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Elecciones en Venezuela, entre la verdad real y la mentira mediática
Hay una rarísima foto de la rebelde opositora venezolana Corina Machado en la que tiene la boca cerrada. La señora, a la que no se le puede negar ni la tenacidad ni la osadía, reapareció en una marcha opositora tratando de desacreditar (ya que no podia evitarla) la investidura de Nicolás Maduro. Igualmente Edmundo González aseguraba desde la República Dominicana que iría a Caracas a enfundarse la banda presidencial que decía haber ganado, eso sí, muy apoyado, pública y masivamente, por Estados Unidos y los medios occidentalistas pro-norteamericanos.
La Corina líder de la oposición reaparece en una marcha opositora con la que quería evitar la investidura de Nicolás Maduro. El chavismo había militarizado el país para evitar desmanes. Y la Corina se manifestó en Caracas, libre y coleando libremente, pese a las noticias que anunciaban haber sido detenida.
Edmundo González aseguró, desde República Dominicana, que la mañana prefijada estaría en Caracas enfundándose la banda presidencial. Sin embargo, su presencia o, mejor dicho, su ausencia no se echó de menos.
Rusia, Irán, Cuba, Nicaragua y China, por su parte, han reconocido la reelección de Maduro y enviaron delegaciones a la ceremonia. El mundo aparece dividido en dos mitades.
El Gobierno español, por su parte, después de un tira y afloja nada diplomático y que podía tener consecuencias económicas para España, acabó por manifestar que “respeta” la proclamación de Maduro como presidente electo una vez que se han cumplido “los trámites constitucionales y legales internos”.
En una nota del Ministerio de Asuntos Exteriores, el Gobierno de España expresa “su deseo de que, en el marco de la Constitución, todos los actores políticos actúen con responsabilidad y respeto a las instituciones”.
He leído y no recuerdo dónde que “para alcanzar una victoria integral es necesario que los pueblos se apropien de los medios de producción, incluyendo las plataformas de contenidos digitales”.
En las fechas actuales hay enfrentamientos y guerras que no se limitan a los lanzamientos de misiles, las detonaciones de napalm o los racimos de fósforo blanco que fueron usados por el sionismo contra la Palestina ocupada, la guerra moderna está principalmente dirigida a implosionar los cerebros. La difusión sistemática de falsas informaciones y de mentiras descaradas están a la orden del día. Ganar ideológicamente es la Puerta de entrada para justificar una intervención militar y extranjera. Y la mente es el campo de batalla.
Nicolás Maduro juramentó su toma del cargo presidencial el viernes 10 enero por la mañana para un tercer mandato en el Palacio Federal Legislativo, sede del Parlamento unicameral venezolano.
Según el artículo 231 de la Constitución: “El candidato elegido tomará posesión del cargo de Presidente de la República el 10 de enero del primer año de su período constitucional, mediante juramento ante la Asamblea Nacional”.
Esto establece el artículo 231 de la Constitución de 1999 y para dar cumplimiento a dicho mandato, Maduro acudió dicho viernes al Palacio Federal Legislativo para asumir su cargo ante los diputados.
El formalismo, sin embargo, a nivel de los medios “informativos” occidentalistas se ha visto empañado por las campañas desacreditadoras que, dentro y fuera del país, han desinformado masivamente sobre la supuesta victoria del opositor y cobardemente huido Edmundo González.
De acuerdo legalmente con el Consejo Nacional Electoral (CNE), controlado democráticamente por el oficialismo, Nicolás Maduro ganó la reelección y se impuso con el 52% de los votos.
La alianza bolivariana cívico-militar-policial venezolana está acosada por el imperio americano y sus aliados y se siente en estado de Guerra inminente. La realidad es que esa guerra podría hacerse real si no cambia el rumbo de sombras que se ciernen sobre el piso económico y el horizonte político venezolano. Es de esperar que sus nuevas alianzas internacionales ayuden a Venezuela a superar los problemas socio-económicos, antes de que sea demasiado tarde.
Venezuela es un país bajo asedio económico y geopolítico, con amenazas permanentes de violencias políticas que no se aceptarían en ningún país democrático. Esto justifica ampliamente el dispositivo de seguridad tomado en estos días.
Pero la violencia que pudo ser evitada en Venezuela no se detuvo a nivel nacional y atacó en Portugal al Consulado General de Venezuela en Lisboa que fue objeto de un atentado con un artefacto explosivo el sábado por la noche. Según la agencia de noticias Lusa, hacia las 22:00, una persona no identificada lanzó un explosivo contra la pared del edificio diplomático.
El portavoz del gobierno de Venezuela, denunció este lunes ataques contra varias sedes de sus consulados generales en Lisboa (Portugal), Frankfurt (Alemania), Medellín (Colombia), Vigo (España) y San José (Costa Rica). Según el Gobierno, los ataques fueron coordinados por los “comanditos del fascismo”, vinculándolos a los grupos políticos que respaldan la campaña de Edmundo González Urrutia.
El ministro venezolano de Exteriores, Yván Gil, declaró: “En una acción coordinada por los comanditos del fascismo desquiciado, varias sedes de nuestros consulados han sido atacadas por extremistas que hacen el mismo daño a nuestras sedes diplomáticas que quieren hacerle a nuestra amada patria bolivariana”. Asimismo, exigió a las autoridades de los países involucrados celeridad en las investigaciones para dar con los responsables y protección para las instalaciones diplomáticas, tal como establece la Convención de Viena.
En sus declaraciones, Yván Gil señaló: “El odio fascista inoculado, estimulado y protegido por años en el exterior, es la principal causa de estas agresiones”.
Es de esperar que la democracia venezolana se estabilice, pero sería ingenuo creer que las campañas internacionales van a cesar. No es sólo una lucha entre la verdad y la mentira a nivel general. Están en juego los intereses de los imperios capitalistas.
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