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Máscaras y mudados en Ons: la isla atlántica gallega recupera su Entroido tradicional tras medio siglo sin celebrarlo

Mudados en el barrio de Curro, en la Illa de Ons, en una fotografía de 1965 tomada por el antropólogo sueco Staffan Mörling

Daniel Salgado

28 de febrero de 2025 22:33 h

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Los mudados se encargan de abrir paso al entroido, que es una especie de meco o momo. Lo presentan y lo pasean, y piden alimentos o bebida por las puertas: quizás lo han pasado mal a lo largo del invierno. A su alrededor revolotean las máscaras, que mueven las cosas de sitio, abren cancillas que están cerradas, siembran el caos. La isla atlántica de Ons, en la costa gallega, celebra la llegada de la primavera, el inicio del año agrícola, su Entroido tradicional (algo así como una versión autóctona del Carnaval). O al menos lo celebraba hasta hace medio siglo. Lo volverá a hacer este domingo gracias a las investigaciones del filólogo Manuel Dopazo Entenza y al impulso del Concello de Bueu y la Asociación de Veciños e Amigos da Illa de Ons.

Fue precisamente la memoria de los vecinos la que conservó el rastro de su Entroido tradicional. Dopazo, natural de Bueu, trabajaba en un proyecto del Instituto da Lingua Galega para crear un corpus oral del idioma cuando se tropezó con la grabación de una señora que hablaba del entroido, el muñeco. “Era un registro recogido por el folclorista danés Gustav Henningsen en los 60”, explica Dopazo a elDiario.es en una conversación que se desarrolla en gallego, “y por casualidad escuché esa referencia”. Se trataba de una mujer y hacía una descripción de una figura que representa la festividad del carnaval, un muñeco de paja al que montaban en una oveja. “Equivale al meco, al momo o al lardeiro de otros lugares”, indica. En Ons adoptó el mismo nombre que se le da al Carnaval en toda Galicia.

Una informante viva le corroboró la historia. Poco a poco, Dopazo tejió lo que había sucedido. Según sus cálculos, el entroido este dejó de salir a principios del siglo XX a los caminos de Ons, como pasó en otros lugares con figuras análogas. En la isla, situada en la boca de la ría de Pontevedra, 4,5 kilómetros cuadrados, llegaron a residir más de 500 personas. En la actualidad hay 60 en el censo, pero menos de diez que vivan allí todo el año. El caso es que con la desaparición del entroido no desapareció la celebración. Máscaras y mudados, los otros dos personajes, sobrevivieron hasta la década de los 70. Dopazo también lo averiguó gracias a registros sonoros relacionados con sus estudios filológicos. “Preparaba mi tesis, que dediqué precisamente a Ons, cuando escuché a Benedicto Patiño hablar de máscaras y mudados”, dice.

El investigador decidió profundizar en el Entroido insular. Investigó los roles y las acciones, las figuras y sus cometidos o encarnaciones y arriesgó una teoría: la memoria colectiva había convertido máscaras y mudados en sinónimos pero en realidad se trataba de dos personajes distintos, con funciones diferentes. Los primeros resultados de sus pesquisas los publicó en 2021 y 2022 en la revista Aunios, de la Asociación Cultural PiñeirÓns. “Los mudados serían un personaje bueno, inocente, encarnado por gente joven que actúa a la luz del día”, escribía, en gallego, Dopazo, “su nombre se debe, probablemente, a que invertían los roles de género en la vestimenta”. Ropa vieja y rostro oculto, un clásico: “Tradicionalmente no hacían maldades, más bien jugaban con la incógnita de ¿quién será la persona?”.

De las maldades se encargaban, de hecho, las máscaras. Fue el último de los personajes del Entroido de Ons en desaparecer, ya en los 70, y continuó vivo en los relatos de los vecinos. Vestían de blanco y con careta roja, elaborada con corteza de calabaza secada al sol y pintada. Nunca iban solos. “Operaban a modo de guerrillas, peleando unos barrios [aldeas] contra otros”, escribe Dopazo en su estudio de Aunios. Se apartaban de los caminos: “Avanzaban escondidos por la parte exterior de la isla, por el monte y los prados, y bajaban a la altura de las casas para que la gente no los viese llegar”. Salían por la tarde y hacían de las suyas hasta bien entrada la noche durante los nueve días que en Ons se prolongaba la celebración que marcaba el final del invierno.

Ritos sociales

“Son ritos sociales, claro, que desaparecen cuando desaparecen las sociedades que los alumbraron”, explica Dopazo a este periódico, “su recuperación es un poco una pantomima, pero muy interesante”. Por el camino también encontró imágenes. Otro folclorista extranjero, el antropólogo sueco Staffan Mörling, especialista en patrimonio marítimo, había fotografiado el Entroido de Ons en los años 60. A él pertenece la imagen que ilustra esta información. Manuel Dopazo ha localizado otras fotografías en colecciones particulares. Formarán parte del libro que ultima sobre entroido, máscaras y mudados de la isla.

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