Rubiales y su círculo de confianza se sientan en el banquillo por el beso y las coacciones a Jenni Hermoso
Un año y medio después del beso que impuso en la boca a la futbolista Jennifer Hermoso, Luis Rubiales se sentará en el banquillo a partir de este lunes para rendir cuentas sobre ese acto y la trama que supuestamente urdió después para librarse de un escándalo que dio la vuelta al mundo y puso el foco sobre el machismo en el fútbol femenino. La Audiencia Nacional acoge desde este lunes el juicio al que fuera presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) y a tres de sus estrechos colaboradores, acusados de coaccionar a la futbolista para que saliera públicamente a restar importancia a ese beso.
La vista se iniciará con el interrogatorio a Hermoso, que en su declaración durante la investigación dijo que el beso fue inesperado y en ningún momento consentido y que, en las horas y días posteriores, ella y algunos de sus familiares y amigos sufrieron un atosigamiento constante por parte de Rubiales y personas de su entorno.
El juicio se prolongará durante al menos dos semanas. Está previsto que comparezcan más de una veintena de testigos, incluidos varios cargos de la Federación y jugadoras como Alexia Putellas, Irene Paredes o Laia Codina. Rubiales y los otros tres acusados —el exdirector deportivo de la selección masculina, Albert Luque, el exseleccionador Jorge Vilda y el exresponsable de marketing de la Federación, Rubén Rivera— serán interrogados en la fase final, tras la comparecencia de testigos y peritos.
El procedimiento judicial que ahora llega a juicio se inició el 11 septiembre de 2023, tres semanas después de la final de Sidney. Solo unos días antes del inicio de la investigación y, en medio de una presión creciente, Rubiales había dimitido para defender su “inocencia”. En ese momento se encontraba ya suspendido de sus funciones cautelarmente por la FIFA y la Fiscalía había presentado contra él una querella por delitos de agresión sexual y coacciones tras escuchar a la jugadora. El Ministerio Público acabó pidiendo para él dos años y medio de cárcel como autor de delitos de agresión sexual y coacciones y un año y medio de prisión para el resto de encausados por las coacciones.
En la hemeroteca queda el esperpéntico discurso que Rubiales dio en la sede de la Federación, en el que aseguró que no dimitiría y cargó contra “la lacra del falso feminismo”. Sus palabras fueron aplaudidas por el staff del organismo rector del fútbol en España. Entre ellos, por los subordinados que ahora le acompañarán en el banquillo. Y también por la actual seleccionadora femenina, Montse Tomé, que está llamada a comparecer como testigo en el juicio.
“Sin consentimiento ni aceptación”
Las pesquisas se alargaron durante casi cuatro meses en los que el juez instructor, Francisco de Jorge, escuchó a los cuatro investigados, a la víctima y a casi una veintena de testigos. Tras hacerlo, consideró que existían indicios suficientes como para enviar a los cuatro a juicio. Respecto al beso, el instructor calificó de “sólidos” los indicios que apuntan a que “no fue consentido” y que se trató de “una iniciativa unilateral y sorpresiva” de Rubiales. En cuanto a las coacciones, atribuyó a los cuatro una “acción concertada” para “doblegar la voluntad” de la jugadora y “conseguir que accediera a grabar un vídeo en el que dijese que el beso había sido consentido”.
Pero Hermoso no accedió aunque, para ello, tuviera que soportar un conjunto de “presiones” que le provocaron “una situación de ansiedad e intenso estrés”, en palabras del magistrado. Finalmente, Rubiales grabó en solitario ese vídeo que la Federación trató de vender como una disculpa que no lo fue. El dirigente dijo que “seguramente” se había “equivocado” y que, en todo caso, había sido un acto “sin ninguna mala fe” por “ninguna de las dos partes”.
La Fiscalía dio en todo momento credibilidad al relato de la jugadora. En su escrito de acusación, la teniente fiscal de la Audiencia Nacional, Marta Durántez, concluyó que Rubiales “propinó” a Hermoso un beso en los labios “de manera sorpresiva y sin consentimiento ni aceptación de la jugadora”. Y que, con posterioridad, “ante las consecuencias personales y profesionales que le podían acarrear”, él y el resto de acusados comenzaron a ejercer “actos constantes y reiterados de presión” tanto a la jugadora como a su entorno. Además del Ministerio Público la jugadora ejerce la acusación particular y hay una acusación popular, la Asociación de Futbolistas Españoles.
“Algo natural” entre amigos
Por contra, Rubiales defendió ese beso como “algo natural” entre dos personas que han convivido mucho tiempo y negó haber presionado a la jugadora, según extractos de su declaración publicados por El Español. “¿Cómo le voy a pedir perdón si estábamos los dos supercontentos?”, dijo, durante el interrogatorio. Tras esa declaración, el juez le prohibió acercarse a menos de 200 metros de la deportista y comunicarse con ella. Los otros tres investigados también negaron las coacciones.
Frente a esta versión, el juez hizo en su auto de procesamiento un pormenorizado relato de lo sucedido. Así, explicó que en el momento en que Hermoso recibía el saludo protocolario, Rubiales sujetó su cabeza con ambas manos, a la altura de los oídos y “de manera sorpresiva e inesperada” le propinó un beso en los labios. Según el juez, ella ni percibió su intención ni dio su consentimiento para ello, lo que justifica su desconcierto inicial y que, en un primer momento, tratara de restarle importancia y seguir con la celebración.
Pero el magistrado consideró que conforme fueron pasando las horas, la “euforia” del triunfo fue dando paso al “malestar” y al “sentimiento de haber sido ofendida”. Ese malestar añade el auto, fue en aumento ante las presiones de Rubiales y de su círculo próximo para que públicamente manifestase que el beso había sido consentido.
En cuanto a las coacciones, la vista se centrará previsiblemente en dos hitos: lo ocurrido en el avión que trajo a la comitiva de vuelta a España y lo acontecido en los días posteriores en Ibiza, donde una decena de jugadoras —Hermoso entre ellas— disfrutaron de unos días de vacaciones pagados por la Federación.
Con relación al vuelo, el auto de procesamiento relata que primero fue Rubiales quien “trató de conseguir” que la jugadora accediese a aparecer en un vídeo con él afirmando que el beso había sido consentido. Pero ella se negó. Así que tras pedir consejo a su equipo instó a Vilda a que hablara con el hermano de la jugadora. Siempre según el auto, este le “advirtió de que si su hermana no accedía a participar en el vídeo, su negativa tendría consecuencias negativas para ella” y perjudicaría a su carrera. Hermoso no fue convocada en las dos primeras citas tras el mundial. La seleccionadora Montse Tomé explicó durante la investigación que no la incluyó en esas convocatorias por razones deportivas y para “protegerla” de la presión mediática.
El otro escenario clave para desentrañar las presuntas coacciones es el citado viaje a Ibiza. Allí se encontraban los otros dos procesados: Rubén Rivera y Albert Luque. El auto recoge la insistencia de ambos en hablar con la jugadora a través de WhatsApp, en persona e incluso utilizando a una amiga de intermediaria. Según el instructor, Luque llegó a enviar un mensaje a la amiga de la jugadora expresando su enfado, acusándola de mala persona, deseándole que se encuentre muy sola en la vida y anunciándole que se alegraría de que eso sucediera. Durante sus declaraciones, ambos negaron haber cometido ningún delito. Ahora, un año y medio después de los hechos, tendrán la ocasión de volver a explicarse delante de un juez.
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