Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

Jonathan Arribas, escritor: “Hay que salvar el modo de vida de los pueblos, pero la homofobia tiene que desaparecer”

Jonathan Arribas

César Aldecoa

Valladolid —
28 de enero de 2025 22:05 h

0

Jonathan Arribas es un joven zamorano nacido en 1997 que tuvo que marcharse a Salamanca a estudiar la carrera de Derecho. Y cuando estaba a punto de enfocar su vida, decidió reescribirla para cambiarla por completo. Se lanzó hacia la aventura de la escritura, cursó un máster de escritura creativa en Madrid, fue residente de la Fundación Antonio Gala y, entonces, regresó a su Zamora natal para escribir su primera novela. Un viaje de ida y vuelta en el que empezó a cuestionar su vida, respiró y pudo convertirse en quien es hoy.

‘Vallesordo’ (editado por Libros del Asteroide) es un relato desde los ojos de un niño de la década de los 2000 que vive en un pequeño pueblo de la provincia zamorana. Su primera obra nos cuenta la historia de Nico, a quien poco a poco iremos conociendo con el paso de las páginas, descubriendo sus emociones, sus sentimientos y sus ilusiones.

‘Vallesordo’ es su primera novela, después de una trayectoria académica en Derecho y algunos cambios posteriores en su vida. ¿Cómo llegó hasta el mundo de la escritura?

Es un camino como largo y que tampoco tiene un origen muy claro. A los 20 o así empecé a leer de manera más continuada y a escribir reseñas, me acuerdo, en una página que se llama ‘Lecturas sumergidas’ que lleva Emma Rodríguez. Entonces ahí empecé a escribir reseñas de libros que me gustaban y a leer igual con más atención o buscando en los libros algo que antes no buscaba. Yo sentía que ahí había algo. Yo seguí estudiando Derecho, pero ya fue a los 22 cuando me fui a Madrid. Me fui a opositar para ser abogado del Estado y empecé a leer un montón, estaba todo el día estudiando o leyendo. Y eso fue un poco como… la lectura dinamitó a lo otro [la escritura], digamos.

Empecé a hacerme muchas preguntas sobre mi vida, sobre el mundo en el que vivimos, hacia dónde quería dirigir yo mis ganas de hacer cosas. Y nada, sí, ahí fue todo un poco como de película porque sí que fue decir, pues dejo esto y me voy a dedicar a la escritura. Además, sin saber, porque era... quiero que se me dé bien escribir. Quiero aprender a hacer esto que no sé hacer y dejo el mundo del Derecho en el que yo ya tenía cierto manejo. Porque llevaba estudiando cinco años, entonces fue dejar un área que yo más o menos dominaba por otra cosa. Porque la literatura es algo mucho más grande que no puede ser definido, pero sí lo dejé por esa vocación y ver qué pasaba.

Dar un cambio tan importante a su vida tiene que asustar en algún momento, mirar por el precipicio y pensar, ‘quizá ha sido todo un arrebato’. ¿Sintió dudas en algún instante?

Al principio, yo diría que como el primer año, año y medio, tenía una corazonada muy fuerte de que era eso lo que quería hacer. Entonces no dudé. Luego tampoco dudé, pero es verdad que sí que tenía miedos de que me tocase renunciar a la escritura en algún momento para ganarme la vida de otra manera. Obviamente, no vivo de la literatura ahora, pero estoy poniendo muchas ganas en ello, es algo que me está devolviendo muchas cosas, muchas de ellas no son materiales. Entonces claro, la gente de tu alrededor eso no lo valora. Mis amigas sí, porque escriben, pero en mi familia no se entiende tanto, porque yo vengo de una familia de campesinos, ganaderos, que al final han dedicado sus vidas al trabajo.

