Espacio de opinión de Canarias Ahora
No a la OTAN, sí a Europa
Aquellos lejanos tiempos del referendo de la OTAN han vuelto a nuestros días. Recordamos al periodista deportivo José María García en un esfuerzo inusitado en TVE, con su amiga Mercedes Milá, apoyando el sí. La izquierda clásica y no tan clásica se quebró. Hubo argumentos para todos los gustos, hasta un explosivo “Fragabarne” pidió la abstención. “¿Y quién gestionará el no?”, se preguntaba Felipe González (quién te ha visto y quién te ve). El único argumento posible y realista es que permanecer en la OTAN era una condición innegociable para permanecer en la entonces Comunidad Europea. El balance de todos estos años tiene borrones y claros, pero todo lo bueno para España ha procedido de la actual Unión Europea. Con la OTAN solo hemos hecho mucho gasto y hemos conseguido, eso sí, tener entretenidos a nuestros militares por el mundo y desasnarlos para siempre, ojalá. Hace unos días, una moderna fragata española perseguía a un submarino ruso –iba a escribir soviético- por aguas del mediterráneo oriental. Qué paradojas.
Ahora se debate el rearme, horroroso término, y se le dulcifica con la palabra seguridad. Los fabricantes de armamento se frotan las manos. Y los tecnológicos variados también. Todo estará correcto si nadie se atreve a recortar en gastos sociales, en educación, sanidad y pensiones, y dependencia, y otras lindezas para los poderosos. Habría que blindar todo eso en las constituciones o/y en un tratado europeo que lo amparara. Y esos asuntos no se tratan en la OTAN, ya hemos escuchado los inmundos argumentos del actual secretario general al respecto.
Por todo ello le declaraba a mi amiga Mayte mi amor inmarcesible hacia Úrsula von der Leyen, esa conservadora alemana que se ha hecho muy amiga del presidente del gobierno de España. Santa Úrsula la llamamos durante y después de la pandemia. Me consta que a Núñez no le cae bien a pesar de ser de su mismo partido europeo. Pero es mujer, esa es la enorme ventaja, y ve las cosas con una ponderación y rigor que ningún hombre conservador sería capaz de ver por sus anteojeras de macho.
Oremos a nuestra peculiar santa, apoyemos sus esfuerzos de acuerdo y su sonrisa sensata entre las tinieblas. Tiene un buen compañero de reparto, el portugués Costa, otra sensibilidad sonriente en medio de las batallas. A lo mejor nos hemos librado de las bravatas en nuestro reducido patio europeo. Ya está bien de tantas tonterías en el despacho oval y en otros sitios más cercanos. Viva Europa.
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