Sumisión o aniquilación

Un poco de contexto para entender la escena del Despacho Oval transmitida en directo para el planeta entero en otro episodio diario más del reality “Trump administration Show”. En episodios anteriores, a comienzos de la semana, el presidente francés, Emmanuel Macron, corregía en directo, mientras le agarraba suavemente del brazo, el bulo sobre Ucrania que Donald Trump repite sistemáticamente: Ni USA ha dado 350.000 millones de dólares a Ucrania -las cifras más optimistas hablan de 120.000 millones de dólares-, ni la UE, que ha girado el 60% de la ayuda -160.000 millones-, va a recuperar su dinero porque se trata de préstamos. Las condiciones son las mismas que para los fondos USA: la gran mayoría a fondo perdido. Ya empezábamos mal. Pero ya sabemos que Trump sólo se pone duro con los débiles. Con el presidente francés se limitó a poner cara de “para ti el euro”.
En el episodio siguiente, un día antes de la visita de Zelenski, el primer ministro británico, Keir Starmer, volvía a refutar en idénticos términos el mismo bulo en las narices del mismo Trump y en el mismo Despacho Oval: con el extrabonus de explicarle a JD Vance que el Reino Unido tiene una tradición de libertad de expresión más vieja que los propios Estados Unidos. El presidente y vicepresidente tenían que poner otra vez cara de circunstancias.
El show no podía continuar así, con su protagonista desafiado sin más coste que unos pucheritos presidenciales. Había que hacer un escarmiento y había que hacerlo en público. Como suele ser el caso con Trump, le tocó al más débil: al presidente ucraniano. Se habría llevado la bronca igual aunque hubiese firmado la extorsión mafiosa de dinero a cambio de protección que le propone la Casa Blanca. Pero ahora, además, el guion exigía que sirviera de aviso a europeos y poder sentenciar que él mismo se lo había buscado.
Ucrania ya está amortizada y repartida con Putin. Ahora sólo es otro instrumento para joder a la UE que nació para “joder a los Estados Unidos”; por emplear la terminología técnica que maneja el propio presidente de los USA. Santiago Abascal ya puede ir calentando más palanganas de agua tibia para el líder; no va a dar abasto.
Toda política tiene detrás alguna teoría causal, por muy absurda que pueda ser: si A entonces B. En la violenta escena del Despacho Oval, Trump y Vance vociferaron sin complejos la teoría que sustenta su estrategia: hemos pagado tu protección y por eso nos debe sumisión y ahora, además, nos debes agradecimiento y una cantidad ingente de dinero que nos cobraremos en las riquezas y bienes de tu país; sumisión o aniquilación, elige.
Los bulos sobre el volumen total de lo pagado o las diferentes condiciones para norteamericanos y europeos no son mentiras sin más. Operan como instrumentos esenciales y únicos legitimadores en el relato que sustenta la estrategia de la administración Trump.
El dilema de someterse o ser aniquilado que Donald Trump le vociferó a Zelenski no iba únicamente dirigido al dirigente ucraniano y a su pueblo. Iba dirigido también a nosotros, los europeos y también a voces. O sumisión o aniquilación, o sumisión o vosotros veréis. Mientras no entendamos que Ucrania es ahora nuestra frontera, USA no es un aliado y ahora es cosa nuestra, Trump seguirá llevando ventaja.
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