Nadia de Santiago rompe la cuarta pared en 'Manual para señoritas' de Netflix: “Me he visto muy expuesta”

Nadia de Santiago en 'Manual para señoritas'

Laura Pérez

Netflix estrenó el pasado 28 de marzo su nueva producción española Manual para señoritas, una comedia romántica de época que ha sido comparada con Los Bridgerton pero que marca la diferencia con su apuesta por algo poco visto en nuestra ficción. Hablamos de la ruptura de la cuarta pared, un recurso en manos de Nadia de Santiago que la conecta con el espectador y que para la actriz ha sido el reto más complejo del proyecto.

Así lo expresa la protagonista de la serie de Bambú Producciones en una charla con verTele, donde nos habla de su reciente estreno como una ficción “original, diferente y con un tono muy particular”, y en la que la trama de amor principal con su personaje y el de Álvaro Mel “se acerca a algo más contemporáneo” aunque esté ubicada en el Madrid de 1880.

Enmarcada en una época que “romantiza” todavía más el proyecto, Manual para señoritas apuesta por fórmulas como la del triángulo amoroso para conquistar al público de Netflix. Sin embargo, si algo marca la diferencia es la figura de Elena, rol de Nadia de Santiago, como una narradora de 'cuento' que rompe la barrera entre la ficción y la realidad para salirse de las escenas y hablar directamente al público que está viendo la serie en su sofá.

Ha sido muy complejo, sobre todo porque me he visto muy expuesta. Elena es un personaje que se expone, pero dentro de una intérprete que soy yo. A nivel personal me ha supuesto mucha exposición y a veces me ha parecido un poco duro”, valora la protagonista, que admite que una vez terminado el rodaje y visto el resultado, ha comprendido la trascendencia del reto que ha tenido en esta serie: “Me ha parecido que incluso yo, Nadia, me estaba exponiendo al mirar a cámara”.

En su entrevista con este portal, Nadia de Santiago admite que tenía la referencia de Fleabag y le parecía muy original el recurso, pero que le ha tocado como actriz más de lo que esperaba: “Nunca pensé que me iba a sentir así. He tenido que pasar una barrera de intimidad”, explica, al tiempo que desvela que durante el rodaje le puso “al límite muchas veces a nivel físico y mental”.

Netflix lanza el tráiler de 'Manual para señoritas', su 'Bridgerton' española con Nadia de Santiago como carabina

¿Qué van a encontrarse los espectadores que se asomen a 'Manual para señoritas'?

Pueden ver una serie original, diferente, con un tono muy particular, con varios elementos novedosos a nivel de estructura y músicas, y con la ruptura de la cuarta pared de mi personaje, que me hace estar más expuesta. Y además, se van a encontrar una trama de amor, pero que aunque vayamos envueltos en la época de 1800 se acerca a algo más contemporáneo. Sobre todo por la forma que tiene Elena de comunicarse y porque es un personaje muy moderno también para la época.

Manual para señoritas es una comedia, pero realmente ese es el envoltorio porque lo que he experimentado dentro de mi personaje es un drama también. Es una persona un poco dolida con el amor, y por eso precisamente se hace carabina. Es un personaje herido que lo camufla a través de esa aparente ironía, superficialidad y verborrea dialéctica, pero en realidad Elena tiene muchas capas.

No es la primera vez que abordas un proyecto de comedia romántica, ni tampoco una ficción de época. ¿Qué crees que aporta precisamente esta mirada de época en el género de la comedia romántica?

Hay algo en cuanto a la estética que nos da la oportunidad de romantizar las cosas, que se fragüe todo un poco más lento acorde al corsé de la época. En la trama, Elena entra a trabajar en casa de las Mencía, que son tres hermanas que cada una representa un perfil, así a brocha gorda: la que no ha estudiado y está buscando un pretendiente para casarse y tener hijos, la que tiene unas grandes aspiraciones de ser persona de carrera, y la tercera que es más dark. Y tanto la estética como el vestuario nos sirven para romantizar un poco la época. 

