Espacio de divulgación científica y tecnológica patrocinado por la Universidad de Alcalá (UAH), con el objetivo de acercar el conocimiento y la investigación a la ciudadanía y generar cultura de ciencia
Santiago Moreno, experto en enfermedades infecciosas: “El chemsex ya es un problema de salud pública en el colectivo gay”

Chemsex. El término es inglés y combina las palabras chemicals (en alusión a las drogas) y sex (sexo). Se refiere al uso sexualizado de drogas, con el único propósito de aumentar la duración o intensidad de las relaciones sexuales.
“Se ha convertido en un problema de salud pública en el colectivo gay”, asegura Santiago Moreno, catedrático de Medicina en la Universidad de Alcalá.
Es un fenómeno que comenzó a describirse a finales del siglo XX en Londres, aunque en realidad algunos informes clínicos ya informaban, allá por 1930, de los posibles efectos de las anfetaminas sobre la libido y las funciones sexuales.
Su práctica es ahora objeto del libro Chemsex, consecuencias sobre la infección por VIH y otros aspectos de la salud, coordinado por el propio Santiago Moreno, junto a Daniel Íncera y Manuel Gámez.
Publicado por la Editorial de la Universidad de Alcalá, forma parte de los proyectos de la Cátedra RIS-Gilead que nació en 2019 con el objetivo de fomentar la docencia, la investigación y la difusión de los conocimientos en el campo del VIH/Sida y para fomentar nuevas vocaciones científicas entre jóvenes.
“Nos interesamos por este fenómeno por lo preocupante que resultan las consecuencias que van desde la esfera psicológica o psiquiátrica, hasta la social y sus efectos a nivel biológico”, explica este catedrático de Medicina.
Se trata de un libro coral que aborda la cuestión desde varias perspectivas, incluida la divulgativa o las recomendaciones técnicas dirigidas a profesionales sanitarios. “Se intenta abordar el problema, no solo desde el punto de vista médico, sino sobre el aumento del fenómeno, la descripción de las drogas utilizadas, las causas o las consecuencias, entre otros muchos aspectos”.
La literatura científica sobre el chemsex es abundante. “Es un vehículo de transmisión de infecciones”, recuerda Santiago Moreno, “no solo por la desinhibición de quien lo practica que lleva a no usar protección, sino porque es frecuente el slamming, usar jeringuillas para pincharse”.
Es como un viaje a los años 80 del siglo XX en los que el consumo de heroína hizo estragos, con diferencias acusadas respecto de lo que ocurre en nuestros días, pero con “el mismo problema de fondo”, advierte el médico, que ejerce como jefe de Servicio de Enfermedades Infecciosas del madrileño Hospital Ramón y Cajal.
Apunta además un dato alarmante. “No hablamos de algo ocasional por los datos que tenemos en las consultas médicas. Lo practican entre un 10% y un 30% de las personas que atendemos, afectadas por enfermedades infecciosas”. Un 96% de los usuarios de esta práctica son hombres que tienen sexo con hombres, y la mayoría con alto poder adquisitivo.
No hablamos de algo ocasional por los datos que tenemos en las consultas médicas. Lo practican entre un 10% y un 30% de las personas que atendemos, afectadas por enfermedades infecciosas
El fenómeno se describió inicialmente asociado a tres tipos de drogas: la mefedrona, el GHB y el cristal de metanfetamina. Sin embargo, este experto explica que en la actualidad la tipología de sustancias se ha diversificado. Además, es habitual usar varias al mismo tiempo durante los encuentros, que se administran por vías también muy variadas: oral, esnifada, rectal, intravenosa, intramuscular…
Las consecuencias biológicas del chemsex
El chemsex no es un fenómeno globalmente conocido. Ni siquiera entre los profesionales sanitarios. “El colectivo sanitario no está familiarizado. Sería importante que lo conocieran los psiquiatras y psicólogos clínicos e incluso los profesionales de Atención Primaria”, apunta el especialista.
En este tipo de encuentros es habitual que se practique sexo sin protección, y además con diferentes parejas sexuales, lo que incrementa el riesgo de contraer infecciones de transmisión sexual (ITS), como el VIH y la hepatitis C, e incluso infecciones en la piel por el uso de jeringuillas.
A eso se suma, añade Santiago Moreno, “la toxicidad asociada a este tipo de productos puede ser leve, pero también llega a causar la muerte, y no solo por sobredosis. Este tipo de drogas pueden tener consecuencias psicóticas o cardíacas entre los consumidores”.
Una tercera consecuencia tiene tintes sociales. “He tenido pacientes tan adictos que terminaron por abandonar la medicación del VIH y el trabajo”.
Por eso la publicación propone estrategias específicas para su prevención, identificación, evaluación, intervención, así como para reducir y minimizar sus consecuencias.
El libro quiere ser un manual de referencia para profesionales interesados en el estudio y abordaje de este fenómeno, incluyendo profesionales de la medicina, psicología, farmacia, sociología, enfermería, antropología o el trabajo social, entre otros. De igual manera, está destinada a cualquier persona interesada en profundizar en el chemsex desde una perspectiva científica y multidisciplinaria.
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