El glaciar de Monte Perdido, nueva víctima climática: “Su desaparición es inminente”
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La viabilidad de los glaciares pirenaicos se ve amenazada hace años por la influencia del cambio climático. El de Monte Perdido es uno de los 15 glaciares que quedan en el Pirineo y esta semana ha sido incluido en la Global Glacier Casualty List, un registro que documenta los glaciares que han desaparecido o están en riesgo de ello. Este listado se hace con motivo de la declaración de 2025 como año internacional de la preservación de los glaciares
Nacho López Moreno es investigador del Instituto Pirenaico de Ecología (IPE-CSIC) y ha escogido, junto a otros expertos, el glaciar de Monte Perdido como ejemplo para formar parte de esta lista, “realmente podríamos haber elegido cualquiera de los 15 glaciares del Pirineo porque todos están en la misma situación, su desaparición es inminente. Elegimos Monte Perdido porque también buscaban glaciares con historia, Monte Perdido aglutina mucha, sobre todo de alpinismo, del interés de los naturalistas y cartógrafos, lo que garantiza un registro muy bueno que permite ver su evolución. Hemos contado la historia del glaciar y nuestras previsiones a futuro, si se repite en los próximos diez años el clima que ha pasado en los diez años anteriores, seguramente el glaciar de Monte Perdido, como prácticamente todos los del Pirineo, va a desaparecer”.
Tal y como ha adelantado el Periódico de Aragón, esta lista de víctimas climáticas establece el fin del glaciar de Monte Perdido en el año 2035. El hielo más antiguo de este glaciar datado por los científicos tiene 2.000 años, sin embargo, no va a sobrevivir a esta época de calentamiento global que estamos atravesando.
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A lo largo del siglo XX, el glaciar ha ido perdiendo entidad, pero no fue hasta las dos últimas décadas cuando esto se ha hecho más acusado. Según la información de la Global Glacier Casualty List, entre 1984 y 2010, el glaciar se redujo más del 30%. Desde 2011, los investigadores del Instituto Pirenaico de Ecología (IPE-CSIC) han controlado de forma anual la situación del glaciar, constatando que sigue reduciéndose de manera constante. En estos años, se ha observado que ha perdido más de 15 metros de espesor, “esto es el equivalente a una casa de cinco plantas, y hay algunas zonas en las que se han llegado a perder hasta 30 metros. También ha retrocedido bastante, aunque quizás en este glaciar ha sido más importante la perdida de espesor que de extensión”.
En la temporada de 2021/22, perdió 3,9 metros de grosor, seguido de 3,7 metros en la temporada 2022/23, triplicando las pérdidas anuales medias de los diez años anteriores. Moreno explica que en 2011 apareció un afloramiento rocoso “que ha ido creciendo hasta ser una masa de rocas de mucho espesor que divide el glaciar en dos” por lo que “hay una parte que ya no se puede considerar glaciar porque no tiene movimiento y el glaciar actual ha quedado recluido a una zona menos elevada a la que le da menos radiación solar. Un glaciar deja de serlo cuando pierde su movimiento. Dentro de diez años seguramente quedará algo de hielo en la zona, pero muy difícil pensar que tenga algo de movimiento, con lo cual pasará a ser un nevero”.
De los glaciares del Pirineo, el de Monte Perdido es el más grande junto al de Maladeta-Aneto. El IPE-CSIC realiza su seguimiento desde 2011 para ver cómo se comportan en estas fases finales, hasta qué punto se acelera o se puede ralentizar, y es un ejemplo para muchas otras montañas que dentro de pocas décadas se van a enfrentar a esta situación. Además del aumento global de la temperatura, “el glaciar se enfrenta a otros problemas que aceleran la fusión del hielo como que en las últimas décadas la pendiente es cada vez más pronunciada, dificultando la acumulación de nieve. En 2011 quedó al descubierto un farallón de roca caliza que actúa como un radiador al acumular más energía, además la sedimentación de polvo sahariano arrastrado por el viento tiñe la nieve de color marrón disminuyendo su reflectividad y aumentando la fusión”, exponen en la web del CSIC.
Moreno explica que el incremento mantenido de las temperaturas, más acusado en los últimos 30 años, es el causante del estado de los glaciares no solo en el Pirineo, sino a nivel global. “Para que un glaciar exista lo que necesita es que una parte considerable de su extensión esté por debajo de la temperatura media anual de los cero grados, donde se puede fabricar hielo con la nieve que cae”. En el caso de Monte Perdido, esta zona “se ha reducido a su mínima expresión, solamente hay un 10% de la extensión actual del glaciar en la que todavía se produce algo de hielo, muy poco, con lo cual lo que hace el glaciar es empezar a retroceder porque funde mucho más de lo que produce”.
En 2011 había 24 glaciares en el Pirineo Aragonés, ahora hay 15 y “con signos claros de movimiento tres o cuatro, al resto nos cuesta reconocerles estos signos, pero muestran pequeñas señales por las que todavía los consideramos glaciares”. Las expectativas de vida de estos es de 10 o 15 años, según Moreno, “a no ser que hubiera un periodo extremo de temperaturas más frías, aunque nada hace pensar que esto vaya a suceder, todos los modelos climáticos siguen marcando un calentamiento global”. Moreno explica que, aunque ahora se redujesen de forma drástica las emisiones a la atmósfera, “ya es tarde” para los glaciares pirenaicos, puesto que las reducciones se verán reflejadas dentro de unas décadas. Sin embargo, reitera la importancia de hacerlo “porque ahora hemos perdido los glaciares, pero si seguimos así recursos como la nieve o la calidad del agua se van a ver también afectados por el cambio climático y esto quizás sí que se está a tiempo de suavizar el impacto”. Concluye Moreno explicado que, a nivel global, se monitorizan los glaciares desde 1950. En estos 75 años, solo cinco el balance de masa ha sido positivo, los otros 70 años son de pérdidas: “La desaparición de los grandes glaciares del mundo puede tener consecuencias negativas para muchísima gente”.
La Lista Global de Víctimas de Glaciares tiene como objetivo recordar los nombres y contar las historias de glaciares seleccionados que están en peligro crítico o que ya han desaparecido en todo el mundo. El continuo y fuerte derretimiento y el creciente desequilibrio de los glaciares se observan en todo el mundo. El proyecto Global Glacier Casualty List se fundó en 2024 gracias a una colaboración entre la Universidad Rice, la Universidad de Islandia, la Sociedad Glaciológica de Islandia, el Servicio Mundial de Vigilancia de Glaciares y la UNESCO. El proyecto contribuye al Año Internacional de la Preservación de los Glaciares de 2025 de las Naciones Unidas .
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