Gonzalo Fanjul: “La extrema derecha no ha necesitado llegar al poder para determinar las políticas migratorias”

Recientemente en España ha sido necesaria una reforma de la ley de extranjería para dar respuesta al reparto de menores migrantes que han cruzado nuestra frontera después de que vayas comunidades rechazaran su acogida, lo que evidencia “un fracaso colectivo” como sociedad en palabras de Gonzalo Fanjul (Oviedo, 1971).
El investigador de la fundación 'porCausa' y experto en migraciones recibe a elDiario.es con motivo de su visita Pamplona para participar en un encuentro de la Universidad Pública de Navarra (UPNA) sobre el modelo migratorio.
Lamenta que la izquierda haya “comprado” el marco de la extrema derecha de ver la inmigración como un problema y asegura que la gestión de la frontera de Gobierno de coalición es de las peores de la “historia democrática”. Apuesta por un cambio de modelo que facilite la llegada de migrantes de manera regular, ya que asegura cada uno de ellos aporta un beneficio al Estado de 3.500 euros al año.
¿Por qué un país que acogió en 2024 a 90 millones de turistas parece que se colapsa con la llegada de 4400 niños y adolescentes?
Es muy difícil de explicar. No es solo que hayamos acogido a 90 millones de turistas, es que somos la decimocuarta economía del mundo, un país de casi 50 millones de personas, con un Estado perfectamente operativo y con una capacidad de acogida muy por encima de lo que se podría pensar viendo el carajal que se ha montado en Canarias con la respuesta del conjunto de las comunidades autónomas. Esto solo lo explica la radioactividad que acompaña el debate de las migraciones y muy especialmente cuando hay menores involucrados.
¿Qué opina de la palabra MENA (menor extranjero no acompañado)?
Es una palabra que se ha convertido en un arma arrojadiza desde el punto de vista retórico y político. El único punto donde Vox y la ultraderecha realmente han conseguido hacer mella es precisamente en estigmatizar a los menores no acompañados que vienen a nuestro país. Eso ha creado una situación de pánico completamente artificial en la sociedad con respecto a chavales que en esencia no son diferentes de ningún otro adolescente. La adolescencia es muy complicada en cualquier caso, mucho más si vienes solo, no tienes recursos y estás en una sociedad que es hostil contra ti. Yo he tenido la oportunidad de hablar con muchos de estos chavales y cuando uno escucha sus historias y les da la oportunidad de incorporarse a la conversación, la historia que recibe es completamente diferente. Animo a la gente a escuchar a asociaciones como 'ExMenas', a gente como Ismail El Majdoubi, una persona absolutamente brillante que es capaz de contar una historia y un relato de estos chavales completamente diferente.
Hablaba de que la radioactividad del debate sobre las migraciones se hace más grande todavía cuando se trata de menores. ¿A qué cree que se debe?
Lo que esconde el debate sobre los menores extranjeros no acompañados es un profundo racismo, es algo que es fácil de observar en el debate de Canarias. Hay algo fundamental que se está rompiendo en nuestra sociedad cuando algunos partidos consiguen convertir el lugar de origen o el color de piel en el elemento determinante y consiguen establecer una barrera insalvable entre nosotros y ellos, olvidándose de que son niños y, muchas veces bebés, cuando imponemos normas absolutamente coercitivas, cuando estamos vulnerando la ley, por ejemplo, encarcelando a menores, como tantos casos que se han probado en Canarias o se probaron en su momento en otras zonas de España. Cuando una sociedad no es capaz de cuidar de sus niños, aunque esos niños vengan de fuera, es que tiene un problema muy serio y empieza a dejar de ser una sociedad decente.
¿Cree que España es un país racista?
Sí, por supuesto que lo es. No sé si es más o menos racista que otros, pero yo creo que sería muy ingenuo ignorar que para nosotros el color de piel o el origen importa. Es también un país aporofóbico, es evidente que el nivel de renta de las personas que llegan importa mucho además de su color de piel. Pero sí, sin duda hay ejemplos constantes rutinarios de racismo en nuestro país, y desde luego, la política migratoria es una política racista. Hay racismo a la hora de alquilar o de no alquilar, hay racismo en las escuelas, hay racismo en la regularización, hay racismo en todas partes.
Una sociedad que no es capaz de cuidar de sus niños, aunque vengan de fuera, deja de ser una sociedad decente
¿Se falla como país cuando hay que obligar por ley a las comunidades a acoger a menores migrantes?
