El Balcón, un lugar suspendido entre el cielo y la tierra desde el que siete amigos ponen banda sonora a Malasaña
Siete amigos, un balcón y un sueño. Parece el título de una película cutre de sobremesa, pero es, resumidamente, la historia de un grupo de jóvenes que decidieron regalar al barrio de Malasaña una excusa para mirar hacia arriba de vez en cuando. Adri, Marina, Edu, Nacho, Manu, Eva y Dani son sus nombres y El Balcón es su creación, un proyecto que busca revolucionar la escena musical madrileña desde un piso de la calle Pez.
Todo empezó un día cualquiera en la casa de Marina. Ella y su amiga Lora decidieron cambiar el salón por el balcón y dar un concierto improvisado para todos los viandantes. La gente que paseaba por la céntrica calle Pez, a poca distancia de la Gran Vía, no podía evitar parar y mirar hacia arriba para ver de dónde venía la música. Esta pequeña actuación que podría haber quedado en una simple anécdota se convirtió en el inicio de un proyecto que aspira a ser grande.
Aunque este concierto fue el que inspiró a Marina y sus amigos para crear El Balcón, antes llegó Calle Pez, un podcast cuya idea era dar visibilidad a artistas emergentes desde una perspectiva más amplia, que fuera más allá de la música. “Queríamos explorar temas sociales, políticos, afectivos y culturales, generando contenido que invitara a reflexionar sobre esas dinámicas”, explica Adri, uno de los precursores del proyecto.
Después de varios capítulos del podcast, en una reunión de amigos recordaron aquel concierto improvisado y decidieron darle un enfoque más ambicioso. “Nosotros somos un grupo de amigos bastante unido, de esos que siempre están juntos haciendo planes. Además, compartimos intereses comunes, como la música, el arte y la cultura en general. Así que decidimos unir fuerzas para hacer este proyecto algo colectivo, donde todos pudiéramos aportar y hacerlo crecer”, cuenta Adri en conversación con Somos Malasaña.
Tenían todo para ponerse manos a la obra. Una idea revolucionaria, muchas ganas y una ubicación perfecta: el piso de Marina en la calle Pez. Adri asegura que desde el primer momentó pensó que el proyecto tenía mucho potencial: “Solo había que darle un enfoque más profesional, trabajarlo con cuidado y convertirlo en algo más ambicioso”. Y así nació El Balcón.
El concepto es similar al de las famosas sesiones Tiny Desk, pequeños conciertos caseros en los que los artistas se apoyan únicamente en los componentes más esenciales y su voz. Una forma más íntima de entender la música. En este sentido, Adri señala que la idea era “recuperar un estilo de escucha más pausado, más atento”.
Plataformas musicales como Spotify incentivan esta forma de escucha en la que “todo va rapidísimo”, y esa dinámica de decidir si algo te gusta en 20 segundos no convencía a este grupo de amigos. “Estamos en contra de esa superficialidad”, indica. Por esta razón, se lanzaron a diseñar estas piezas musicales de entre 11 y 13 minutos de duración pensadas para quienes realmente quieran disfrutar y conectar con la música. Según Adri “es como cuando te asomas al balcón de tu casa y ves a alguien enfrente haciendo algo especial. Esa idea de detenerte y quedarte un rato contemplando”.
De forma complementaria al proyecto de Calle Pez, en el que únicamente participan Marina y Dani, nace El Balcón. El podcast es un nexo de unión con las sesiones, aunque, tal y como explican sus creadores no siempre van de la mano. La idea es que cada vez sean más los cantantes y grupos que decidan salir al balcón para presentar sus últimos lanzamientos. Por el momento, la primera ha sido nu?, una artista emergente que llevó al piso de la calle Pez su música con una pequeña mesa de mezclas y su voz. La sencillez más pura, la verdadera esencia de este proyecto.
Por ahora esta es la única sesión profesional de El Balcón, que aspira a llegar mucho más lejos y ya busca nuevos participantes. “Nos encantaría una sesión de Aiko el grupo, que ya estuvieron en el podcast”, comenta Adri. Por el momento, las sesiones son muy exclusivas, aunque esperan ir integrando cada vez más artistas: “Es un hobby y avanzamos según nuestras posibilidades, pero nos encantaría llevarlo a un plano más profesional”.
Música para hacer barrio
Esta esencia casera y espontánea explica mucho de lo que verdaderamente busca este grupo de siete amigos con El Balcón, que lejos de ser únicamente un proyecto musical es un reflejo de la vida en el barrio de Malasaña. “Queremos dar un espacio a lo que se está perdiendo en barrios como este, en los que la vida va rápido y la gente no tiene tiempo de pararse a observar lo que ocurre a su alrededor”, explica Adri. De hecho, El Balcón es, en parte, fruto de esa cohesión vecinal que tanto caracteriza a los barrios madrileños y que poco a poco se ha ido deteriorando por la gentrificación y turistificación de la ciudad.
Si este proyecto pudo hacerse realidad fue gracias a Ignacio, el vecino de la acera de enfrente. “Llevábamos varios días intentando que alguien nos dejase su balcón para poder grabar y nadie se animaba”, cuentan. En un barrio en constante cambio donde muchos de los edificios se han convertido en pisos turísticos y gran parte de los comercios han cerrado, encontrar a alguien que les cediese su casa para grabar no iba a ser para nada fácil. Pero entonces, apareció este vecino y lo cambió todo.
“Encontrar este espacio y que alguien que no nos conoce se haya volcado con nosotros es el claro ejemplo de la importancia que tiene mantener las redes vecinales”, explica Adri. Este es en cierta manera otro de los propósitos con los que nace El Balcón, devolver su identidad al barrio desde un elemento tan simbólico como son los balcones y con la música como hilo conductor. Por el momento ya han recibido el agradecimiento de muchos vecinos de la zona, que, exceptuando alguna que otra queja, están “encantados” con la iniciativa y lo que supone para una calle tan emblemática de Malasaña como esta.
El rumbo de El Balcón todavía es incierto. El proyecto se está gestando, pero Adri y sus amigos apuntan alto. Rusowsky o Ralphie Choo están entre sus favoritos para próximas sesiones, pero no quieren ponerse objetivos poco realistas: “Vamos paso por paso”.
Música, balcones y amigos. Esto es El Balcón, un lugar suspendido entre el cielo y la tierra que conecta lo de dentro con lo de fuera, un sitio con el otro, el interior con lo exterior, lo íntimo con lo público. Y ahora también pone banda sonora al barrio. Recuerda, si vas caminando por Malasaña no olvides mirar arriba, esto podría estar pasando.
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