Café o té, ¿cuál es mejor para desayunar?

Hay alimentos que parecen rivales: ¿kétchup o mayonesa? ¿Hamburguesa o pizza? Y uno de esos debates gastronómicos puede surgir desde que empieza el día: ¿qué es mejor tomar por la mañana, una taza de café o una de té?
En los países occidentales, por ejemplo, nos decantamos mayoritariamente por el café. Esto se refleja en los medios de comunicación, donde es común ver publicadas noticias sobre sus propiedades beneficiosas para la salud.
Pero ¿qué pasa con su “oponente”, el té? No hay que olvidar que hablamos de la segunda bebida más consumida a nivel mundial, solo detrás del agua, y que es muy popular en Asia y varios países de América del Sur. ¿Resulta igualmente beneficioso para el organismo? ¿Posee efectos similares al café?
El café tiene cafeína y el té, ¿teína?
Es una verdad por todos conocida que el café lleva cafeína y el té, teína… Pues no. Solemos usar este término para referirnos a la cafeína presente en el té, pero científicamente no existe como un compuesto distinto.
Los granos de la planta del café, que posiblemente tiene su origen en el norte de Etiopía, se procesan y se tuestan para elaborar la bebida. Además de la citada cafeína, contiene otros compuestos, como el ácido clorogénico, cuyos efectos antioxidantes ayudan a proteger las células del daño oxidativo y pueden tener efectos antiinflamatorios.
La cafeína es conocida por sus efectos estimulantes sobre el sistema nervioso central, lo que ayuda a mejorar el estado de alerta y la concentración. Numerosos estudios han demostrado que una taza de café puede mejorar el rendimiento cognitivo y la memoria a corto plazo. No obstante, el consumo excesivo puede generar efectos secundarios indeseados, como nerviosismo, insomnio o aumento de la frecuencia cardíaca, por lo que se recomienda moderar su ingesta.
El té: un rival silencioso
Al otro lado del ring, tenemos al té, una bebida originaria de China que ha conquistado todo el planeta.
Existen varios tipos, siendo los más comunes el té verde, el té negro, el té blanco y el té oolong, todos derivados de la planta Camellia sinensis. Como apuntábamos antes, contiene cafeína, aunque la cantidad exacta depende del tipo de té y su método de preparación.
Pero tampoco en este caso es su único componente, ni mucho menos.

Propiedades del té verde
El té verde, en particular, es muy reconocido por sus propiedades antioxidantes gracias a su alto contenido de polifenoles, como las catequinas. Las investigaciones han demostrado que estos compuestos proporcionan un efecto protector sobre el sistema cardiovascular y pueden ayudar a reducir el riesgo de enfermedades crónicas como la hipertensión o la diabetes tipo 2.
Además, a diferencia del café, el té verde contiene L-teanina, un aminoácido que promueve la relajación sin inducir somnolencia. Esto crea una sensación de “alerta tranquila”, que puede ser más suave que la producida por el café.
Por último, algunos estudios sugieren que el consumo regular de té verde puede reducir el riesgo de ciertos tipos de cáncer, como el de mama y el de próstata, aunque los resultados aún no son concluyentes.
Virtudes del té negro
El té negro, por su parte, tiene más cafeína que el verde. Se ha demostrado que ayuda a mejorar la función cognitiva y la memoria de manera similar al café, si bien de forma menos intensa.
Además, es conocido por sus efectos positivos en la salud cardiovascular, ya que su consumo regular puede ayudar a reducir los niveles de colesterol malo (LDL) y favorecer el estado de los vasos sanguíneos.
Dichos efectos pueden ser comparables, e incluso complementarios, a los beneficios que ofrece el café en términos de salud cardiovascular, con mecanismos diferentes.
Bonus: ojo, no todo lo que llaman “té” es té
Existen plantas y preparados que tradicional o popularmente son conocidas como “té” que no pertenecen al género Camellia: té de roca, té rooibos, té de manzanilla, té de burro, té de monte, té de tilo, té de menta, té de hibisco, té de hierbaluisa, té de romero, té de sauco, etc.
Estas plantas no contienen cafeína ni poseen propiedades estimulantes como el verdadero té (C. sinensis), aunque son apreciadas por diversas propiedades medicinales o su sabor en infusión.
Fin del combate, el ganador es…
¡No hay ganador! Tanto una taza de café como de té constituyen una gran elección. Como hemos comentado, ambos contienen cafeína en diferentes cantidades, lo que influye en la forma en que afectan nuestro nivel de energía y concentración.
Mientras que el café proporciona un estímulo inmediato y más potente, el té –especialmente el verde– ofrece una estimulación más suave y prolongada, con beneficios adicionales para la salud gracias a sus antioxidantes y compuestos únicos como la L-teanina.
Así que, para aquellos que buscan una alternativa menos intensa al café o desean aprovechar sus propiedades antioxidantes, el té puede ser también una excelente opción.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Puedes leerlo aquí.

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