Un paseo por la playa o ejercicio junto a un río: cómo las actividades cerca del agua mejoran nuestro bienestar

Aproximadamente el 40% de la población mundial vive a menos de 100 km de la costa, según datos del Banco Mundial. Esto representa a más de 3.000 millones de personas. Además, cerca de 1.000 millones de personas, un 12% del total, viven a menos de 10 kilómetros. Grandes ciudades del mundo, como Tokio, Nueva York o Shanghái están cerca de puertos, desembocaduras de ríos o lagos. No cabe duda: a los humanos nos gusta el agua.
Pero las grandes masas de agua no solo son una fuente de riqueza y recursos naturales, también tienen efectos muy positivos sobre nuestra salud física y mental.
Los espacios azules a tu alrededor
Vivir cerca del agua, ya sea del mar, ríos, lagos o incluso fuentes, puede tener un impacto profundo y positivo en la salud física y mental. Este fenómeno es conocido como el beneficio de los “espacios azules”, porque son entornos cerca del agua, como explica este documento de la OMS, y no deben confundirse con las “zonas azules”, la etiqueta bajo la que se han popularizado los lugares con una mayor concentración de personas centenarias.
A diferencia de los espacios verdes, que suelen recibir más atención en las ciudades y barrios, proveer acceso a los espacios azules se está revelando como una influencia positiva en las poblaciones por sus beneficios para la salud, que van desde la mejora del estado de ánimo hasta la promoción de la actividad física y la reducción del estrés.
La conexión entre el agua y la salud mental
Uno de los aspectos más estudiados de los espacios azules es su impacto en la salud mental. Vivir cerca del agua se asocia con niveles más bajos de estrés, ansiedad y depresión. Esto se debe en parte a la capacidad del entorno con agua para inducir un estado de relajación y calma. Una parte es debida a que el sonido de las olas del mar, el murmullo de un río o el reflejo de la luz sobre un lago pueden generar un efecto de calma en nuestra mente en apenas minutos.
En un estudio aleatorizado de 2020 se asignó a los voluntarios, oficinistas sanos del Parque de Investigación Biomédica de Barcelona, a caminar 20 minutos al día, cuatro días a la semana, durante tres semanas. Para el estudio se les dividió en entornos diferentes: un espacio azul con agua y en un espacio urbano, mientras que el grupo de control no caminó.
Cristina Vert, investigadora medioambiental y autora principal del estudio, explica a elDiario.es: “Lo que vimos después de caminar por el espacio azul, o sea, al lado del mar, fueron efectos positivos en el bienestar y en el estado de ánimo de las personas participantes”. El estudio de Vert midió estos parámetros mediante test estándar que debían completar, entre otros, el POMS (perfil de los estados de ánimo) o el índice de bienestar 5 de la OMS. Sin embargo, no pudo encontrar diferencias significativas en la presión arterial y la frecuencia cardíaca.
Una revisión de estudios de 2021 sí pudo hallar otras conexiones. En concreto, se observó que tener acceso a espacios con agua tenía un efecto positivo en el nivel de “restauración”, que incluye una mejora del estrés, la ansiedad, el estado de ánimo depresivo y un mayor bienestar psicológico, todos ellos factores que están relacionados con una reducción del riesgo de enfermedades cardiovasculares y problemas de salud mental. Además, se encontraron dos beneficios añadidos: vivir cerca del agua hacía que las personas hicieran ejercicio físico con más frecuencia (un 14% de incremento de media) y aumentaran sus contactos sociales, algo que se pudo comprobar en otra revisión de estudios de 2020.
Las relaciones sociales son el foco de un nuevo estudio piloto de la investigadora Cristina Vert, que se enfocará en la viabilidad de hacer “amigos en la naturaleza”, una intervención multinacional centrada en prescribir paseos en compañía para mejorar el bienestar y la salud. “Es un proyecto global bastante grande en el que queremos ver si el contacto con la naturaleza puede solucionar los efectos negativos para la salud relacionados con la soledad con actividades programadas en grupo en la naturaleza”.