A nivel de dinámicas, la serie rompe con la figura del galán de época y equipara al hombre y la mujer en la conquista. ¿Qué es lo que te ha parecido más interesante de esta ruptura de los roles más clásicos en este tipo de género?

Esto me parece muy interesante. Santiago, que es Álvaro Mel, es un personaje que no responde al cliché masculino de época. Lo que pasa es que está en el 1800 y no puede huir, igual que ningún personaje, de su contexto histórico y de la educación que ha recibido. Él representa a un personaje que se ha criado con mujeres, que es el ahijado del señor Mencía, y todo parte desde una igualdad y desde una torpeza al ver que las mujeres se atreven a romper con los cánones históricos. Se ve ahí un poco despistado, y además es cobarde en algunos aspectos.

Aun así, 'Manual para señoritas' se apoya sobre varias fórmulas clásicas de toda comedia romántica que funcionan: desde el triángulo amoroso al amor imposible. ¿Es esto lo que puede hacer que conecte más con el espectador?

Sí, sí, el triángulo amoroso siempre funciona. En la historia nadie quiere formar parte de ese triángulo, pero el amor les arrasa a todos, son los primeros sorprendidos y luchan un poco contra la trama. Eso siempre engancha, la intriga de qué pasará entre ellos, quién se quedará con quién... Los tres protagonistas están metidos en una historia y tienen muchas contradicciones. Elena es como una buena amiga consejera de las niñas, pasa a formar parte de su familia, y eso también le pesa. Pero, por otro lado, el amor arrasa. Y lo mismo con Santiago y Cristina.

Como comentábamos al inicio de la entrevista, uno de los puntos diferenciales de la serie es la figura de tu personaje, Elena, rompiendo la cuarta pared y hablando directamente al espectador. ¿Cómo te has sentido con este rol, que es una novedad respecto a otros papeles que has hecho anteriormente? ¿Ha sido complicado?

Ha sido muy complejo, sobre todo porque me he visto muy expuesta. Elena es un personaje que se expone, pero dentro de una intérprete que soy yo. A nivel personal me ha supuesto mucha exposición y a veces me ha parecido un poco duro. En una secuencia curras con algo muy sutil, que son las emociones y que es algo energético. Creas una atmósfera con los personajes en un decorado, y romper la cuarta pared, irme a algo tan frío como un objetivo, y romper esa tensión o esa atmósfera para después volver... a nivel interpretativo era nuevo y extraño.

Para mí era muy importante a quién le estaba hablando a través de ese objetivo para hacerlo más cercano. Me imaginé a alguna amiga, a varias personas, para hacerlo un poco más amigable. Tuve que introducir al objetivo como si fuera un personaje más, pero al final es una cámara y no tiene una mirada, que es muy importante para nosotros. Era todo más frío, pero sobre todo lo que me ha resultado complicado es la exposición. Como te decía, es un personaje que se expone dentro de un intérprete, y esto es curioso.

Es un personaje que tiene dos caras: una ante el resto de personajes, y otra la que le muestra al espectador cuando se quita la 'fachada' y se dirige a él, ¿no?

Sí, pero yo no dejo de interpretar. Me ha parecido que incluso yo, Nadia, me estaba exponiendo al mirar a cámara. Era como hablar directamente a alguien que te está viendo en casa, y fue raro.

Nunca pensé que me iba a sentir así. He tenido que pasar una barrera de intimidad, intentar que no me intimidara mirar a cámara aunque estuviera enmascarada en un personaje

Nadia de Santiago

Cuando te presentaron el proyecto y te plantearon la idea de esta ruptura de la cuarta pared, ¿imaginabas que ibas a sentirte así al ponerlo en práctica? ¿Cómo lo visualizaste?

Me pareció una propuesta muy original, muy diferente. Había visto la serie Fleabag hace muchos años y dije ¡guau, qué divertido! Nunca se había hecho aquí en España. Pero nunca pensé que me iba a sentir así. He tenido que pasar una barrera de intimidad, intentar que no me intimidara mirar a cámara aunque estuviera enmascarada en un personaje. Era una vuelta de tuerca más a la intimidad que nosotros le podemos dar a un personaje.

