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El proyecto de celulosa rechazado por Noruega en el que Greenpeace ve paralelismos con la planta de Altri en Galicia

Las instalaciones de la papelera, ya sin actividad, de Norske Skog Follum.

Beatriz Muñoz

Santiago de Compostela —

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El Gobierno noruego acaba de rechazar un proyecto de fábrica de celulosa que la empresa Billerud Viken AS planeaba poner en marcha en una zona industrial, aprovechando las viejas instalaciones de otra pastera, con vertidos a un río cuyas aguas terminan en un fiordo cercano a Oslo. La negativa a seguir adelante con los planes se debe a los efectos que se prevén sobre la calidad del agua. Greenpeace ha analizado el proyecto y concluye que comparte características con el de Altri para Palas de Rei (Lugo) y que las principales diferencias dejan incluso peor parada a la iniciativa de la empresa portuguesa en terreno gallego, que espera el inminente resultado de la evaluación ambiental de la Xunta.

Greenpeace expone los “paralelismos” que aprecia entre los dos proyectos: en ambos los efluentes se verterían a un río, con efectos aguas abajo -el fiordo de Oslo, en el caso noruego; la ría de Arousa, en el gallego-; una distancia similar entre la fábrica y el mar, y un impacto en una masa de agua intermedia -el fiordo Tyri en el primer caso, y el embalse de Portodemouros, en el segundo-. Pero la organización ecologista ve también “grandes diferencias”, que se centran en que la fábrica de Altri prevé una producción mayor, tendría más emisiones de nitrógeno y ocuparía una zona rural, con alto valor ecológico.

La fábrica proyectada por Billerud Viken AS se presentó ante el Gobierno noruego en 2004. La idea era instalarla en un polígono industrial, el de Treklyngen, a unos 60 kilómetros de Oslo y alcanzar una producción de 300.000 toneladas de pulpa de celulosa al año para hacer cartón y papel higiénico. El cálculo era que necesitaría 750.000 metros cúbicos de madera de abeto y abedul y que requeriría una inversión de unos 1.000 millones de dólares -unos 958 millones de euros-. Según los datos de Greenpeace, recibió una ayuda del Gobierno noruego de unos 7,5 millones de euros. En cuanto al empleo, la empresa aseguraba que se crearían unos 70 puestos de trabajo directos y 350 indirectos.

En comparación, Altri prevé producir 400.000 toneladas de celulosa y 200.000 de fibra vegetal, se alimentaría de unos 1,2 millones de metros cúbicos anuales de madera de eucalipto y la inversión rondaría los 900 millones de euros -de los que manifiesta que necesita 250 millones de fondos públicos-. Los datos de empleo son mucho mayores, lo que para Greenpeace no se debe a que vaya a ser más intensiva en mano de obra que el proyecto noruego, sino a que el cálculo en este último caso es “más creíble y realista”. La iniciativa planteada para Galicia promete 500 empleos directos y 2.000 indirectos.

El análisis de Greenpeace explica que el proyecto de Noruega pretendía instalarse a orillas del río Begna, afluente de otro que termina en un fiordo interior llamado Tyri. Otro río, el Drammenselva descarga el agua finalmente en el gran fiordo de Oslo. El recorrido total es de unos 100 kilómetros. La fábrica se planteaba para la misma zona en la que hubo otra papelera que funcionó hasta 2012. En septiembre de 2024, el Gobierno noruego denegó la solicitud de Billerud Viken porque los vertidos al agua serían incompatibles con el cumplimiento de la normativa medioambiental del Reglamento de Aguas e infringirían la Directiva Marco del Agua y, por lo tanto, las obligaciones del país con el Espacio Económico Europeo. En su resolución se mencionaban los vertidos de nitrógeno previstos, de 54 toneladas anuales, que se considera que afectarían al fiordo de Oslo, ya deteriorado, y a una reserva natural.

La organización ecologista compara varios valores previstos para una y otra fábrica. La emisión de materia en suspensión sería de 270 toneladas anuales en el proyecto noruego, por las 525 de la planta de Altri. En esta última las emisiones de nitrógeno llegarían a 157 toneladas por año. Las de sulfatos serían de 21.000 toneladas cada año en Galicia. Para Greenpeace, “llama poderosamente la atención” que a las autoridades noruegas les parezcan peligrosos los niveles de emisiones, cuando “en general son menores que los que prevé Altri” y recuerda que la situación del embalse de Portodemouros ya “muy preocupante” por las concentraciones de fitoplancton, fósforo, baja transparencia y bajas concentraciones de oxígeno.

En Noruega, añade, no se duda de que habrá un impacto en los espacios naturales protegidos y aguas abajo, cuestiones que “no parecen preocupar en el caso gallego”, en el que hay también zonas de proteccióm, como el sistema fluvial Ulla-Deza.

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