Ni el máximo exponente de la “telebasura”, ni el mayor ejemplo de servicio público

Inés Hernand, Belén Esteban y María Patiño saltarán de 'Ni que fuéramos' a 'La familia de la tele'

Marcos Méndez

El punto final de Sálvame lo confirmó el diario El Mundo bajo un durísimo antetítulo: “El fin de la telebasura”. A sus protagonistas les pilló en directo en Telecinco, aunque algo ya se olían, y esa forma de anunciarse “oficialmente” tras lo desvelado poco antes por Informalia, lo que precipitó la publicación preparada, dio mucho que hablar por las guerras y venganzas internas que se escondían en las formas. En cualquier caso, suponía que tras 14 años como dueño de las tardes del canal de Mediaset, el formato iba a decir adiós.

Aunque su cancelación se ha politizado por completo, lo cierto es que televisivamente ese Sálvame ya no era el formato que triunfó durante más de una década. En televisión la máxima de “lo que funciona, no se toca” sigue muy vigente, y el programa ya había sido superado en audiencias, y por ello también reducido su duración. Aún era un valor para Telecinco, pero ya no era un pilar para la cadena. Habría que ver cómo hubiera terminado la cosa si el enfrentamiento de su productora La Fábrica de la Tele con Mediaset se hubiese producido con un Sálvame en su máximo esplendor. El caso es que acabó mal, como bien es sabido.

Sálvame evolucionó desde un programa de corazón a prácticamente un reality diario. Sus propios colaboradores eran los protagonistas, y en su universo entraban unos cuantos personajes a los que “perseguían”... a veces literalmente. Acabó siendo tan autorreferencial, que casi parecía una serie: si no estabas al tanto de sus conflictos, si no lo seguías casi día a día, podías no acabar de enterarte de lo que hablaban. Quizás ese fue uno de sus fallos, “obligar” al espectador a tener que seguirles siempre. Lo cierto es que no se despidió con la cabeza gacha, sino que mantuvo el apoyo de su público hasta el último día. Pero también es cierto que ese público había disminuido notablemente.

Por el camino dejó un largo reguero de condenas desfavorables, indemnizaciones millonarias, conflictos y polémicas de todo tipo. Como analizamos en su adiós, sin duda fue un icono televisivo, pero también se pasó muchísimas veces de la raya. Bajo la capa de la transgresión, la valentía y el entretenimiento puro que tanto se busca en la televisión y desde su despedida parecen haberse impuesto como su recuerdo, también hubo acoso, persecución y explotación del mal ajeno. En definitiva, mucha polémica. Y no siempre bien utilizada, como en tantas ocasiones determinaron incluso los jueces.

El riesgo para una RTVE que debe buscar los grises

En verTele nunca hemos categorizado a un programa como “telebasura” porque siempre nos ha parecido que implica subjetividad, gusto personal o predilección. Para quien esto escribe, por ejemplo encajan mucho más en ese término los programas que van de una cosa -pongamos entretenimiento o comedia- y su trasfondo es otro -digamos propaganda política o ideología-. Y además al hablar de ello, siempre se nos viene a la cabeza el “telebasura, tu puta madre” que acuñó Xavier Sardà cuando todavía era Javier Sardá y presentaba Crónicas Marcianas.

Lo que sí puede encontrarse en cualquier programa son ejemplos de buena y de mala televisión. Y en un formato con tantos días y horas de emisión como Sálvame, hay muchos de los dos tipos. Los primeros, los buenos, siempre estuvieron ligados a su faceta de entretenimiento, porque sin duda era un espacio divertido y espontáneo. Y justo eso es lo que se les pedirá en RTVE, por lo que para su punto de partida hay una base muy testada que ya se demostró exitosa.

Los segundos, los malos, son los que suponen el mayor riesgo para RTVE. Estos días y semanas no ha sido difícil encontrarse con opiniones viscerales que dicen que “José Pablo López ficha a la telebasura para la televisión pública”. Es un hecho que Sálvame generó amores y odios que aún perduran. Y que la imagen del programa que ha quedado entre el público no entiende de grises: o era lo más divertido de la televisión y lo único que merecía la pena ver, o era telebasura indecente.

RTVE tiene que buscar los grises. En los planes del proyecto que ya se saben, como contamos en verTele, hay dos detalles que indican que la cadena es plenamente consciente de ello: el primero es que el formato tiene tres presentadores (María Patiño, Aitor Albizua e Inés Hernand), y dos de ellos provienen del universo RTVE, más que del de la productora. El segundo, que no se plantea como un programa de corazón como principalmente se categorizaba a Sálvame, sino como un formato de entretenimiento que acompañe a los espectadores.

Rescatamos un párrafo del artículo del 23 de junio de 2023 con el que despedimos a Sálvame: “Sus defensores dicen que Sálvame entretiene y acompaña, y es una verdad como un templo. Pero también lo hace un concurso y cualquier otro programa, incluso los de corte político si eso le gusta al espectador. Todo 'entretiene' y 'acompaña' en televisión: también lo hará Así es la vida, y TardeAR, y lo hacen La PromesaY ahora SonsolesTodo es mentira o Más Vale Tarde. Pero los estilos son muy distintos”. RTVE tendrá que bucear en los grises de las vidas previas del formato para alcanzar su estilo propio.

