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Tres expertas de carreras “no habituales” para la producción de biogás en Andalucía

Ana de Vicente Lázaro, 23 años, ingeniera de la energía, natural de Constantina (Sevilla); María Luisa Sánchez Barrios, 36 años, ingeniera química, nacida en el Viso del Alcor, también en Sevilla; Mari Valle García González, 28 años, graduada en Ciencias Ambientales y natural de Écija. Son tres mujeres que forman parte de la plantilla de 22 personas de AGRBiogás, considerada empresa pionera en promover, construir y operar plantas de biogás en Andalucía, una firma que trabaja en dar soluciones a algunos de los problemas de las sociedades actuales, como son la búsqueda de energías renovables y alternativas o la valorización de restos orgánicos, entre otros.
Las tres tienen distintas historias, pero todas tienen en común que son un ejemplo de que el papel de la mujer en puestos de responsabilidad en empresas ya no tiene marcha atrás. Y eso que no todas tenían claro cuando comenzaron a estudiar por dónde iban a ir sus respectivas profesiones. Lo que sí comparten es la necesidad de encontrar y asentar nuevas formas de energía que hagan a la gente la vida más fácil y maltraten lo menos posible al planeta.
Ana, la más joven, acaba de salir de la Universidad y ya trabaja en lo que ella buscaba cuando vivía entre libros en las aulas. “Ingeniería de la Energía es una carrera relativamente nueva. Aquí en Sevilla llevará unos quince años”, explica aunque “quería hacer alguna carrera de ciencias tirando a matemáticas o física, porque es lo último que das en el instituto y lo conoces”.

“Pero realmente la matemática y física aplicada es ingeniería, y, dentro de la ingeniería, esta es más social, por el hecho del enfoque renovable”, dice al resumir su forma de ver su formación y su trabajo.
Entonces, cuando estaba estudiando, no pensaba en las posibles salidas laborales, porque estudiaba lo que le gustaba: “Yo sabía que tenía salidas, que ahora mismo está súper demandada mi carrera, y que no hay mucha gente que está formada en ella”, revisa para señalar que no piensa en un posible doctorado, sobre todo porque el tiempo que tiene es poco como para pensar en eso.
Una ingeniera química, entre las principales expertas de biogás de Andalucía
María Luisa es una de las principales expertas de biogás de Andalucía, y en AGRBiogás es responsable del Departamento de Procesos de I+D. Sin embargo, explica que, a pesar de la responsabilidad que tiene ahora, “no sabía lo que era la ingeniería química”.
“Yo era como Ana. Me gustaba la ciencia, me gustaba mucho la aplicación, la tecnología y demás, pero no me veía en industriales. Pero un día fui a una mesa redonda de la Universidad de Sevilla (que ya no sé si la siguen haciendo) a la que acuden representantes de distintas universidades y te presentan carreras”.
Fue entonces cuando descubrió la Ingeniería Química por primera vez, y además le vio relación con un lugar por el que pasaba a diario: la cementera de Alcalá de Guadaíra, “que de noche para mí era como la NASA”. Ahí comenzó una relación con ese trabajo que se mantiene hasta ahora. Aunque pasa media vida laboral en su oficina, asegura que, sobre todo, le gusta estar en la planta sobre el terreno. De hecho, poco después de terminar la entrevista se tiene que marchar a pie de planta para supervisar que todo va conforme a lo previsto. Es responsable de operar la primera planta de biogás de Andalucía y trabaja en el proyecto de la que será la primera planta conectada a la red de gas en La Calahorra.
La inquietud por lo natural
A Mari Valle, por su parte, siempre le gustó todo lo relacionado con la preservación del medio natural: “Siempre he tenido mucha conciencia con el medio ambiente y no sabía qué estudiar, pero ahí estaba la biología. De pequeña quería estudiar veterinaria, siempre barajando opciones relacionadas y ambientales”.
Así, cuando se planteó su formación universitaria, investigó hasta llegar a lo que finalmente fue su carrera, “que al ser tan amplia tenía muchas posibilidades”. Afirma, por último, que quiso probar “a ver qué pasaba” y acertó.
“En lo referido a la planta de biogás, mi papel es todo el control ambiental que hay detrás, que aunque pueda parecer que no es mucho, para tener una planta en funcionamiento y para poder generar biometano hay que controlar tanto las emisiones canalizadas como las no canalizadas. Tenemos que hacer estudios de olores, de ensayos acústicos…”. Hay que conseguir, en esencia, que la planta “no solo sea útil, sino que, por ejemplo, en relación con los ruidos, no moleste a los vecinos”.

