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Panorama Político

Socorro del FMI y polarización con Cristina, una agenda reincidente que expone debilidad

Javier Milei saluda al ministro de Defensa, Luis Petri, en la celebración del 213° aniversario del Regimiento de Granaderos, el 21 de marzo de 2025.
23 de marzo de 2025 00:34 h

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Suele decirse que las elecciones de medio término, una singularidad que el país sólo comparte con México y Estados Unidos en el continente, son definitorias para la suerte de un gobierno. Recurrentemente, los oficialismos califican la cita electoral de mitad de mandato como “la más importante de la historia de la democracia”. En las ensoñaciones de los entornos presidenciales, consolidar una mayoría legislativa pondrá a la nave rumbo a permanecer décadas en la Casa Rosada. Cuando baja la espuma, la indómita realidad argentina se impone.

Hubo elecciones más importantes desde 1983, pero la cita de octubre será efectivamente crucial para el proyecto ultra. Si las urnas lo deciden, el topo podrá sentirse con las manos completamente liberadas para terminar de destruir el Estado. No hay ni habrá que esperar nada del Poder Judicial para obstaculizar la faena.

Corresponde escuchar a los hermanos Milei y constatar sus proyectos legislativos para enumerar sus objetivos. En la lista pendiente se encuentra la desarticulación total de los sistemas estatales universitario y científico, porque “no hay plata” y el mercado lo hace mejor, la prohibición de la protesta, la dolarización y el cierre del Banco Central, la consagración de la pena de muerte relámpago que significa el gatillo fácil, la derogación de “la agenda asesina del aborto”, jueces por decreto, eliminación de los impuestos a las clases pudientes, el regreso de la jubilación privada y más. La lista parece de terror para una democracia y un país con alguna aspiración de convivencia en paz, pero es realista. No sólo fue explicitada por los Hermanos, sino que se encuentra a mitad de camino, gracias a la ayuda de los “una-vez-más” deloredos, pichettos y cordobesistas de las cámaras.

Por el contrario, el incumplimiento de las altas expectativas para el oficialismo que transmiten los funcionarios del Ejecutivo, el sistema financiero, los resignados del PJ y el régimen mediático pondrá en jaque al proyecto ultra. Si el resultado es derrota y el mapa oficialista retrocede, el jaque alcanzará a la particular psiquis gubernamental y el futuro se torna impredecible.  

El “todo o nada” que está en juego convive con cierta dificultad de la lectura de ganadores y perdedores de la elección de octubre. La noche electoral podrá encontrar a La Libertad Avanza (LLA) levantando los brazos porque se impuso entre las derechas y sumó diputados y senadores —una obviedad, porque parte de apenas cuatro bancas en la cámara baja obtenidas por los partidos de los Milei y José Luis Espert en 2021—, a filiales provinciales del PJ haciendo lo propio, al PRO y la UCR de ciertos distritos con la satisfacción de su supervivencia. Todo ello puede ocurrir en simultáneo, pero la foto catalizadora será la de la provincia de Buenos Aires. Con impronta kirchnerista o kicillofista, una victoria peronista allí donde habitan 37% de los argentinos dará cuenta —como mínimo— de que el camino a 2027 estará abierto.

El tamiz más efectivo para dilucidar al ganador de la elección legislativa será el cómputo preciso de bancas en ambas cámaras. A los efectos de que los Milei puedan o no llevar a cabo su agenda, habrá que contar si los bloques de LLA, PRO, gran parte de la UCR, PJ Vendidos de Tucumán y Catamarca, cordobesistas, provinciales de Misiones, Salta, Río Negro y Neuquén superan o se alejan de los 129 diputados y los 38 senadores que marcan la mayoría. El resto serán interpretaciones.   

Una elección que dirimirá liderazgos a izquierda y derecha encuentra particularidades geográficas que el centralismo de Buenos Aires suele pasar por alto. Un ejemplo: Tucumán.

Sobreoferta ultra

La provincia más habitada del norte renueva cuatro diputados nacionales electos en 2021 y no vota legisladores locales ni concejales este año. Los cuatro diputados nacionales que se van —dos del PJ Vendido del gobernador Osvaldo Jaldo y dos electos por Juntos por el Cambio— actúan como soldados de los Milei. La sobrecargada oferta oficialista en ese distrito incluye al PJ de Jaldo, la UCR, lo que queda del PRO y el proyecto karinista. A ese conjunto de difícil convivencia se suma Fuerza Republicana, del procesista Ricardo Bussi, que acaba de romper lanzas en disidencia con la estrategia de Karina.

Un sector del peronismo opositor liderado por el exgobernador Juan Manzur y el diputado Pablo Yedlin leyó la oportunidad de armar su propia lista en una provincia que supo ser un bastión del kirchnerismo. El candidato propuesto es Javier Noguera, exintendente de Tafí Viejo, principal municipio del Gran Tucumán, exponente del peronismo de centroizquierda con base territorial.

