Lobos en Colorado: retos y realidades tras un año de su regreso histórico
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Los lobos no entienden de fronteras ni de política, pero en el estado de Colorado han desatado una tormenta que pocos veían venir. Desde su reintroducción, estos depredadores han sacudido algo más que el ecosistema: han puesto patas arriba las relaciones entre rancheros, ambientalistas y políticos. Y no parece que vaya a calmarse pronto.
Hace poco más de un año, los primeros lobos reintroducidos pisaron tierras de Colorado, cumpliendo con un mandato votado por la gente. Pero la polémica no tardó en aullar más fuerte que los propios lobos. La votación que aprobó su regreso encendió un debate feroz sobre el control de tierras públicas, la convivencia con la naturaleza y, en el fondo, sobre quién manda en el campo.
El mandato popular y el inicio de la polémica
Como dijo Matt Barnes, un científico especializado en gestión de pastizales y exadministrador de ranchos, “un poco de este conflicto es sobre los lobos en sí”, pero también creía que “la gente está discutiendo algo más grande: quién tiene poder y quién no”. “Se trata de para qué son las tierras públicas y cómo creen las personas que los humanos deberían relacionarse con el resto de la naturaleza—y quién tiene el derecho de decidir eso”, aseguró.
El panorama no ha sido tranquilo. En este tiempo, la reintroducción ha tenido desafíos legales, peticiones de rancheros para frenar nuevas liberaciones, posibles recortes de presupuesto y hasta un intento de revocar la votación estatal que autorizó el programa. La tensión llegó a su punto álgido en una audiencia pública de siete horas, donde los ánimos se caldearon tanto que el presidente de la comisión, Dallas May, tuvo que interrumpir la sesión: “No podemos tener un diálogo productivo si solo estamos gritándonos y acusándonos”.
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El regreso de los lobos no solo ha sido polémico; también ha sido costoso. Tres rancheros han solicitado más de 581.977 dólares en compensación por pérdidas relacionadas con los lobos. La mayor parte de esta suma proviene de ganado muerto o desaparecido y de la disminución de peso y tasas de concepción en los animales sobrevivientes, que los rancheros atribuyen al estrés causado por la presencia de lobos. Tim Ritschard, presidente de la Middle Park Stockgrowers Association, no ocultó su frustración: “Los daños financieros asociados con estas reclamaciones podrían haber sido mucho menores si la agencia hubiera tomado medidas letales contra algunos de los lobos”.
Y es que no todos ven a los lobos con los mismos ojos. Para algunos, son una amenaza para la ganadería; para otros, son una especie nativa crucial para el equilibrio ecológico. Pero el tema va más allá de los animales. Como apuntó Kelly Murphy, defensora de la recuperación del lobo: “Hay un esfuerzo coordinado para socavar y sabotear la recuperación del lobo en nuestro estado”.
Los lobos siguen llegando a cuenta gotas
En medio de la polémica, Colorado Parks and Wildlife (CPW) siguió adelante. Comenzaron a atrapar lobos en Columbia Británica, en Canadá, para llevarlos a Colorado y liberarlos en los condados de Eagle, Garfield o Pitkin. Se espera que lleguen hasta 15 lobos, sumándose a los nueve que ya rondan por el estado. La población podría dispararse hasta 29 al finalizar el invierno si también se liberan los cinco lobos actualmente en cautiverio.
Mientras tanto, la presión de los rancheros no ha cesado. Alegan que los programas para minimizar el conflicto entre lobos y ganado no estaban completamente desarrollados ni contaban con el personal suficiente antes de que se liberaran los primeros lobos en diciembre de 2023. El comisionado de Grand County, Merrit Linke, lo describió así: “Así es como se siente para los rancheros: como si fuera un tren descontrolado que va acelerando, y el maquinista sabe perfectamente que hay un puente roto adelante, pero aun así no frena”.
Ante esto, 27 grupos ganaderos presentaron una petición para detener las liberaciones hasta que CPW estableciera reglas claras sobre cuándo sacrificar a un lobo que ataque al ganado. También pidieron evaluaciones de riesgo en propiedades, un programa de guardabosques, un equipo de respuesta ante ataques y un plan de comunicación más claro sobre las liberaciones. Sin embargo, la comisión de CPW votó 10-1 en contra de la petición, argumentando que retrasar las liberaciones podría afectar la genética y diversidad de género en la población de lobos del estado.
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Pero los que se oponen a la reintroducción no se han quedado de brazos cruzados. Un grupo llamado Colorado Advocates for Smart Wolf Policy ha iniciado el proceso para llevar a votación una medida que revoque el mandato de 2020 sobre la reintroducción de lobos. Patrick Davis, líder del grupo, cree que “introdujimos un depredador ápice en un entorno desconocido y esperamos que no actuara como un lobo”.
Aun así, no todos están convencidos de que la opinión pública haya cambiado tanto. Una encuesta reciente encontró que el 52% de los votantes en Colorado aún apoya la reintroducción, cifra cercana al 51% que aprobó la Proposición 114 en 2020. La división política es evidente: el 81% de los demócratas está a favor, frente al 33% de los republicanos.
Mientras tanto, los lobos siguen haciendo lo que saben hacer: sobrevivir. De los 10 liberados hace un año, tres han muerto - dos a causa de disparos - , uno sigue en cautiverio con sus cachorros y seis siguen vagando libres. Y la historia sigue escribiéndose, con más lobos en camino y una sociedad que aún no decide cómo convivir con ellos.
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