Se falla, pero se falla más si el Estado no es capaz de imponer este tipo de criterios. Cuando la sociedad, los partidos, las comunidades autónomas no son capaces de llegar por su cuenta a un acuerdo en este sentido, el Estado está obligado a intervenir para garantizar derechos fundamentales. Esa no es una opción, es una obligación del Estado el garantizar que estos niños tengan una acogida razonable porque somos un país decente y porque somos un Estado de Derecho. Las normas de protección que España ha firmado son normas que están escritas en piedra. Por eso las devoluciones en caliente son ilegales, o el encarcelamiento de menores es ilegal, o la no protección de un niño es ilegal, porque eso está incumpliendo convenios internacionales que España ha firmado y que ha incorporado a nuestra legislación, y que obligan al Estado tanto como en cualquier otra norma.
Me refería a si se falla cuando hay que llegar al extremo de obligar por ley porque haya comunidades que no quieran acogerlos.
Todo lo que ha ocurrido con la acogida en Canarias es un fracaso colectivo y una vergüenza colectiva.
Una encuesta del CIS situó a la inmigración como la principal preocupación de los españoles.
Yo todavía tengo dudas de si la preocupación de los españoles es la migración o la política migratoria. Si se trata de la política migratoria, yo estoy de acuerdo con los españoles. Creo que esta política migratoria genera caos. Genera caos en el camino hacia la frontera, en la propia frontera y también al interior de nuestros países fomentando un modelo de migración irregular porque tenemos un modelo de puerta estrecha. Pero no estoy seguro de que los españoles tengan un problema real con los migrantes como tal. De hecho, España creo que es uno de los países en donde la integración social, económica e incluso cultural se ha producido con más naturalidad.
Mencionaba que la política migratoria actual fomenta la migración irregular. ¿Cómo así?
La inmigración tiene una explicación muy simple. Hay un efecto de empuje fundamental que es la diferencia de ingreso, la idea de que desplazarse de un punto más pobre a un punto más rico puede transformar tus oportunidades en la vida. Pero hay un factor fundamental de atracción que no es el que dice la ultraderecha habitualmente, el verdadero efecto llamada es el dinamismo de la economía, es decir, la posibilidad de que tú puedas realizar esas aspiraciones económicas que tienes. España es un país en donde hay empleo y además hay necesidades estructurales de mano de obra en casi todos los niveles de cualificación. Y esas necesidades estructurales están siendo cubiertas por una población migrante que son parte fundamental del dinamismo de la economía española. Mientras esa economía siga siendo atractiva, esa población va a seguir llegando a nuestro país y, por lo tanto, lo que necesitamos es adaptar el modelo migratorio a las necesidades de nuestra economía y abrir la puerta para que la oferta y la demanda de mano de obra puedan adaptarse con más naturalidad. Lo contrario es una microgestión del Estado, que en la práctica lo que está haciendo es poner palos a la economía y forzando a la gente a trabajar en la economía sumergida.
¿Y qué está fallando para que no se produzca esa adaptación del modelo migratorio?
De nuevo falla la política. Es un modelo radioactivo en donde todo lo que es racional, justo e inteligente en política migratoria en realidad tiene muy poco que ver con los incentivos electorales. Cualquier partido o cualquier gobierno que anuncie medidas ligeramente aperturistas o que flexibilicen la política migratoria va a ser castigado de manera inmisericorde. El PP sabe perfectamente que esto es lo que hay que hacer, de hecho ha realizado algunas propuestas interesantes en el Congreso de manera discreta para racionalizar la política migratoria, pero si el Gobierno anuncia una política en esta dirección lo van a criticar de manera inmisericorde y, además, tienen en la nuca el aliento de la ultraderecha, que mantiene no solo un discurso que es inmoral por muchas razones, sino que además es esencialmente idiota desde el punto de vista económico y demográfico.
¿Se le ha comprado el marco a la extrema derecha?
Completamente. La ultraderecha en Europa, el nacionalpopulismo, no ha necesitado llegar al Gobierno para determinar las políticas migratorias. Y nos encontramos con que no solo en aquellos países donde gobiernan, Meloni en Italia o Viktor Orbán en Hungría, sino también en aquellos países donde no gobiernan, han conseguido establecer el marco narrativo y político de la política de la política migratoria, influyendo a partidos de centroderecha, pero también a partidos de centroizquierda. Lo que está haciendo España en la frontera es una política de ultraderecha. Lo que está haciendo el Gobierno de Scholz en Alemania cuando interrumpe Schengen para reintroducir controles migratorios, es una política de ultraderecha. La política socialdemócrata en Dinamarca, que es abiertamente antiinmigración, es una política de ultraderecha. En todos estos países la ultraderecha no ha necesitado llegar al poder para imponer su marco, su lógica migratoria.