El Instituto Patria ha demostrado que su prioridad en los armados locales es garantizar lugares expectantes para La Cámpora, aun a costa de pactar con cuentapropistas, como acaba de suceder en Jujuy

La cuenta optimista de ese sector es que peleará al menos un diputado nacional de los cuatro en juego. Otros siembran dudas, porque el peso del aparato provincial es alto y no está claro cómo se posicionará Cristina. El Instituto Patria ha demostrado que su prioridad en los armados locales es garantizar lugares expectantes para La Cámpora, aun a costa de pactar con cuentapropistas, como acaba de suceder con el histórico mandamás del peronismo de Jujuy, empresario multirrubro y aliado de Gerardo Morales, Rubén Rivarola.

¿Elegirá una provincia como Tucumán a sus cuatro representantes oficialistas? ¿Si el jujeño Rivarola negocia algún diputado, se borocotizará como mileísta cuando haga falta? ¿Cuánto incidirá en el armado de listas, las aventuras personales, las ambiciones de Milei Emperador y la cotización del dólar el resultado de la elección de legisladores de la estelar Ciudad de Buenos Aires el 18 de mayo?

Viraje

El proyecto ultra fue virando hacia un posicionamiento que parecía no tener, el componente “gorila”, algo de lo que alardeaba el estratega Santiago Caputo como una diferencia respecto del PRO. La polarización sistemática con Cristina fue evitada, al menos en sus aristas más sórdidas, bajo el argumento razonable de que la evidencia empírica mostraba que la estrategia era inconducente.

Las cosas cambiaron y hoy predomina en el Ejecutivo ultraderechista la idea de que hay que poner a la expresidenta en el centro del ring político. Se trata de una transición con marchas y contramarchas, pero que parece haber tomado un rumbo definido.

Los motivos son variados. Uno de ellos es la economía de los hogares, pese al aluvional credo económico predominante en la tele y los streamings. A más de un año vista de la asunción del Presidente que haría pagar el ajuste “a la política y no a los argentinos de bien”, hoy los jubilados ganan 20% menos que año y medio atrás, por la licuación del bono compensatorio; pagan medicamentos que antes recibían gratis; el empleo precario creció en detrimento del formal; las familias gastan mucho más en abonar los servicios y ello repercute en menores compras de alimentos en los supermercados.

El cúmulo de episodios de corrupción y chapucerías en que incurrió el elenco gubernamental también lo obliga a abroquelar alianzas que antes despreciaba. El odiador de “la casta” quedó expuesto como un valedor de lúmpenes y políticos mañosos, con décadas de trayectoria, poseedores de fortunas incalculables en Buenos Aires, Islas Caimán o Miami.

Se suma la percepción que anegó las últimas semanas financieras de que el ministro de Economía de Milei, Luis Caputo, llegó al mismo puerto que el ministro de Finanzas de Macri, Luis Caputo: acudir a la desesperada al Fondo Monetario Internacional para conseguir uno de los mayores préstamos de la historia del organismo, vía Donald Trump, y así hacer frente al desarme de posiciones en pesos a las que se garantizó una ganancia desorbitada medida en dólares. Nuevamente, los Milei se encuentran con más debilidad, menor margen de acción y mayor dependencia.

El sueño del karinismo de presentar listas “puras” quedó circunscripto a la Ciudad de Buenos Aires. Incluso en la vidriera porteña, la pureza es más bien relativa, en horas en que se negocia renglón por renglón, cheque a cheque, para dejar a los Macri más aislados que nunca.

En el reposicionamiento de la mira en Cristina subyace un hecho esencial, identitario de La Libertad Avanza. Junto a los Milei se encaramaron históricos sectores reaccionarios, la derecha nacionalista-procesista, la pluma editorial de La Nación, el Grupo Clarín, la intelectualidad del Eseade y una parte de la elite económica para quienes Cristina es sinónimo del diablo, una zurda, una yegua, una chorra: el mal. Por lo tanto, los voluntarios altisonantes para la polarización con la exmandataria surgen en forma natural.

La lógica de arrastrar a Cristina al centro de la escena encuentra una coincidencia de objetivos entre los Milei y los Kirchner. Si el foco está puesto en la expresidenta, con debates ardientes en torno a causas judiciales y proscripciones, el resto del sistema político se ve forzado a ordenarse en torno a ese eje. El PRO, la UCR, los intermitentes republicanos de Carrió y algún eslabón perdido autopercibido progresista se sentirán compelidos a no dividir fuerzas ante el riesgo mayor, que sería el regreso del kirchnerismo, y para ello, bajar la cabeza ante los dueños de la mayor porción de votos, los Milei, sería una opción.

