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Marc Balcells, autor de 'Arqueomàfia': “Si algunos museos revisaran el origen de sus piezas, tendrían sorpresas desagradables”

Marc Balcells, autor de 'Arqueomàfia'

Jordi Sabaté

9 de marzo de 2025 22:05 h

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Marc Balcells es doctor en Justicia Penal por la Universidad de la Ciudad de Nueva York y profesor de Criminología y Derecho en la Universidad Oberta de Catalunya, además de asesor de Naciones Unidas en materia de tráfico de drogas y crimen organizado. Basó su tesis doctoral en el estudio de los ladrones de tumbas italianos, los llamados tombaroli, una profesión tan frecuente en algunas zonas de Italia como la médico, ferroviario o cartero.

Ahora, ha convertido la citada tesis en un revelador e interesante libro, Arqueomàfia, que ha sido editado en catalán por Campana. “Cuando los ladrones saquean una tumba, la inutilizan completamente”, afirma Balcells. Ya no sirve ni para interpretar el pasado, ni para la ciencia ni para la arqueología.

Sucede que los saqueadores son el primer eslabón de la larga cadena que constituye el tráfico ilícito de objetos arqueológicos, que terminan muchas veces en las vitrinas de los coleccionistas privados e incluso en las de algunos museos de primer nivel, como sucedió en pasadas décadas con los escándalos del Getty Museum de Los Angeles.

Es por ello que Balcells ha querido comprender las motivaciones de este colectivo que provoca un daño tan irreparable en las comunidades donde se encuentran los yacimientos. Y es que los tombaroli, y el resto de intermediarios de la cadena, “se enriquecen con unos bienes que no son suyos, sino que pertenecen a la comunidad”.

El experto advierte, de todos modos durante la entrevista con ElDiario.es, de que “el saqueo arqueológico, aunque haya sido costumbre en Italia, es un fenómeno global que afecta a todas las sociedades, también la española”.

¿Qué pretende con la publicación de Arqueomàfia?

Mi idea al convertir en un libro mi tesis fue, por un lado, mover el foco de los pocos estudios e investigaciones que hay al respecto, y que suele ponerse en la parte alta de la cadena de tráfico, esto es en los anticuarios, las subastas o los coleccionistas que compran las piezas. Yo he preferido ir a la base, estudiar a las personas que sustraen las piezas de valor patrimonial del yacimiento para saber qué les motiva, qué beneficio obtienen y cómo se puede frenar su actividad, ya que sin tombaroli no hay tráfico.

Para ello he entrevistado a muchos, la mayoría ya retirados, he paseado con ellos por los yacimientos y me han explicado su historia. Creo que es importante, aparte de comprenderlos, desromantizar su actividad, mostrar que son gente normal y corriente, muchas veces no profesional, que hace daño al patrimonio y cree que no comete un delito. No se trata de héroes con antifaz ni de Indiana Jones.

Debo decir, por otro lado, que a pesar del título, al menos en Italia las organizaciones mafiosas no se han infiltrado entre los saqueadores ni en otros estratos de la cadena, aunque puntualmente algunos de sus jefes sí han cobrado peajes por excavar en sus terrenos o han comprado piezas. Pero por lo general se han mantenido al margen.

¿Cuál es el perfil de un tombarolo?

Depende mucho de la zona, la época, las circunstancias, etc. Muchos de los que yo he tratado, jubilados, son gente con nociones de arqueología e historia y también de restauración de piezas, lo suficiente como para valorar lo que pueden costar en el mercado y también para blanquearlas, esto es ponerlas en buen estado y hacer que parezcan fruto del mercado legal. Porque hay un mercado legal, que funciona con piezas estudiadas y certificadas, en el que siempre se intenta colar las piezas extraídas ilegalmente.

Por otro lado, los tomabaroli no creen que la actividad que realizan sea ilegal: piensan que hay una gran abundancia de tumbas olvidadas y asumen que saquearlas es menos criminal que traficar con personas o con drogas, lo cual parcialmente hay que reconocer que es cierto. El problema es que no reconocen el daño que hacen a la ciencia y la comunidad con su actividad.

¿Qué volumen económico mueve el tráfico ilegal de piezas arqueológicas?

Es difícil evaluarlo, entre otras cosas porque lo único que se puede cuantificar es el precio que alcanzan las piezas en las subastas internacionales, donde se presentan convenientemente blanqueadas, con lo cual no todas se detectan. Además, otra parte se vende en esferas más privadas y clandestinas. De todos modos, algunas estimaciones lo sitúan cerca de los seis billones de dólares anuales.

Algunas estimaciones sitúan el beneficio del tráfico ilícito de piezas arqueológicas cerca de los seis billones de dólares anuales

Marc Balcells, autor de 'Arqueomafia'

De todos modos hay que matizar que es una estimación muy general, sin base científica; la cifra real podría ser mayor, pero también estar sobreestimada. Sin embargo, creo que es importante señalar que el material expoliado de tumbas y yacimientos no es, o no debería ser, cuantificable desde el punto de vista económico, pues se trata del patrimonio de un país o una comunidad, algo que ofrece identidad y permite explicar el pasado.