"Estoy saltando de un trabajo a otro para conseguir algo de dinero y seguir escribiendo"

Jonathan Arribas Autor de 'Vallesordo'

Y cuando llegaban a casa, pues obviamente no tenían ganas de leer un libro, porque si estás agotado física y mentalmente, pues no lees. Entonces sí que mi entorno cercano no se entendía que yo estuviera dedicándole tanto tiempo a algo que no me daba ningún rédito económico. Y eso sí que era difícil, porque era algo que yo valoro muchísimo y que no se entiende, que yo lo valore tanto y que no estoy viviendo de eso. Estoy saltando de un trabajo a otro para conseguir algo de dinero y seguir escribiendo. Entonces sí, las dudas se desvanecían en cuanto me ponía a escribir, porque yo sentía que ahí había algo.

Hablemos de su tierra, de Zamora, de Palacios del Pan y Montamarta, los pueblos de su vida… ¿Cómo de importante ha sido para ser quien es ahora?

Pues yo pasé mi infancia y mi adolescencia ahí. Entonces fue tan importante, y esto lo pienso ahora, tanto vivir ahí mi infancia y mi adolescencia como marcharme. Porque si soy como soy hoy es gracias a que estuve viviendo tres años en Madrid. En Madrid sucedió todo esto, como una transformación. No es casualidad que dejara de estudiar Derecho, que empezara a escribir y salir del armario a la vez. Cuando empiezas a hacer lo que quieres en un aspecto de tu vida, también cuestionas por qué no hago lo que quiero en otros aspectos. Entonces fue importante pasar ahí mi infancia y mi adolescencia. Pero tan importante fue vivir ahí, como alejarme para ver cómo había sido mi vida en ese lugar. Incluso desde el punto de vista de la escritura yo diría que fue más importante lo segundo.

En un primer momento, la voz narradora también era adulta, pero lo descartó y se quedó con el Nico niño que ahora podemos conocer.

Tardé un año y medio en que eso ocurriera. Desde que empecé a escribir el libro lo contaba un adulto, rememorando su infancia, y cuando llevaba un año y medio decidí que el Nico niño era quien tenía que contar toda la historia. Por varias razones, una de las más curiosas fue que sentí como si el Nico niño se rebelase contra el Nico adulto. Había una escena clave relacionada con el programa de ‘Fama, ¡a bailar!’, en la que Nico niño de repente hablaba un montón. Hablaba y no paraba de hablar y lo sentí como una especie de revelación. Como si el niño se rebelase contra el adulto y dijera, esta historia la quiero contar yo.

Y entonces dije, pues si esto es así, ¿por qué no hacer que el Nico niño cuente toda la historia? Empecé a buscar libros que estaban contados desde el punto de vista de un niño o de una niña para ver cómo eran esas voces infantiles. Los dos más importantes ahí fueron ‘La vida por delante’ de Romain Gary, y ‘Necesitamos nombres nuevos’ de NoViolet Bulawayo, que volví a ellos durante el proceso de escritura para ver el ritmo de las frases. Escribir esta historia fue como que de repente Nico estaba contando su historia a través de mí. Eso también fue para mí muy bonito porque nunca había escrito de esa manera tan entregada.

Nico nos va a presentando al resto de los personajes de su historia, sus padres, su abuela, su tía, sus profesores, sus compañeros. Todo visto desde la perspectiva de un niño de diez años, con la inocencia que tiene, las situaciones que se va encontrando.

Pues justo una amiga me decía... Es que en tu libro está acotada como la historia de un verano en el que no sucede nada extraordinario. Bueno, a Nico sí que le sucede, pero lo que le rodea no es nada extraordinario. No hay como muchas cosas extraordinarias que ocurran, sino que es algo cotidiano. La novela sucede como en esa cotidianidad. Y eso no lo elegí yo tampoco. O sea, no fue como algo voluntario que yo quisiera que la novela transcurriese así. La escritura se me iba hacia esa cotidianidad como para ver cómo se comportan los personajes. Sin necesidad de que estén en una situación excepcional como para ver cuál es su carácter.

"Escribir esta historia fue como que de repente Nico estaba contando su historia a través de mí"

Jonathan Arribas Autor de 'Vallesordo'

Una de esas ‘cosas de niños’ es la ilusión y el amor de Nico por bailar, emocionado cada vez que ve en la televisión ‘Fama, ¡a bailar!’. Sin desvelar todos esos sentimientos que experimenta el protagonista, ¿cómo se le ocurre que utilice latas de Coca-Cola como si fueran tacones?