Las tres afirman que en sus aulas había un importante porcentaje de mujeres, y que se nota cada vez más que las universidades se mueven al mismo nivel de igualdad que el resto de la sociedad en ese sentido. Algo que se empieza a notar, además, en las carreras que no eran “de las habituales”, como periodismo, magisterio o derecho.
En busca de combustibles alternativos
En la actualidad, AGR Biogás cuenta con la primera planta de biogás de Andalucía, situada en Campillos (Málaga) que está operativa desde 2016. Además, en avanzado estado de construcción se encuentra la planta de La Calahorra (Granada), que será la primera de la región en inyectar biometano a la red de gas natural y que empezará a funcionar el próximo mes de octubre.
Durante el año 2025, otras cuatro plantas iniciarán su construcción y en menos de cinco años se espera alcanzar la treintena de plantas de biometano funcionando en Andalucía. En la provincia de Sevilla, las primeras plantas en ver la luz están ubicadas en parcelas próximas a los municipios de Fuentes de Andalucía y Salteras. En Cádiz, en el Puerto de Santa María. Y en Córdoba, en el municipio de Espejo.
Cómo se crea el biogás lo explican estas expertas con un sencillo ejemplo:“El biogás lo producen una bacterias, presentes en los intestinos de muchos animales, cuando se les da de comer lo que les gusta y se mantienen las condiciones correctas para su supervivencia y proliferación.”
Y es que el biogás o biometano es un gas combustible generado por fermentación microbiológica que puede utilizarse en aplicaciones eléctricas, térmicas o como carburante. Contribuye a solucionar dos problemas: la gestión de restos orgánicos, porque si éstos no se tratan, resultan muy contaminantes para la atmósfera, y la producción de energía renovable, limpia, versátil, que no se agota.
Una planta de biogás se concibe como un claro ejemplo de economía circular. Todo se aprovecha, se reutiliza y vuelve a la tierra dando aporte, y además se arregla un problema. Actualmente, en Andalucía y, en general, en España, hay falta de materia orgánica de los suelos. Con este tipo de proyectos se devuelve a la tierra materia orgánica, la hace más fértil.
“La planta es como el estómago de una vaca, con dos partes. Se siembra con bacterias de heces de vaca. El proceso tiene que tener una alimentación constante y equilibrada para que las bacterias que están dentro del proceso se alimenten de ellas, de la materia orgánica que están metiendo y produzcan el biogás, y aparte, produzcan el fertilizante equilibrado con materia ya digerida”, explica María Luisa.
La bacteria, además, “es muy delicada. No le gustan los cambios de temperatura, no le gustan los cambios en general, ni los de dieta siquiera”. El biogás “se puede meter en un motor y producir electricidad; se puede meter en una caldera y producir calor; o se pueden unir ambas tecnologías con cogeneración para producir tanto electricidad como calor” pero, a diferencia por ejemplo del carbón, su impacto en el medio ambiente es mucho menor.
La necesidad de más tecnología
“Si no se ha impuesto esto es porque es una tecnología que no estaba en España. Hay mucha explotación agrícola, ya sea de ganadería o de campo, pero siempre ha habido una reutilización de los excedentes o los restos en estas explotaciones. No ha habido problema. Pero llega un momento en el que tenemos que descarbonizarnos y lo que antes no se hacía, ahora se hace”.
Cuando funcione la planta de La Calahorra, podrá alimentar 11.000 hogares al año con 60 GW hora. Y todo, con la Agenda 2030 en el aire, y todos los esfuerzos encaminados a hacer una “gestión verde” de la energía.
Las tres coinciden en que el negacionismo del cambio climático hace daño, pero ponen un argumento sobre la mesa que es digno, al menos, de analizar: “Si se trata de negar lo evidente, al menos que vengan con argumentos, y podremos dialogar sobre el tema”. “La peor mina es la desinformación y la información sesgada”, apostilla Ana.
(Este reportaje se ha hecho con la colaboración de AGR Biogás)
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