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Los directores

Mark Zuckerberg, Lauren Sánchez, Jeff Bezos, Sundar Pichai y Elon Musk, en la toma de posesión de Donald Trump el 20 de enero, en Washington.
6 de marzo de 2025 22:41 h

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El 75% de las personas que dirigen los medios de más alcance en España son hombres. Eso dice este año el análisis que publica cada marzo el Instituto Reuters para el estudio del periodismo de la Universidad de Oxford, enfocado en la veintena de medios con más audiencia online y offline. Más del 40% de las personas que trabajan en redacciones son mujeres.

El estudio considera 12 países por todo el mundo; España está sólo un poco por debajo de la media y ha mejorado mucho desde que el Instituto de Oxford empezó a analizar estos datos en 2021. En comparación con otros países europeos, España está en esta medida muy por debajo del Reino Unido, donde el 46% de quienes dirigen las redacciones son mujeres, aunque a nivel parecido al de Alemania. Un factor importante es que los medios dirigidos por mujeres son los que tienen más audiencia y repercusión: según estos datos, los medios dirigidos por mujeres en España son sólo el 25% pero tienen el 45% de la audiencia en la muestra analizada. 

El desequilibrio que aún existe en los medios es el reflejo del resto de la sociedad, donde sigue habiendo una brecha especialmente notable en algunos sectores. Lo llamativo tal vez en el caso de los medios es la diferencia entre las reporteras de a pie y las que llegan a puestos directivos.

Más allá de las múltiples explicaciones, lo relevante son las consecuencias en este momento tan sensible en el que los tecno-bros más poderosos del mundo, los que en realidad dominan el mercado de la información, reivindican abiertamente el machismo como elemento clave para el progreso. Mark Zuckerberg, el multimillonario dueño de Facebook, dice que hace falta más “energía masculina” en una empresa y un sector donde la abrumadora mayoría de los trabajadores y directivos son y siempre han sido hombres

Como siempre, todo es más extremo en Estados Unidos, donde el 38% de las personas que dirigen medios son mujeres, según el análisis del Instituto Reuters, pero donde el nuevo Gobierno y sus palmeros patrocinan la vieja imagen de las mujeres en el fondo y en la forma. Esto se ve en los medios, sobre todo en los afines a Trump como Fox News, pero también en otro tipo de empresas. Es llamativo cómo hace unos días una lectora le preguntaba a Vanessa Friedman, la crítica de moda en el New York Times, cómo resistirse a los “estereotipos de género anticuados” y la manera “restrictiva” de vestir que parecían imponerse de nuevo también en su empresa privada con la llegada del nuevo Gobierno. Con la que está cayendo, esto parece poco importante, pero los gestos y los símbolos en una sociedad ni son casuales ni son irrelevantes. 

En un momento de tensión y división agresiva, en el que las mujeres y los hombres jóvenes ven el mundo de manera muy diferente, hay que hacer un esfuerzo extra para no perder la empatía esencial en el tejido social. En eso los medios y quienes los dirigen tienen un papel central. Conocer al otro es la vía más básica para respetarlo. Y, como siempre, quién cuenta las historias y quién dirige nuestra atención importa. 

El feminismo se debe preocupar, y ya lo está haciendo, también por los problemas actuales para los hombres jóvenes, más vulnerables en la adolescencia a las drogas, la violencia o el abandono escolar. Pero, con todo el progreso y el foco al menos en la superficie en los derechos de las mujeres, sigue faltando camino en lo más básico para acercarse a la igualdad. 

Hace unos días, en la presentación de la nueva novela de Chimamanda Ngozi Adichie en Londres, un lector preguntó a la escritora nigeriana si existe también “la feminidad tóxica” equiparable a la repetida “masculinidad tóxica”. La novelista (y autora del ensayo Todos deberíamos ser feministas) dijo que no utiliza esa expresión tampoco para referirse a los hombres porque es “un tipo de etiqueta preparada, fácil y que no crea espacio para en realidad hablar de lo que estás hablando”. 

“Si la pregunta es si hay versiones no sanas de feminidad, por supuesto que sí”, dijo. “Nunca he sentido que hablar de feminismo e igualdad vaya de tener razón o de ganar. El feminismo es una cuestión de justicia e igualdad. No va de ganarle algo al otro”. Su mejor consejo es leer más y no participar en debates públicos improductivos y donde hay mala fe y brochazos para etiquetar a los demás. Y, para los hombres en particular, “leer más sobre la vida de las mujeres”. Las novelas de Adichie son un buen comienzo. 

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