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Los Comuns paralizan las ordenanzas fiscales de Barcelona por un desacuerdo con los cruceros

Janet Sanz, responsable del grupo municipal de Barcelona en Comú en el Ayuntamiento

Sandra Vicente

18 de diciembre de 2024 13:40 h

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Los Comuns han paralizado las ordenanzas fiscales de Barcelona y aseguran que el pacto al que habían llegado con el PSC está “roto”. El motivo de la disputa es un desacuerdo con la política municipal respecto a los cruceros que ha provocado que los Comuns reserven su voto durante la comisión de Economía y Hacienda de la tarde de este miércoles.

Como consecuencia, el grupo municipal de ERC -que también había acordado la votación favorable- igualmente se ha reservado el voto. “Los acuerdos requieren mayorías para que el trabajo que hemos hecho algunos no sea en vano. Reservamos el voto a la espera de que la situación sea distinta”, han apuntado.

Todavía queda camino para recorrer con las ordenanzas. Si bien la votación de esta tarde es una formalidad técnica que sirve para tomar el pulso de los diferentes grupos municipales, la votación definitiva se hará en el Pleno del próximo viernes. Tanto ERC como Comuns se abren a votar favorablemente. Eso sí, a cambio de condiciones. Los republicanos piden que haya una mayoría afianzada. Y los Comuns piden “coherencia”.

El desacuerdo que ha hecho saltar por los aires a última hora el acuerdo que tenían los de Janet Sanz con el PSC para aprobar las ordenanzas fiscales viene por otro pacto alcanzado entre ambos partidos, este para reducir las terminales de cruceros de siete a cinco.

Se trata de un acuerdo que se refrendó hace meses y que se está concretando en una mesa bilateral entre el consistorio y el Puerto de Barcelona. Pero este martes, el PSC trasladó a los Comuns un borrador en el que el Gobierno municipal “constata y valora positivamente que el Puerto plantea habilitar una miniterminal” que dé servicio a barcos de lujo, que tienen una capacidad sustancialmente menor -de 1.000 pasajeros.

Y aquí viene la discrepancia: Sanz considera que este apunte supone renunciar al acuerdo de reducir dos terminales de cruceros -lo que supondría restar 1,2 turistas anuales a la ciudad. Pero por su parte, Valls niega la mayor y asegura que si la terminal de lujo se llegara a hacer, “el Puerto deberá decidir cómo hacerla con las terminales que le quedan”. “Las matemáticas son claras. Hemos pactado pasar de cinco a siete. Si el Puerto pide una terminal más, serían seis. Y nosotros hemos pactado bajar a cinco”, ha reiterado Valls.

Según insiste el PSC, el consistorio “no ha propuesto esta terminal y no formaba parte el acuerdo con los Comuns”. Se refieren a un acuerdo -independientemente de las ordenanzas fiscales- en el que ambos partidos se comprometían a reducir las terminales del puerto y a rebajar el número de cruceristas. En esta misma línea, el alcalde llegó el pasado septiembre a un acuerdo con la Generalitat para aumentar “de forma sustanial” la tasa turística a los cruceros que hagan escalas de menos de 12 horas.

Pero esta respuesta no ha satisfecho a los Comuns, que piden “hechos y no palabras” antes de dar su voto favorable el viernes. Y afean al gobierno del PSC que, “con una mano hagan políticas progresistas y suban impuestos al turismo y con la otra planteen compensaciones para el sector”.

Janet Sanz considera que la nueva terminal “encalla” las negociaciones que, desde hace meses, PSC y Comuns mantienen para aprobar las ordenanzas fiscales, que son un ensayo general de cara a la negociación de los presupuestos de la ciudad, mientras que Valls afea a los Comuns que “conviertan una terminal fantasma que no existe en un nuevo Hard Rock para no aprobar las ordenanzas”.

Los presupuestos, pendientes de un hilo

Hasta esta semana, todo hacía pensar que las ordenanzas se aprobarían sin problemas, después de que el PSC hubiera adoptado gran parte de las demandas tanto de los Comuns como de ERC y se aviniera, entre otras cosas, a aumentar el IBI a hoteles de lujo e infraestructuras turísticas, así como a cobrar más caras las tasas a lo autocares de visitantes.

Pero en el último momento, las negociaciones se han torcido y esto no sólo pone en peligro las ordenanzas -Barcelona todavía tiene prorrogadas las de 2022-, sino también los presupuestos. En vista de que el resto de grupos de la oposicion ya han anunciado que votarán en contra, Collboni necesita de los votos de ERC -que ya tiene casi asegurados- y de los Comuns.

Si los de Albiach deciden votar en contra, como ya hicieron el año pasado, las cuentas municipales no saldrán adelante. El año pasado, Collboni se vio obigado a activar la baza de la moción de confianza, una medida por la cual un alcalde puede desatascar negociaciones encalladas.

Se trata de ligar la decisión a la misma continuidad del alcalde. Si la oposición no consigue ponerse de acuerdo y presentar un candidato alternativo, el mandato y la negociación en cuestión quedan automáticamente refrendadas.

Esto fue lo que pasó en 2023, pero la moción de confianza es una carta que sólo se puede jugar dos veces por mandato y nunca dos años seguidos, así que Collboni depende del favor de lo Comuns para sacar adelante sus cuentas y también su mandato.

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