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El honor perdido de Carlos Mazón (y de Ayuso y su novio)

El presidente de la generalitat, Carlos Mazón, agradece la ovación recibida de los 'barones' del PP en la cumbre de Asturias
14 de enero de 2025 21:48 h

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Voy a hacer algo que no es nada habitual en un columnista. Bueno, y tampoco en un no columnista, en general es algo inusual en esta España polarizada. Voy a pedir perdón. Voy a disculparme. Voy a reconocer públicamente que me equivoqué. Voy a intentar reparar mi falta, el daño que haya podido cometer con mi error. Voy a intentar restituir el honor perdido de quienes se vieron agraviados por mis equivocaciones.

Pido perdón al presidente valenciano, Carlos Mazón. Me equivoqué con usted, señor presidente. Desde la DANA he escrito varios artículos cuestionando su comportamiento, criticando lo que hizo aquel día y en los posteriores, acusándole de no estar en su sitio, burlándome de su incomparecencia, haciendo chistes con la comida y la sobremesa en el Ventorro, pidiendo su dimisión. Me equivoqué, y lo digo bien alto: me equivoqué tomándole por un incompetente, un negligente, un irresponsable, un mal gobernante, un inútil, un jeta.

A la vista de la rapidez y contundencia con que el Partido Popular, con Núñez Feijóo al frente y la colaboración de la prensa afín, está rehabilitando a Mazón, señalándolo como el único que estuvo a la altura de las circunstancias, un hombre responsable, un pobre ser humano noqueado y desbordado que fue abandonado y engañado por el gobierno central, un político tan honesto que ha ligado su futuro a la reconstrucción, un buen hombre que merece la mayor ovación en la reunión de barones…, solo puedo concluir que me equivoqué, y unirme al acto de desagravio: ¡Bravo por Mazón! ¡No ha habido un gobernante como él en momentos de zozobra! Hago mío el grito de los vecinos de Amanece que no es poco a su alcalde: ¡Presidente, todos somos contingentes, pero tú eres necesario!

Como la protagonista de aquella novela de Heinrich Böll, El honor perdido de Katharina Blum, también Mazón ha sufrido una cruel campaña de difamación por parte de políticos y periodistas sin escrúpulos, ha sido acusado injustamente, se han retorcido sus hechos y palabras para mostrarlo como lo que no era. En realidad es una víctima. Y como tal, merece reparación. Todo aplauso es poco. Todo el mundo en pie a su paso.

Me quedo sin espacio, pero en una próxima columna prometo hacer exactamente lo mismo con Díaz Ayuso y su novio: pedir perdón. También con ellos me he equivocado, he sido injusto, he seguido el juego a quienes lo acusaban a él de defraudar a Hacienda o cobrar comisiones de un pelotazo, y a ella de beneficiarse de dos pisazos sospechosos. Ahora me doy cuenta de que no es así. González Amador es un hombre ejemplar. Un ejecutivo brillante. No hay facturas falsas. No hay empresas pantalla. Todo es una operación político-judicial por ser el novio de Ayuso. La culpa es del fiscal. Es una cacería contra la presidenta madrileña. Un Watergate.

Cuando acabe de reparar el honor perdido de Mazón, el de Ayuso y el de su novio, estoy dispuesto a reconocer todos mis errores anteriores y seguir reparando honores mancillados. Espero que la máquina de rehabilitar del PP continúe su labor y me señale el buen camino. ¿M. Rajoy (léase “eme punto”), sobre el que tantas sospechas deslizamos cuando los papeles de Bárcenas? ¡Repárese! ¿Cristina Cifuentes y su máster? ¡Reparada! ¿Ignacio González y toda una generación de políticos madrileños que triscaban alrededor de Esperanza Aguirre? ¡Ya estamos tardando en repararlos, incluida la pobre Aguirre! ¡Aznar y la foto de las Azores, ya es hora de enorgullecernos! El propio Feijóo, aquella foto con un amigo contrabandista que todavía le siguen sacando sus adversarios, exige reparación inmediata. Y si seguimos remontándonos, no tardaremos en restituir el buen nombre de Francisco Franco, que además de darnos los mejores años como país, nunca quiso hacer una guerra, le obligaron las circunstancias, empezaron los otros. ¡Cuántos honores perdidos siguen pendientes de reparación!

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