Y ahora que ha pasado un tiempo desde que grabaste la serie, ¿has cerrado esa 'herida'?

Sí, sí. De hecho, me he dado cuenta ahora de lo que pasaba cuando la rodé. Fue un rodaje de seis meses muy intenso, con un personaje muy protagónico a nivel de guion y ninguna trama me podía liberar un poco, así que fue muy exigente y me puso al límite muchas veces a nivel físico y mental. He aprendido muchísimo con esta serie, y esta sensación me vino hace poco.

Ahora que has visto el resultado, ¿estás satisfecha con tu trabajo en ese reto de romper la cuarta pared?

Sí, sí, estoy contenta. Y, sobre todo, tengo muchas ganas y mucha curiosidad de ver cómo lo recibe el público. Manual para señoritas es una propuesta en general muy diferente a todo en cuanto a tono.

Muchos la han comparado con 'Los Bridgerton'. ¿Crees que la comparación tiene sentido, o que no tienen mucho que ver ambas series más allá de la estética?

Bueno, al final es época, 1800, color... es fácil hacer la asociación porque la mente tiende a hacerlo, pero me parece muy bien esa comparación. Que nos comparen, o que la referencia sea Los Bridgerton, me parece superbién porque es una serie que ha funcionado muy bien y que ha gustado un montón. Si esa es la carta de presentación para la gente que no haya visto Manual para señoritas, me parece bien. Pero creo que van a encontrar otra cosa diferente a Los Bridgerton.

¿Cómo te enfrentas a cada estreno de un proyecto tuyo? ¿Eres de marcarte expectatives?

Lo afronto con mucha curiosidad, con cierto nervio positivo y sobre todo huyendo de las expectativas. Es algo que ya está hecho, es lo que es. Lo que yo puedo expresar de mi experiencia rodando Manual para señoritas es que es una serie que está hecha con muchísimo esfuerzo y muchísimo amor. Espero que llegue al público y que empaticen, que rasquen un poco y que vean al ser humano que encierra Elena también. Que no se queden solo con la forma y que les llegue la humanidad que tiene el personaje, que en el fondo está enfadada con el amor.

La temporada termina con un “continuará”. ¿Hay algo en firme sobre la segunda temporada? ¿Estás dispuesta a volver a meterte en la piel de Elena, con toda esa exposición de la que me hablabas?

Sí, sí, totalmente. No se sabe nada todavía de una segunda temporada, veremos. Pero sobre todo mi objetivo es que el público disfrute de la primera, que pasen un buen rato y que se queden con la enseñanza de cada personaje.

Esto es una carrera de fondo que nunca acabas de llegar a ningún lugar, y en la que tampoco quiero llegar a ningún lugar

Nadia de Santiago

Desde que empezaste tu carrera siendo muy joven no has parado de encadenar proyectos. ¿Cómo valoras tu propio recorrido como actriz? ¿Estás contenta con cómo has ido desarrollando tu carrera y con los proyectos que has elegido?

Pues sí, estoy muy contenta. Esto es una carrera de fondo que nunca acabas de llegar a ningún lugar, y en la que tampoco quiero llegar a ningún lugar. Simplemente quiero ir haciendo y aprendiendo. Este oficio te enseña un montón de cosas, sobre todo a nivel personal, y me gusta disfrutar de los procesos. No soy una persona que me guste aturullarme mucho porque no funciono bien. Me gusta ir poco a poco sembrando y recogiendo. Al final va todo tan rápido que no digiero, y me gusta ir saboreando. Creo que mi carrera ha sido un poco así: coger proyectos que me enseñen, que sean diferentes o que me supongan un reto personal, enamorarme de las historias y ser una pieza que ayude a contarlas.

Sin querer adelantarme al siguiente paso, ¿estás embarcada en otros proyectos ya?

Por el momento no, estoy disfrutando de la promoción de Manual para señoritas. Además, este mes se me han apuntado dos promociones por un estreno que tengo también en cines, Un año y un día, y estoy disfrutando de ello. A lo mejor a finales de abril tengo un proyecto, pero es muy entre amigos. Con calma.

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