el PP como Junts dijeron después que están dispuestos a votar a favor de la subida de pensiones o de las ayudas al transporte público si se plantean más adelante por separado en un decreto distinto, uno que no se vea acompañado por los temas que rechazan. En ese caso, serán los socios de izquierda los que denuncien que no aparece todo lo que consideran imprescindible.
El desenlace da al PSOE algunos puntos propagandísticos que ya ha comenzado a emplear. “Hoy el PP ha traicionado a los españoles al votar en contra de que doce millones de pensionistas vean revalorizada su pensión”, escribió María Jesús Montero. Esos españoles estarán más interesados en los ingresos que reciban que en el combate político. En enero, recibirán la subida prevista, porque la Seguridad Social ya había dado la orden de pago. En febrero quedará anulada a menos que el Congreso vuelva a votar ese incremento.
En el segundo escenario político más importante en España, que no es otro que el de los tribunales, hubo el miércoles una llamarada provocada por Víctor de Aldama, que quiso regresar a los titulares. No lo hizo por la puerta grande. En una entrevista radiofónica, hizo publicidad de una denuncia de un abogado relacionado con la extrema derecha que ha sido desdeñada por la Fiscalía Anticorrupción al carecer de pruebas. Aldama se atrevió a decir que Begoña Gómez cuenta con una fortuna millonaria en el extranjero, seis millones de dólares en concreto, pero dijo seis como podía haber dicho veintiséis. Y dijo lo mismo de María Jesús Montero y de otros miembros del Gobierno de los que no dio el nombre.
Varios medios de la derecha no dieron mucha relevancia a la noticia, lo que demuestra que el crédito de Aldama no es ilimitado y más que va a caer como siga a este nivel. La manta de la que ha tirado empieza a apestar un poco si su dueño alardea de conocer fortunas multimillonarias escondidas en el extranjero. Salir en público con todo esto unos días después de que se supiera que la esposa de Pedro Sánchez cuenta con 21.000 euros en sus cuentas corrientes solo sirve para desprestigiar lo que había dicho antes en su declaración.
Pero esto último no quita el sueño al Partido Popular. De forma nada sorprendente, varios de sus dirigentes, empezando por Miguel Tellado, dieron por buena la intervención del antiguo socio de José Luis Ábalos. Ahora mismo el PP está dispuesto a creerse hasta la última declaración de la renta de Aldama. Hasta ese punto llega su fe.
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