Los Milei entienden que Cristina marca un techo bajo y torna imposible la unidad del bloque opositor. Para los Kirchner, su centralidad obtura reemplazos, meta que explica buena parte de sus movimientos en los últimos años.

Del lado opositor, el protagonismo de Cristina alimenta el ensimismamiento de peronismos provinciales, que quieren “estar lejos de los quilombos de los porteños”, mientras que figuras con probable vuelo propio —Axel Kicillof, Leandro Santoro— quedan relegadas a un segundo plano, forzadas a emitir expresiones de repudio ante los ataques a su anterior jefa.

Así las cosas, por más que los decibeles aumenten y los toreos pendencieros “Che, Milei” y “corriste” se disparen, cabe inferir dos beneficiarios directos de la polarización en el Presidente y la ex vicepresidenta. Los Milei, como antes Macri, entienden que Cristina marca un techo bajo y torna imposible la unidad del bloque opositor. Para los Kirchner, su centralidad obtura reemplazos, una meta que explica buena parte de sus movimientos en los últimos años.

Conexiones

Cristina está a un paso de quedar efectivamente proscripta para postularse a cargos públicos. A diferencia de 2023, cuando adujo un veto judicial inexistente, la Corte podría confirmar la sentencia de seis años de prisión e inhabilitación para ejercer cargos públicos por la causa “Vialidad”.

Una viciada cámara de Casación Federal, integrada por un contertulio de Macri en Olivos y otro compinche del expresidente, acusado de abuso sexual y amenazas por parte de una expareja, acaba de considerar inadmisible el recurso extraordinario ante la Corte, contra un fallo emitido por otro viciado tribunal, integrado por un visitante de la quinta de Macri en Pilar, en una causa que tuvo como acusador a un fiscal también habitué de ese césped, y que en la instancia de instrucción contó con un fiscal que integró la comisión directiva de Boca Juniors en tiempos de Macri y a otro de apellido Mahíques, que en castellano se dice PRO.

Ahora la Corte quedó en condiciones de analizar los argumentos jurídicos de tan ejemplar proceso. Una posibilidad es que el máximo tribunal deniegue el recurso de queja en dos párrafos de forma, antes de escribir la palabra “archívese”.

En una interpretación que recorre tanto el oficialismo como el peronismo, la proscripción judicial, lejos de sacar a Cristina de la cancha, la ubicaría en el centro. Sin ser candidata, la expresidenta sería protagonista de la elección bajo la consigna “luche y vuelve”. Y el que se atreva a esbozar una vuelta de página, será Vandor.

En una pinza con la decisión de la Cámara de Casación Federal, el Departamento de Estado norteamericano decretó la prohibición de ingreso a Cristina, por ser sindicada como una personalidad “significativamente corrupta”. La exmandataria argentina pasó a integrar un club que nada tiene que ver con su dimensión política y tradición de respeto a los derechos humanos, ni tampoco con las pruebas de corrupción en su contra. El listado de expresidentes que absurdamente acompaña a Cristina incluye al narco hondureño Juan Hernández, el contrabandista paraguayo Horacio Cartes y los dictadores Daniel Ortega y Nicolás Maduro.

La decisión del secretario Marco Rubio expresa a una corriente extremista que ha forjado un cauce decisivo en la política exterior estadounidense, al menos, desde George W. Bush en adelante, pero también marcha a contramano de la aproximación a los Kirchner de representantes diplomáticos de EE.UU. en Buenos Aires, tanto bajo gobiernos republicanos como demócratas. El último ejemplo de alguna sintonía compartida y diálogo abierto con la expresidenta fue el de Marc Stanley, designado en el Palacio Bosch por Joseph Biden en 2021, de regreso en su país semanas atrás.

Todo tiene que ver con todo, diría Cristina.

Rubio, exsenador por Florida, denostado por Trump cuando le compitió la candidatura republicana en 2017, ha sido uno de los políticos estadounidenses predilectos del fondo de Paul Singer, el holdout más prominente del grupo que recibió US$ 9.000 millones del Gobierno de Macri tras ganar el juicio en Nueva York. La mira de Rubio en la Argentina tuvo lugar en consonancia con la denuncia por el supuesto pacto con Irán y posterior muerte de Alberto Nisman.

Los indicios de financiación de fondos financieros extranjeros a Nisman son nítidos, aunque nunca investigados a fondo. Ese rastro lleva también a la campaña sucia con datos vendidos por Facebook, orquestada por la consultora británica Cambridge Analytica, contratada en 2015 —año del suicidio de Nisman y la victoria de Macri— para “promover el cambio político en la Argentina”.

El misterioso pagador de la cuenta de Cambridge Analytica nunca fue develado.

SL/DTC

slacunza@eldiarioar.com

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