Nosotros cuando éramos niños me acuerdo que lo hacíamos. Era algo que yo hacía y que me parecía que era muy visual que Nico lo hiciese. Y también, bueno, representan un montón de cosas esas latas de Coca-Cola. El hecho de que no haya tacones en su casa y tenga que buscar esas latas.

Nico nos demuestra que, quizá en algún momento de nuestra vida, no hemos tratado bien a alguien, que le hemos hecho sentir incomprendido. En ‘Vallesordo’ también hablas de eso, de situaciones en las que alguien puede haberse sentido ‘alejado’ del resto.

Sí, el libro habla un poco de la incomprensión. Es verdad que no se le da mucho protagonismo porque quería que estuviera ahí, pero que la historia no fuera sobre eso. Quería hablar de la ilusión, Nico es un niño que tiene mucha fuerza, mucha energía, como dice él, como para tirar hacia adelante. Y las cosas que le dicen las personas que están a su alrededor le afectan, pero no apagan esa ilusión que él tiene. Entonces, tengo también curiosidad por ver cómo pueden sentirse esas personas que quizás en su infancia o adolescencia tratasen mal a alguien parecido a Nico.

¿Cuánto de Jonathan hay en Nico?

La historia parte de las emociones que recuerdo haber sentido como cuando yo era niño. Nico no soy yo de niño. Nico yo siento que tiene una capacidad para tirar hacia adelante y una ilusión y unas ganas que yo no tenía de niño. Me parece como un niño muy valiente. Entonces, las emociones sí que son mías porque al final, no sé, creo que es difícil escribir sobre algo que no has sentido. Luego los hechos es otra cosa. Inventar personajes es otra cosa. Pero lo que está debajo, que es lo que no se ve, que es la atmósfera o la emoción que está como una corriente submarina y por debajo del capítulo o de la historia, eso es propio.

Y sí, al principio me acuerdo que me daba miedo que la gente pensara que... sí, que era yo, Nico era un alter ego o algo así. Entonces, intentaba que no se pareciese a mí. Incluso físicamente Nico no era pelirrojo al principio. Pero luego pensé como... si Nico es pelirrojo, voy a poder hacerlo como más realista porque yo sé lo que es ser un niño pelirrojo, lo que es tener pecas. Llegó un punto en el que yo quería que esta historia saliera muy bien, me enamoré de esta historia. Entonces dije, pues yo le presto al personaje lo que le falta.

Pongámonos menos serios, al margen de Nico, ¿cuál es el personaje que más ha disfrutado desarrollar en ‘Vallesordo’? ¿Y su favorito?

Seguro que respondo algo distinto si me hacen esta pregunta más veces. Pero hace poco estuve hablando de ‘La Yesi’, la perra de Nico, yo diría que es uno de mis favoritos porque también es un personaje que tenía menos importancia en las primeras versiones y que cada vez fue ganando más importancia.

Volvamos a Zamora, ¿en qué se basó para representar el mundo de ‘Vallesordo’?

En los pueblos muchas personas tienen un autoconcepto negativo, en el sentido de que sienten que lo más importante ocurre como fuera del pueblo. Por ejemplo, la frase de “tú estudia, hijo, conviértete en otra cosa y sal del pueblo”. Yo era una persona muy estudiosa, estudié Derecho, aprendí a manejar unos códigos lingüísticos, con tecnicismos, luego me fui a Madrid, seguí aprendiendo, pero sentía que esas palabras estaban desconectadas de la realidad.

