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Cultura democrática: que nunca sea suficiente
Hace unos días asistí en representación de mi organización al acto inaugural del programa España en libertad, 50 años. Memorias de dictadura y democracia. Unas actuaciones organizadas por el Ministerio de Política Territorial y Memoria Democrática que se están llevando a cabo con una importante representación institucional, académica, política y social desde su presentación. Y con las que, en líneas generales, se pretende conmemorar el 50º Aniversario de la finalización de la dictadura franquista y la restauración de la democracia y las libertades en nuestro país.
Una acertada iniciativa del Gobierno de España que, sin duda, sabrá poner en valor aquellos acontecimientos que se produjeron en nuestro país y que supuso el cambio de nuestro sistema político de la dictadura a la democracia y, como consecuencia, permitió el salto definitivo a la modernización de España y la mejora de nuestras relaciones internacionales.
Este salto cualitativo trajo consigo la superación del período mas negro de la historia reciente de nuestro país: la dictadura del General Franco. La cual se había caracterizado por la pérdida generalizada de derechos y libertades de la población española y por la represión que se ejercicio contra ella desde todos los ámbitos del Estado. Una dictadura que fue la consecuencia de un golpe militar promovido por un grupo de militares desleales con su propia patria y apoyados por ejércitos de otros países europeos dirigidos por otros autócratas fascistas.
En todo momento, durante el periodo histórico de la dictadura, imperó en nuestro país un relato histórico pervertido por la mano de los vencedores/represores, cuyo sesgo siempre ocultó el relato de los perdedores, el de los oprimidos
Un golpe militar que, a su vez, provocó un conflicto civil con miles de pérdidas y una cruel represión posterior que facilitó las condiciones para instaurar esa dictadura que, entre otras muchas consecuencias, dividió el país entre una clase dominante, los vencedores; y un sector de población oprimido, los vencidos. En todo momento, durante el periodo histórico de la dictadura, imperó en nuestro país un relato histórico pervertido por la mano de los vencedores/represores, cuyo sesgo siempre ocultó el relato de los perdedores, el de los oprimidos.
Ese relato sesgado aún permanece en gran parte de la sociedad española y sus instituciones. Lo que hemos pasado a llamar el “franquismo sociológico” que de manera muy calculada ha permitido que aún se conserven muchos aspectos que protegen y blanquean aquella “gesta militar” y sus atroces actuaciones contra la población y contra sus derechos y libertades.
Desgraciadamente, 50 años de historia tras la dictadura parecen no haber sido suficientes para recuperar ese relato oculto de las víctimas ni reparar el dolor causado en ellas. Así como tampoco se ha profundizado lo suficiente en este tiempo en los valores y virtudes democráticos que fueron ultrajados durante el periodo dictatorial.
Es seguro que se debería de haber incidido más durante estos últimos años en la profundización en esos valores y principios democráticos de lo que se ha hecho. De haber ocurrido así, es muy probable que la cultura democrática colectiva de nuestro país hubiera evitado de forma preventiva el auge de los posicionamientos neofascistas que ya tenemos en nuestras instituciones. Al igual que hubiéramos avanzado mucho más en la consolidación de nuestra democracia y en el respeto a sus instituciones.
Es triste comprobar hoy día cómo muchas comunidades autónomas gobernadas por partidos de derechas se resisten a desarrollar e implementar leyes de recuperación de la memoria histórica y democrática previamente aprobadas por sus respectivos parlamentos, sin tener en cuenta aquel principio tan reiterado como que “el pueblo que olvida su pasado está condenado a repetirlo”. Precisamente en un país que conoció en su historia reciente cómo el fascismo acabó con un sistema democrático, implantando una dictadura militar sostenida por un poder oligarca y opresor de los sectores sociales más humildes.
Las leyes memorialistas reservan un apartado importante dedicado a la importancia de conocer cómo se perdió aquella democracia y las consecuencias que eso provocó para evitar que episodios similares vuelvan a ocurrir
Así, es conveniente que nos rearmemos permanentemente con esos valores y principios democráticos porque así sabremos defender y preservar nuestra democracia actual ante amenazas involucionistas. Y por eso esas leyes memorialistas aún en vigor, reservan un apartado importante dedicado a la importancia de conocer cómo se perdió aquella democracia y las consecuencias que eso provocó para evitar que episodios similares vuelvan a ocurrir. Y para ello, incluye en sus articulados de forma prioritaria la necesidad de aprovechar nuestros sistemas públicos educativos para incidir en estos objetivo y asumir nuestro derecho a conocer y el deber de transmitir para desarrollar nuestra cultura democrática.
Es alarmante que muchos de estos gobiernos autonómicas no estén respondiendo a estas obligaciones legales adecuando los contenidos curriculares al conocimiento completo de nuestra historia reciente, renunciando a la formación del profesorado en el mismo sentido y la traslación a las aulas de esos conocimientos.
Siendo así, no es de extrañar la aproximación de nuestros jóvenes a ideas ultras, el desconocimiento generalizado que presentan respecto a nuestra propia historia y el alarmante déficit que, según los últimos informes sobre estudios de población del CIS, presentan sobre el conocimiento de principios y valores democrática. Ausencia de Cultura Democrática que nos hace vislumbrar un preocupante futuro para nuestra propia democracia. Lo cual, inevitablemente, comprometería seriamente nuestros derechos y libertades.
La derecha y la ultraderecha están reaccionando con evidentes muestras de rechazo a estas leyes memorialistas como también lo están haciendo con estas conmemoraciones por el cincuentenario de nuestra democracia y la restauración de las libertades. Y, verdaderamente, no sé si las razones que motivan esta postura de rechazo están relacionadas con la añoranza y nostalgia por aquel viejo régimen dictatorial o, quizás, se deban a un claro déficit de cultura democrática... o, probablemente, a ambas cosas.
No obstante, debemos tener en cuenta que la democracia no es algo estanco. Si no la cuidamos y la preservamos, cada vez estará más expuesta a sucumbir ante esas amenazas involucionistas. Entonces, lo lamentaremos todos.
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