Un “camino a la corrección” que ya había comenzado

Sin saber desde cuándo estaba hablado que el 'universo Sálvame' desembarcara en RTVE, en los últimos dos años se han sucedido los guiños en forma de fichajes, colaboradores e incluso presentadores en la cadena pública. El presidente José Pablo López nunca ha ocultado su gusto por la “cultura pop” que televisivamente marcó el programa de Telecinco, y la llegada de Sergio Calderón como director de TVE directamente proveniente de Fabricantes Studio, la productora heredera de La Fábrica de la Tele, alineaba los astros para que se produjera, pese al riesgo.

Recientemente la productora ha pasado a llamarse La Osa Producciones. El anuncio vino a ser la culminación de un “camino a la corrección” con el que sus creadores, Adrián Madrid y Óscar Cornejo, querían confirmar una evolución que se ha hecho patente en Ni que fuéramos Shhh, aunque aún tenga cuentas pendientes como que La Fábrica de la Tele haya sido propuesta como responsable civil directo por el juez, que tras 8 años de instrucción ha dejado la 'Operación Deluxe' lista para juicio, manteniendo al director David Valldeperas como imputado.

Al acabar Sálvame, su incursión en Netflix con Sálvese quien pueda vino a ser una continuación de ese reality autorreferencial al que nos referíamos más arriba en este artículo: seguir a sus colaboradores, convertidos desde hace mucho en sus protagonistas, mientras se iban de viaje. El experimento pasó con más pena que gloria, y ahí quedó.

El verdadero salto mortal fue el programa que empezó a emitirse a través del autocreado Canal Quickie para verse en Youtube y Twitch, y prontó volvió a la televisión en abierto cediendo su señal al canal TEN. Reuniendo al grueso de los rostros de Sálvame, pero con la baja de su presentador Jorge Javier Vázquez (muy ligado a Mediaset con contrato de larga duración) y siendo sustituido por María Patiño, el programa empezó siendo prácticamente lo mismo que el programa de Telecinco, pero pretendiendo ser su azote: su escaleta estaba llena de críticas contra Mediaset, ironías sobre sus presentadores, dardos a sus directivos, e informaciones para “reventar” sus ideas. Ni que fuéramos Shhh empezó siendo un programa 'anti-Telecinco', pero luego buscó su propio estilo.

El programa pidió a sus colaboradores que dejaran de dar tanta caña a Mediaset, estableciendo una nueva línea editorial que marcase “su línea”. En definitiva, volvió a apostar por el entretenimiento, deparando más momentos de buena televisión que de mala televisión. Siempre ha mantenido su apuesta por el conflicto, pero se ha moderado para no vivir en base a la polémica.

'La familia de la tele' a la que se la debe exigir entretener

Para aliarse con la cadena pública, la estrategia de la productora de renombrarse como La Osa para separarse de esa herencia envenenada de La Fábrica de la Tele / Fabricantes Studio ha resultado clara. Incluso evidente. Pero televisivamente, el análisis interesante está en sus contenidos, en cómo Ni que fuéramos ha variado respecto a Sálvame, e incluso respecto a lo que empezó siendo él mismo, para demostrar que puede y sabe hacer un entretenimiento no tan polémico, lo que resultaría conflictivo para RTVE.

Igual que los que lloraron el adiós de Sálvame no valoraban que el formato ya no era ese que triunfó durante más de una década en Telecinco, ahora hay otros que realmente piensan que el nuevo magacín de La 1 va a ser “un nuevo Sálvame”, sin saber que ya ni tan siquiera Ni que fuéramos Shhh es ese programa. Pero no, La familia de la tele (el nombre que tendrá el programa, según adelantó El País) nace sabiendo que debe buscar los grises, y con una confianza total de la corporación pública hasta el punto de que La Osa Producciones también se está encargando de la preproducción del otro nuevo magacín de RTVE para sus tardes, en ese caso de La 2.

Como siempre en estos casos de polvareda televisiva mezclada con la ideología, la política y -por qué no decirlo- también el clasismo; desde verTele vemos más útil y necesario realizar este análisis televisivo que no olvida los negros del pasado, pero que los distingue de los blancos del presente. Y que también duda de los grises del futuro. Porque televisivamente, lo cierto es que RTVE va a competir con un magacín frente a otros magacines, apostando por el entretenimiento como también hacen ellos, en una franja de tarde sumida desde hace ya tiempo en la irrelevancia. En ese contexto, arriesgar es aceptable, e incluso positivo para hacerse un hueco. Y sin duda, esto es un riesgo alto.

Lo que habrá que pedirle a La familia de la tele es que entretenga. No que quiera posicionarse como un ejemplo de servicio público, que para eso ya están otros formatos. Que marque su propio camino alejado del de Sálvame, marcado por el humor y la diversión. Y, a ser posible y con la ayuda de dos fichajes externos como Aitor Albizua e Inés Hernand, que no sea tan reality autorreferencial como sigue siendo Ni que fuéramos Shhh, pudiendo verse en cualquier momento sin necesidad de conocer todas sus historias. En definitiva, que como magacín de entretenimiento entretenga y divierta. Que ya es suficientemente difícil.

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