"Llegó un punto en el que yo quería que esta historia saliera muy bien, me enamoré de esta historia"

Jonathan Arribas Autor de 'Vallesordo'

Empecé a escribir, yo llamaba a mi abuela y le decía que me contase una historia y que escribía esa historia. Y sentía que las historias estaban ahí, en ese mundo, y no en el mundo en el que yo había vivido, que me parecía como todo muy aséptico, muy blanco, muy insulso. Entonces hice un glosario con las palabras de mi abuela, iba con ella y con sus amigas para escuchar cómo hablaban, porque yo me acuerdo de niño imitarlas, su forma de hablar. Eso era algo que había perdido, al estar fuera y pasar mucho tiempo leyendo manuales de Derecho Civil. Así fui recuperando ese léxico que está en el libro.

La vuelta a Zamora le ayudó entonces con el desarrollo del libro, pero también fue importante alejarse previamente.

Sí, para mí alejarme fue muy importante también en lo personal. Desde el pueblo, la persona a la que se le lanzan elogios es la persona que viene de Madrid con un coche y que se ha comprado cinco fincas, que trabaja en, yo qué sé, directivo en una farmacéutica… Entonces, esa es la persona a la que lanzan elogios y desde que eres niño es como si fuera el modelo a seguir. Qué mal, o sea, que sea el modelo a seguir. Para mí no lo fue, yo no me alejé para convertirme en ese directivo, sino para cuestionar cosas que ocurrían en el pueblo, también que tienen que ver con la homofobia. Luego ya volví habiendo salido del armario, entonces esa identidad que ya estaba formada, sentía que no estaba amenazada y ya pude hacer que las dos cosas convivieran.

Voy a abandonar un momento las cuestiones sobre su obra, para preguntarle por un tema tan preocupante como la despoblación. Zamora ha sido la provincia de Castilla y León que más población ha perdido en el último año, aunque la capital ha aumentado ligeramente sus residentes. Son cifras, noticias, que leemos, que se suceden año a año, y nos muestran una cruda realidad.

A nivel personal, desde hace un año vivo en Zamora Ciudad. Estoy cerca del pueblo, como a 20 minutos, pero no estoy en el pueblo. Entonces no he vuelto al pueblo del todo, pero sí siento que hay una especie de abandono o desinterés por estos estilos de vida o por estas zonas, que a mí me da pena. Porque desde el punto de vista personal, las calles en las que yo, igual que Nico, he jugado, y sobre todo pensando en Palacios del Pan, son calles que dentro de 15 años van a tener poquísimos habitantes. Me da pena porque siento que hay cosas de ese estilo de vida que merece la pena salvar, conservar, incluso recuperar algunas antiguas, pero cuestionando otras. Por ejemplo, la homofobia, obviamente. Eso tiene que desaparecer.

Hay muchas cosas de los pueblos que merecen la pena ser salvadas. Otras no, como la homofobia o las violencias hacia ciertos colectivos"

Jonathan Arribas Autor de 'Vallesordo'

El término este de la ‘España Vaciada’, al menos en Palacios del Pan, no siento que eso haya dado lugar a ningún tipo de cambio. Y claro, si no hacemos algo, esas formas de vida, ese acervo lingüístico, esa sabiduría, ese folclore, se va a perder. Hay muchas cosas que merecen la pena ser salvadas. Otras no, como he dicho, la homofobia o las violencias hacia ciertos colectivos, pero las cosas que merecen la pena ser salvadas yo creo que sí que tendríamos que estar ahí pendientes las personas de nuestra generación para hacerlo, porque sí, porque si no sería una pena.

Por último, ‘Vallesordo’ nos cuenta la historia de Nico, desde su voz de niño, con las relaciones con los adultos que le rodean en su familia, escuela, sus compañeros y amigos. Un relato cargado de sentimientos y recuerdos. ¿Qué le gustaría que sintieran quienes lean sus páginas?

Una lectora que vino a la presentación del libro a Zamora desde Valladolid, que me hizo mucha ilusión que viniera, me dijo que quería leérselo poco a poco porque sentía los veranos de su infancia cada vez que lo abría. Eso me pareció muy bonito, que los niños interiores de las personas que lean se sientan acompañados por Nico. Que sientan que están dentro de la historia, que todo está en directo, que sientan muy de cerca lo que siente Nico, que estén dentro de la historia y que... sí, que se dejen atrapar.

Etiquetas
stats