Lo que está haciendo España en la frontera es una política de ultraderecha
¿Ha fallado la izquierda?
Creo que sí. La izquierda falla porque está completamente a la defensiva. Está esquinada, no tiene ideas, una alternativa. Yo creo que aquí estamos atrapados en una lógica de la migración como problema. Hay quien ve la migración como una amenaza y hay quien ve la migración simplemente como una tragedia, pero siempre como un problema, siempre hay algo que hay que evitar. Yo me rebelo ante quienes dicen que hay que detener a los migrantes, pero me rebelo también ante quienes dicen que hay que ayudarles a no emigrar, como si la migración fuese una maldición. En realidad, todos somos el resultado de un movimiento, es muy raro la gente que nace, vive y muere exactamente en el mismo sitio. Todos somos el resultado de un desplazamiento por amor, para buscar prosperidad... Esa es la migración llevada a su lógica macro.
¿El Gobierno de coalición está gestionando la política migratoria de manera muy diferente a la que lo haría un gobierno de PP con Vox?
En algunas cosas sí, desde luego. Creo que este es un Gobierno un poco como Doctor Jekyll y Mister Hyde. En la frontera está haciendo lo mismo que hicieron gobiernos anteriores e incluso peor porque está expandiendo las políticas de externalización fronteriza, está haciendo acuerdos con autocracias como Mauritania para aplicar las peores formas de control migratorio, y extendiendo una industria de control migratorio que está haciendo un negocio fabuloso. Creo que en ese sentido es de los peores gobiernos que hemos visto en nuestra historia democrática.
Sin embargo, en materia de arraigo y de movilidad laboral, creo que es un gobierno que ha dado pasos que tienen muy pocos precedentes. Con las tres reformas que se han hecho del Reglamento de Extranjería, primero con la incorporación de los menores extutelados, después con la primera reforma del sistema de arraigo, y ahora con la última reforma que se ha hecho, creo que España se coloca muy por delante de otros países de nuestro entorno. España es un país que da una oportunidad a la gente para integrarse en la sociedad y es un país garantista en materia de derechos fundamentales, también para las personas que no tienen papeles. Es un país que empieza a entender que a menos que cambiemos las normas de integración laboral, vamos a tener un serio problema en la economía. Todavía tenemos que dar muchos pasos, sobre todo en abrir el tamaño de esa puerta para permitir que la gente llegue fundamentalmente por una vía legal, segura y ordenada, pero se han dado pasos importantes. La retórica del Gobierno va claramente a contracorriente de la del resto de Europa y eso también tiene mucha importancia. Cuando el Gobierno, de manera explícita, reconoce la importancia de la migración, reconoce esos derechos y habla de la migración en términos positivos, como yo creo que el presidente Sánchez hace de manera continuada, tiene una importancia enorme.
Una vez se ha comprado el marco de ver la inmigración como un problema, ¿cree que es posible salir de él?
Yo creo que sí. Tenemos un problema con este modelo, que es un modelo migratorio roto que genera costes directos y de oportunidad que, en mi opinión, están mucho más allá de lo aceptable, pero su antítesis tampoco es un modelo deseable. Yo tampoco quiero un modelo de puertas abiertas, de simple importación de mano de obra barata para alimentar un sistema desigual en donde tengamos ciudadanías de diferentes clases y donde el inmigrante simplemente sea una especie de commodity en el sistema. Yo quiero una tercera vía, quiero un sistema con mucha más migración, más flexible, pero que sea un sistema muy garantista, con derechos.
Los migrantes no vienen a ocupar el empleo de los españoles, sino que vienen a incrementar la tarta de la economía, vienen a generar beneficios. Esos beneficios son los que van a sostener el Estado de bienestar del futuro, sobre todo en una sociedad que se acerca a zancadas a un invierno demográfico, lo que desde el punto de vista económico y de sostenimiento del Estado de Bienestar es un verdadero suicidio. Yo quiero una tercera vía en la que se eleve el rasero para el conjunto de la sociedad, para quienes estaban aquí y para quienes vienen de fuera, pero pagando impuestos, haciendo contribuciones a la seguridad social y alimentando un sistema fiscal que tiene que garantizar la vivienda, empleo digno, la salud, la educación… es decir, un Estado del Bienestar para todos.