Vivir cerca del agua se asocia con niveles más bajos de estrés, ansiedad y depresión
Un estudio internacional de 2023 liderado por científicos chinos pudo observar que los espacios azules eran ligeramente más eficaces para reducir la actividad nerviosa simpática que los espacios verdes. Según explica el estudio, los sonidos naturales del agua activan el sistema nervioso parasimpático, que es responsable de la respuesta de “descanso y digestión” del cuerpo, que se contrapone al sistema nervioso simpático, que se activa en situaciones de estrés y prepara al cuerpo para la lucha o la huida.
Además, la exposición a entornos acuáticos fomenta la atención plena. Igual que en Japón los médicos recetan baños de bosque como ayuda a la terapia de diferentes dolencias, se ha comprobado que los sonidos constantes pero predecibles del agua tienen el efecto de producir una atención relajada es similar al que se busca en prácticas como la meditación, y puede ayudar a reducir los síntomas del estrés o de la ansiedad y la depresión.
Beneficios para la salud física de vivir cerca del agua
Los beneficios de vivir cerca del agua también alcanzan a la salud física, aunque sea de forma indirecta. Una de las asociaciones encontradas es el impacto significativo en la actividad física. Vivir cerca del mar, un río o un lago parece invitar a actividades como nadar, caminar, remar, montar en bicicleta o practicar deportes acuáticos. Varios estudios han encontrado que las personas que viven cerca de estos espacios hacen un 14% más ejercicio en general, tienen menos probabilidades de ser sedentarias (vivir cerca de un lago o un río hace que descienda el riesgo de quedarse en casa en un 84%), y su actividad física más intensa (medida como el gasto de energía, que fue entre 1,4 y 3,8 veces más que el control para las personas cerca de un espacio azul), especialmente en el caso de los niños y las personas mayores.
El aire cerca del agua, especialmente en las costas marinas, también tiene propiedades beneficiosas para la salud respiratoria. El aire marino es más húmedo y puede ayudar a compensar los efectos perjudiciales de la contaminación atmosférica y la prevalencia de afecciones como el asma o la bronquitis. Además, la exposición moderada al sol en estas zonas permite la síntesis de vitamina D, aumentando aún más los beneficios para la salud y el sistema inmunitario.
Por desgracia, no todo el mundo tiene el mismo acceso a estos espacios azules. Para Cristina Vert, “se pueden conseguir efectos positivos en la salud de la población, siempre y cuando estos espacios naturales sean de calidad y accesibles para la población, que estén distribuidos de una manera equitativa y la gente se sienta segura cuando va a estos espacios”.
Lo que vimos después de caminar por el espacio azul, o sea, al lado del mar, fueron efectos positivos en el bienestar y en el estado de ánimo de las personas participantes
Un estudio realizado por investigadores en el Reino Unido y en México pudo comprobar cómo en estos países tan dispares, el acceso a los espacios azules estaba desigualmente distribuido entre los distintos niveles socioeconómicos. El acceso a lagos, por ejemplo, era indicativo de un estatus socioeconómico más alto. Los investigadores advertían de que la calidad del medio ambiente en distintos estratos sociales puede agravar la desigualdad en la distribución de los espacios azules.
La teoría de la restauración de la atención, descrita por Kaplan en 1989, sugiere que la fatiga mental y la concentración pueden mejorar si se pasa tiempo en la naturaleza o contemplándola. La capacidad del cerebro para concentrarse en un estímulo o tarea específicos es limitada y da lugar a la “fatiga de la atención dirigida”, y los entornos naturales, y en particular los espacios azules, ofrecen la posibilidad de restaurar nuestra capacidad de concentración y reducir la fatiga mental, como pudo medirse en una tarea de recordar números, en la que la exposición a espacios naturales aumentó esta habilidad en un 12% de media. En un mundo donde estamos constantemente bombardeados por estímulos digitales y demandas cognitivas, los espacios azules ofrecen un respiro necesario.
*Darío Pescador es editor y director de la revista Quo y autor del libro Tu mejor yo publicado por Oberon.
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