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La docencia, una profesión cada vez más difícil y que se ejerce en peores condiciones

Un profesor en una clase vacía de un colegio

Daniel Sánchez Caballero

25 de marzo de 2025 00:02 h

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Aulas más diversas y complejas. Un peor clima de aprendizaje. Salarios estancados durante años. Un reparto de la jornada laboral estresante. Mucha temporalidad y poco reconocimiento social pese al aumento de la presión. Ausencia total de políticas públicas centradas en maestros y profesores. La profesión docente cada vez es más compleja por sí misma, según coinciden varios estudios recientes, y sin una mejoría en las condiciones en que se ejerce, los profesionales sufren estas circunstancias.

“Está surgiendo una creciente desafección y pesimismo en una parte importante del profesorado”, sostiene el informe El estado de la profesión docente en España, de EsadeEcPol. El texto dibuja lo que promete en el título y realiza un dibujo general de una profesión que “vive un momento decisivo para la educación en las próximas décadas”.

A lo largo del informe se ofrecen datos que sostienen la primera afirmación. Un estudio reciente de la Fundación SM revela que un 38% de los docentes dice vivir su trabajo con indiferencia, un porcentaje que se ha disparado desde 2007, cuando apenas era del 2%. Además, el 47% del profesorado se muestra neutral hoy ante la posibilidad de dejar la docencia, cuando hace 15 años ocho de cada diez lo rechazaba de manera tajante. El 60% de los docentes que en 2007 decían mantener la ilusión por su trabajo hoy apenas son uno de cada cuatro (un 24%). Una última muestra: la proporción de docentes que afirma vivir su profesión con distancia se ha disparado del 2% al 38% en este periodo.

“Hace falta construir una profesión más atractiva, ambiciosa, exigente y profesionalizada para que todo el mundo pueda salir ganando”, opina Lucas Gortázar, director de Educación de EsadeEcPol y autor del informe. No ha pasado en las últimas décadas, en las que todas las reformas educativas que ha habido –de mayor o menor calado, no han sido pocas– se han centrado en la estructura del sistema, la organización curricular y la evaluación. El estatuto docente, que justo se empieza a negociar, lleva años y años de retraso.

¿Cómo hemos llegado hasta aquí?

El empeoramiento de las condiciones en las que los docentes trabajan en el aula empieza por el declive en las condiciones sociales de la infancia, sostiene el informe. Un declive que se manifiesta al menos en tres campos.

La pobreza infantil ha pasado del 29,9% al 34,7% en los últimos cinco años; los alumnos de Primaria de origen inmigrante ya son un 32%, lo que implica que cada vez hay más alumnado en clase con un idioma materno que no es el español; la tercera pata de esta inestable mesa la conforman el bienestar y salud mental del estudiantado, que también empeoran. Además, según Esade, España es el país de la OCDE donde los docentes de Secundaria afirman estar menos preparados para enseñar en contextos de distintos niveles de aprendizaje.

España es el país de su entorno en el que más se ha degradado el ambiente en clase en los últimos años, un ambiente que deben gestionar los docentes y que está especialmente deteriorado en Euskadi, Murcia, Andalucía y Catalunya

Con estos mimbres, el clima de aprendizaje en el aula ha empeorado, según se desprende de los microdatos que ofrecen las pruebas de TIMSS o PISA. Una complicada fórmula elaborada por Esade para agrupar esta información muestra que España es el país de su entorno en el que más se ha degradado el ambiente en clase en los últimos años tanto en Primaria como en Secundaria, un ambiente que deben gestionar los docentes y que está especialmente deteriorado en Euskadi, Murcia, Andalucía y Catalunya, según el informe.

“Estos datos apuntan a una creciente complejidad que exige un profesorado cada vez más preparado para abordar la dificultad de gestionar las aulas, algo que podría estar aumentando su frustración y malestar”, concluye el texto.

Además, se enfrentan cada día a los retos en clase con sus propios medios como únicas herramientas, dada “la ausencia estructural de programas de refuerzo individualizado”, un debe del sistema que “limita la respuesta del profesorado a las dificultades de aprendizaje”. De nuevo, es una afirmación sostenida por la estadística: la proporción de centros que ofertan clases adicionales de matemáticas en España (ya sean de refuerzo o mejora) es del 30,7%, lejos del 65,6% de media de la UE-27, un debe del que no se libra ninguna comunidad, con Navarra, Galicia y Castilla-La Mancha a la cola.

Condiciones laborales ¿en retroceso?