Los datos muestran que los migrantes aportan más a la economía de lo que reciben.
Siempre ha sido así, porque si no fuera sí la población migrante no vendría. En España desde finales de los 90 hasta el año 2008 la migración creció de manera acelerada y en el año 2008 se cortó de forma tajante. Eso no fue porque de manera mágica las barreras a la inmigración empezasen a funcionar, sino porque hubo una crisis económica que simplemente eliminó los incentivos para que la gente viniese y, durante unos años tuvimos incluso tasas negativas de migración, salía más gente de la que llegaba. En la medida en que la economía empezó a convertirse en algo atractivo, la gente empezó a llegar.
La realidad es que llega gente que es más joven, en un país que tiene un sistema de protección social, yo creo que menos desarrollado que el de otros países, y en donde incluso la población migrante en situación irregular está aportando casi tanto como lo que reciben del Estado. Pero cuando pasan a ser regularizados, y este es un estudio que hizo ‘porCausa’, nos encontramos con que cada trabajador o trabajadora regularizada supondría un beneficio neto para el Estado español de 3.500 euros por persona y año. Es decir, la regularización es un negocio en realidad. Esta es una lógica que se extiende a todos los países a donde llega la migración, la migración aporta mucho más de lo que recibe a los estados en los que se establece.
¿Cuántos migrantes hace falta regular para que el Estado del Bienestar sea sostenible?
Lo que hace falta fundamentalmente es que el sistema no necesite regularizaciones. Si se tienen mecanismos de acceso al mercado de trabajo para trabajadores inmigrantes que se adapten con naturalidad a las necesidades del mercado, por ejemplo, expandiendo ideas como el visado de búsqueda de trabajo, abriendo más oportunidades de contratación en origen, expandiendo las formas de migración circular, es decir, facilitando todos estos mecanismos, se reducirán los incentivos para venir aquí de manera irregular. La inmensa mayoría de las personas que están sin papeles en España han venido en avión y proceden de América Latina, y son gente que entraron de manera legal en nuestro país y luego han caído en eso que se llama la irregularidad sobrevenida. Si alteras el sistema para que esa gente no tenga que quedarse la irregularidad sobrevenida, sino que puedan venir directamente con un visado de trabajo a nuestro país, estás cambiando por completo el mercado.
La migración aporta mucho más de lo que recibe a los estados en los que se establece
¿Por qué cree que al Gobierno le cuesta dar paso en el tema de las regularizaciones?
Creo que el Gobierno considera que lanzaría el mensaje equivocado en Europa y daría más argumentos a la ultraderecha en este sentido. Yo creo que en la práctica eso no es así porque la ultraderecha no necesita excusas para decir memeces, las dice de manera constante, miente y manipula todo lo que sea necesario. Además, es algo que cuenta con el apoyo de un espectro tan amplio de la sociedad. Yo siempre digo desde el Soviet de Getafe hasta la Conferencia Episcopal. Hasta incluso el PP y los partidos de derecha en el Congreso se han mostrado partidarios de hacerlo. El único que está jugando con fuego ahí es Junts, un partido que a veces coquetea con la xenofobia más explícita en nuestro país. Pero en realidad yo creo que esto podría obtener un apoyo muy amplio del Congreso y el Gobierno no tendría por qué asumir ese riesgo político porque podría convencer a la derecha y llegar a un acuerdo para una regularización.
Menciona a Junts. ¿El acuerdo para que la Generalitat gestione los permisos de residencia o las devoluciones de migrantes alienta ese discurso xenófobo?
Alienta el desgobierno de las migraciones y eso es una mala idea. Es parte de este pactismo de corto plazo en el que el gobierno está obligado a desenvolverse para ir sacando adelante su política o sus presupuestos y creo que Junts es un socio muy poco fiable en este sentido porque igual que el PP está acogotado por Vox, Junts está acogotado por Aliança Catalana, un caladero de votos de ultranacionalistas xenófobos. Es algo que estamos viendo también en la izquierda, en Alemania ha estado a punto de entrar en el parlamento un partido antiinmigración de izquierdas. La política migratoria necesita una estabilidad en el tiempo que encaja mal con estos vaivenes a los que está siendo sometida.
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