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Sobre este blog

UNRWA es la Agencia de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina en Oriente Medio. Desde 1949 trabajamos para proporcionar asistencia, protección y defensa a más de 5 millones de refugiados y refugiadas de Palestina, que representan más de la quinta parte de los refugiados del mundo y que actualmente viven en campamentos de refugiados en Jordania, Líbano, Siria y el territorio Palestino ocupado (la franja de Gaza y Cisjordania), a la espera de una solución pacífica y duradera a su difícil situación.

Gaza: “Me causó una fuerte impresión las trabajadoras humanitarias de UNRWA”

Una trabajadora de UNRWA gestiona el reparto de alimentos en uno de los refugios de la Agencia en Gaza

Cuando compré mi apartamento en Gaza, mi querida madre me regaló un tapiz palestino con la frase “No hay lugar como el hogar”. Lo había bordado hacía décadas, más o menos cuando ella y mi padre se casaron. El bordado representa una casa, un olivo y rosas, tejidos en vibrantes tonos de verde, rojo y amarillo. 

El bordado palestino, conocido como tatreez falahi, es un patrón de punto de cruz que practicaban las mujeres de los pueblos. Después de la Nakba de 1948, se convirtió en un importante símbolo que refleja la rica cultura del pueblo palestino. Crecí viendo a mi madre y a mi abuela tejer tatreez falahi para expresar su pertenencia a su pueblo, Al-Sawafir al-sharqiya, que fue destruido durante la Nakba . 

La frase “no hay lugar como el hogar” ha resonado mucho en mi familia. Recuerdo que mi difunto padre la decía en el momento en que cruzaba la puerta después de un largo día de trabajo. Para mantener la tradición, colgué el tapiz en la entrada de mi apartamento. No importa dónde viva, si estoy lejos de Palestina, no puedo sentirme en casa. 

Como refugiados, nuestra perspectiva de hogar es complicada. Nos desplazamos recordando que nuestros hogares son temporales, hasta que volvamos a nuestra legítima tierra ancestral. Y, sin embargo, a pesar de sus desafíos, la vida como refugiada me ha enseñado a ser resiliente y ha moldeado profundamente mi identidad.  

Al haber crecido en el campamento de refugiados de Jabalia, en Gaza, recuerdo que los inviernos eran los más difíciles. Nuestras casas con techos de metal y calles estrechas solían hundirse y flotar cada vez que llovía. Nunca tuvimos un patio de juegos donde jugar. Nuestros juegos más alegres tenían lugar en los callejones. Gaza ha estado bajo un bloqueo ilegal desde 2007, y en un momento, al principio del asedio, nuestros recursos eran tan limitados que ni siquiera podíamos conseguir papel o lápices para escribir en clase. 

Fui a escuelas de UNRWA donde las clases estaban abarrotadas. Esto me impulsó a trabajar duro para poder destacar. Surgió mi pasión por la escritura y, con el apoyo de mis profesores de UNRWA, participé en concursos de narración de cuentos en las escuelas primarias de Jabalia. Me sentí orgullosa de mí misma cuando escuché los aplausos de mis compañeros de clase después de ganar el primer y el segundo premio. Sus pequeñas manos aplaudiendo son un recuerdo que atesoro como el verdadero sonido e imagen del éxito. 

Apreciar el valor de la educación es fundamental en nuestras vidas como palestinos y refugiados. Mis padres siempre me dijeron que la educación nos llevaría a un futuro mejor, una lección que ahora me esfuerzo por transmitir a mi propia hija pequeña. A través de la educación, nuestra generación puede contar su historia en diferentes idiomas, desempeñando un papel importante en el creciente movimiento mundial de solidaridad con Palestina. 

Aprendí otras lecciones al ver a mi gente encontrar soluciones creativas para la vida. Admiré a las innumerables enfermeras y doctoras que trataban heridas con manos asustadas y temblorosas bajo el fuego enemigo. En condiciones devastadoras, los trabajadores de UNRWA continuaron sus esfuerzos para entregar ayuda vital mientras intentaban sobrevivir ellos mismos. Llegaron a nuestras tiendas de campaña y campamentos improvisados bajo los bombardeos masivos y continuos para entregar el único alimento disponible. Mi hija, que tenía dos años y medio en ese momento, comía un huevo cada tres días que le entregaba UNRWA. Durante esos días, ese único huevo era su única fuente de proteínas.  

Lo que también me causó una fuerte impresión fueron las periodistas y trabajadoras humanitarias de UNRWA, mujeres que, mientras soportan el peso de su papel como madres que sobreviven a un ataque militar, preparan y empaquetan las comidas de sus hijos antes de salir a documentar o entregar ayuda vital de UNRWA. Ellas equilibraron la maternidad con la inmensa responsabilidad de ayudar a los demás, todo mientras intentaban sobrevivir a las mismas condiciones brutales y mantenerse fuertes para sus hijos

Cuando las personas desplazadas comenzaron a refugiarse en las escuelas de  UNRWA, después de octubre de 2023, los profesores de esas escuelas tomaron la iniciativa de ayudar a distribuir alimentos, agua y medicamentos. Visité una escuela en la que la propia directora se refugiaba junto con su familia. No solo cuidaba de su propia familia, sino de cientos de otras familias de la escuela. A pesar de estar desplazada y aterrorizada, sentía que era su responsabilidad seguir aportando algo a su comunidad. 

Al igual que la directora, yo quería utilizar mis habilidades para ayudar a mi gente y estar cerca de mi familia, pero la guerra genocida de Israel me obligó a irme para poder salvar la vida y el futuro de mi hija. Mientras me evacuaban y estaba en el lado egipcio del cruce de Rafah, me tomé un momento para mirar atrás, a Gaza. Me despedí con la mano y pensé: “Hasta que nos volvamos a encontrar, en casa”.  

Sé que algún día volveré a Gaza, donde nací y crecí. Gaza es más que un lugar en un mapa; es donde se forjó mi identidad, donde me enamoré y donde una vez soñé con un hogar con vistas al infinito azul del mar Mediterráneo. 

Mi esperanza de volver a casa se ve alimentada por las impactantes imágenes de cientos de miles de palestinos que regresan a su amada ciudad de Gaza, en el norte, tras 16 meses de desplazamiento. Por primera vez en nuestra historia moderna y en nuestra memoria colectiva, nosotros [los palestinos] estamos regresando. Gaza es una tierra de resiliencia, donde su gente se alza contra la injusticia y la ocupación, firme en su lucha hasta que se consiga la justicia y la libertad. 

Aunque vivo en Texas ahora mismo, Palestina sigue siendo el corazón de mi existencia. No importa cuántos kilómetros me separen de mi tierra natal, mi conexión nunca se desvanece.

Las opiniones reflejadas en el artículo son las de la autora.

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UNRWA es la Agencia de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina en Oriente Medio. Desde 1949 trabajamos para proporcionar asistencia, protección y defensa a más de 5 millones de refugiados y refugiadas de Palestina, que representan más de la quinta parte de los refugiados del mundo y que actualmente viven en campamentos de refugiados en Jordania, Líbano, Siria y el territorio Palestino ocupado (la franja de Gaza y Cisjordania), a la espera de una solución pacífica y duradera a su difícil situación.

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