Desde fuera del sector las condiciones laborales del profesorado se han visto tradicionalmente como un elemento a favor de la profesión. Unos salarios razonables, sobre todo en Secundaria, o las famosas vacaciones de verano se dibujaban en buena parte del imaginario colectivo como un plus para los docentes. Un análisis detallado relativiza esas supuestas ventajas.

Según el INE, el profesorado gana, de media, algo menos que el resto de trabajadores con estudios terciarios, con detalles: los de Secundaria están un poco por encima, los de Primaria un poco por debajo. La crisis de 2008 fue un golpe en los salarios docentes –como en tantos otros sectores– hoy casi recuperado, pero pese a todo se ha traducido en que “la subida de precios acumulada hace que el salario real apenas haya crecido en los últimos 15 años”, según Esade. El poco espacio de crecimiento que ofrece la carrera laboral estos días –apenas unas decenas de euros al mes por cada trienio acumulado, sin incentivos al buen desempeño– tampoco ayuda a hacer la profesión más atractiva.

El número de horas de trabajo anual del profesorado español es similar al de otros países de la OCDE, pero como el parón estival es más largo se genera entre los docentes "una percepción de asfixia en el día a día"

El informe también ha analizado la carga horaria, y concluye que el sistema español estresa al profesorado. El número de horas de trabajo anual es similar al de otros países de la OCDE, pero como el parón estival es más largo que en otros sistemas se genera entre los docentes “una percepción de asfixia en el día a día”. La creciente burocracia que impone cada ley tampoco ayuda.

Justo ahora el Ministerio de Educación ha abierto la negociación del estatuto docente con los sindicatos. Este documento, si llega a ser una realidad (no es la primera vez que un ministerio socialista lo intenta, no sería la primera que fracasa), deberá regular (¿mejorar?) precisamente todas estas condiciones laborales y desarrollar una carrera laboral que permita a los docentes tener objetivos que vayan más allá de acumular años en el sistema para ir ganando un poco más de dinero.

Gortázar ve complejo que llegue a buen puerto, sin entrar necesariamente a buscar culpables concretos. “El contexto general no es bueno para la negociación”, sostiene. “Hay un gobierno en minoría, con socios que tienen intereses no necesariamente nacionales, y la toma de decisión impacta luego en las comunidades autónomas [que tienen las competencias en educación], en su mayoría están gobernadas por la oposición”, argumenta. Y todo eso si previamente Educación consigue poner de acuerdo a cinco sindicatos con intereses diferentes.

Las propuestas

El cóctel de una peor situación en las aulas, unas condiciones de trabajo que no se han desplomado, pero seguro que no han mejorado en los últimos lustros, y sobre todo una creciente complejidad en las aulas junto a la ausencia de políticas públicas se traduce, concluye el informe, en un “creciente cansancio y desafección entre la profesión docente”.

Para revertir esta situación, Esade propone cuatro líneas de actuación con el fin de mejorar tanto la atracción de personas de perfil alto a la profesión como el desempeño de los que ya están y de los que llegarán.

La primera propuesta es desarrollar un programa anual de apoyo socioemocional y refuerzo individualizado en matemáticas y lectura para el alumnado de bajo desempeño y más vulnerable. Con matices, recuerda a la propuesta que el Gobierno lanzó a raíz de los resultados de PISA y TIMMS, un programa que debería haber empezado este curso, pero del que no se sabe nada.

Garantizar una mayor estabilidad de los claustros en los centros educativos se considera una medida esencial para “mejorar su funcionamiento y el aprendizaje del alumnado y mejorar las condiciones laborales de entrada de los maestros de Infantil y Primaria”. Sotiene Esade que los centros con más alumnado vulnerable son los que tienen una mayor tasa de temporalidad docente. Y con una alta rotación de profesorado es difícil establecer un proyecto de centro, explica Gortázar.

La formación es otra de las líneas sobre la que actuar. Aquí se diferencian las intervenciones en función de la etapa: la Primaria necesita, según el análisis de Esade, “elevar el prestigio y el atractivo del grado de Magisterio”, lo que pasa por subir la nota de corte reduciendo la oferta de plazas universitarias. Para la Secundaria, cree Gortázar, la prioridad debe ser mejorar la formación pedagógica inicial del profesorado. Para ambos casos, se propone instaurar un MIR “que incremente la exigencia desde la entrada en la profesión a cambio de condiciones más atractivas”.

Por último, Esade apuesta por poner en marcha un sistema de incentivos –quizá voluntario en su origen– que promueva el crecimiento profesional más allá de acumular años en la profesión.

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