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Opinión - Las cremas de Mazón. Por Sergi Pitarch

Donde dije Defensa digo ahora Seguridad y Democracia

El presidente de EE.UU., Donald Trump junto a Elon Musk

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En sus primeras semanas de vuelta a la Casa Blanca, Donald Trump ha dado sendas y serias patadas a las principales patas de la mesa del orden mundial vigente: el comercio, la defensa, los avances sociales, la multiculturalidad, la lucha contra el cambio climático, los consensos sobre salud pública… Como ya dijimos aquí, el presidente de Estado Unidos está intentando sustituir el imperio de la ley por la ley del más fuerte.

Uno de sus más peligrosos movimientos, su intento de acabar con la guerra entre Rusia y Ucrania haciendo negocio y poniéndose más del lado del agresor que del agredido, ha inquietado tanto a Europa que las instituciones comunitarias han tocado a rebato y se han dicho a sí mismas y le han dicho a los países miembros que hay que correr a toda prisa hacia la autonomía en defensa. Vamos, que vuelve el “si vis pacem para bellum” latino (“Si quieres la paz, prepara la guerra”). Que hay que rearmarse. “¡A las armas, ciudadanos!”, como dicen todas las revoluciones desde la Francesa hasta hoy. 

Como defensa, armas y guerra son términos que levantan desde suspicacia a rechazo frontal en una buena parte de la población, estamos ya asistiendo al nacimiento de una neolengua de atenuación en ese campo. La palabra de moda en las próximas semanas será seguridad, y en su campo semántico, además de armas, habrá términos como ciberseguridad, satélites, espacio o telecomunicaciones, palabras que aún mantienen una cierta reputación. Hay incluso quien ya va más allá. “Invertir en defensa es invertir en democracia y en seguridad”, dijo la semana pasada Félix Bolaños, ministro de Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes.

Nuestro Ministerio de Defensa se llamó hasta la guerra civil Ministerio de la Guerra. Manuel Azaña, luego presidente del Consejo de Ministros y presidente de la República, fue ministro de la Guerra de 1931 a 1933. “Franco es el único al que hay que temer”, anotó Azaña en su diario en el verano de 1931, cuando le llegaron rumores de que algunos generales, entre ellos el gallego, preparaban un golpe de Estado.

Tras su sangriento golpe de Estado del 36 y ganar la guerra civil, Franco convirtió el Ministerio de la Guerra en Ministerio de Defensa Nacional primero y lo dividió en tres después: Ministerio del Ejército, Ministerio de Marina y Ministerio de Aire. En 1977, Adolfo Suárez reintegró todo y dejó el nombre en Ministerio de Defensa, a secas. 

Quizás el nuevo orden mundial y la neolengua que nos están llegando lo conviertan en breve en Ministerio de Seguridad y Democracia.

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