¿Es el saqueo de tumbas una actividad que solo se da en Italia, al menos en los niveles que usted relata?

No, es un problema global, que afecta tanto a países del norte como del sur. En Inglaterra, por ejemplo, tienen este problema con los yacimientos sajones; en Escocia con los célticos y con los vikingos en Escandinavia, etc. Lógicamente, con la exuberancia arqueológica italiana y una cierta tradición de búsqueda o gestión de piezas que los agricultores encontraban, allí es casi una actividad reconocida –no legalmente– en algunas zonas, algo que se ha hecho toda la vida.

De hecho, no es perseguida hasta los años 30 del siglo pasado, cuando Mussolini se da cuenta de que un régimen ultranacionalista como el suyo, si quiere conservar una identidad fuerte, necesita de un patrimonio cultural sólido y, por tanto, debe ilegalizar a los tombaroli. Piensa que hasta hace bien poco era un gesto de cortesía regalar estatuas, bustos o cerámicas saqueadas de yacimientos cuando se quería agasajar a alguien.

Pero pueden verse también grandes expolios en zonas de Bulgaria y Rumania, donde hay yacimientos de la civilización dacia, o en Irak, Siria o Turquía a raíz de todas las guerras que ha habido en la zona durante el siglo XXI. Lógicamente, cuanto más rica es una zona en arqueología y menos pendientes están las autoridades, más aumenta el tráfico.

¿Llegan estas piezas, convenientemente 'blanqueadas', a los museos?

Yo creo que si muchos museos e instituciones hicieran una revisión profunda de sus colecciones, se llevarían alguna sorpresa desagradable, tal vez bastantes. Ha habido casos como el del Getty Museum de Los Ángeles, que durante décadas compró piezas mirando para otro lado cuando procedían del tráfico ilegal, algo que todavía hoy planea sobre la institución.

Ha habido casos como el del Getty Museum de Los Angeles, que durante décadas compró piezas mirando para otro lado cuando procedían del tráfico ilegal

Marc Balcells, autor de 'Arqueomafia'

Pero también sucede que a veces es muy difícil identificar una pieza como ilegal, pues viene convenientemente blanqueada por los intermediarios. Hay un sistema de blanqueo que explico en mi libro y que se llama cordatta, que consiste en ir comprando de manera cruzada una pieza entre intermediarios hasta borrar el rastro de su origen tras una montaña de certificados. Muchas de estas piezas pueden haber acabado en museos y colecciones que las hayan comprado creyendo que eran legales.

¿También en museos españoles?

Claro, aunque a este respecto debo decir que he preguntado a veces a mis contactos en la Europol y la Interpol y me dicen que España es un país bastante fuera de sospecha.

Pero en España se han producido grandes saqueos de patrimonio...

Cierto, pero hay que mirar el expolio siempre con los ojos de su época, no con los de ahora. En el pasado se vendían a peso joyas románicas porque nadie sabía valorarlas, y tampoco nadie las conservaba, lo cual otorgaba una cierta, y falsa, excusa moral a los saqueadores. Incluso a veces ni siquiera era saqueo, ya que la sustracción de patrimonio se producía por compra venta o, al menos, con la aquiescencia de la autoridad competente.

¿Hay saqueos actualmente?

Sí, pero en España apenas hay actividad de saqueo de tumbas, si no que es sobre todo de detectoristas de metales, que buscan monedas, puntas de lanza y otros objetos con el detector cerca de zonas que saben que contienen yacimientos. El daño es el mismo; no revientan tumbas, pero remueven las piezas, las sustraen del entorno e inutilizan el yacimiento.

Tuve que dejar X por el acoso de las asociaciones estadounidenses de coleccionistas de monedas

Marc Balcells, autor de 'Arqueomàfia'

Además, el precio de una moneda antigua puede ser elevadísimo en el mercado, es un negocio muy rentable y con una gran demanda internacional. Hay grandes foros especializados donde incluso se meten a vender los tombaroli italianos y donde compran coleccionistas de todo el mundo. Yo, por ejemplo, tuve que dejar X por el acoso de las asociaciones estadounidenses de coleccionistas de monedas.

¿Cómo se puede luchar contra el saqueo arqueológico?

Yo defino dos vías. Una es la educación: la concienciación tanto social como de los propios tombaroli de que el patrimonio es un valor para la comunidad y que incluso se le puede sacar rédito económico comunitario, ya que puede ser un polo de atracción para turistas interesados. Así, puede traer ingresos a hoteles, restaurantes, tiendas de souvenirs o museos.

La otra vía es el endurecimiento de las penas a nivel de los saqueadores, ya que actualmente se salda con una multa de 900 a 3.000 euros, lo que se sitúa muy por debajo del beneficio que se puede obtener con la venta de las piezas. No suelo ser defensor de las medidas punitivas, pero creo que un umbral más alto de penas puede resultar disuasivo.

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