Los legendarios bisontes de Yellowstone dejan atrás un siglo de separación y se unifican en una sola manada

El hallazgo de una única población intercruzada obliga a replantear los modelos de gestión de Yellowstone

Héctor Farrés

26 de marzo de 2025 11:03 h

0

Hace no tanto, hubo un momento en el que una de las especies más emblemáticas de América del Norte estuvo a punto de desaparecer. No fue por casualidad. Durante años, los bisontes fueron perseguidos hasta casi borrarlos del mapa.

Mientras eso ocurría, sus últimos pasos quedaban marcados en silencio entre los campos de Yellowstone. Contra todo pronóstico, aguantaron. No como una reliquia del pasado, sino como una especie que todavía tenía recorrido. Hoy, su historia vuelve a cambiar gracias a la genética.

De dos manadas a una sola familia

La pista más reciente no surgió de un avistamiento, sino de una secuenciación. Los análisis realizados por el Texas A&M College of Veterinary Medicine and Biomedical Sciences revelaron que los bisontes del Parque Nacional Yellowstone, que durante años habían mantenido dos grupos reproductivos separados, ahora forman una sola población entrecruzada. “Examinamos muestras de los dos principales grupos reproductivos de verano y de las dos áreas de pastoreo de invierno, donde esperábamos encontrar diferencias genéticas. Sin embargo, los bisontes de Yellowstone hoy en día son claramente una sola población intercruzada”, explicó el investigador postdoctoral Sam Stroupe en declaraciones recogidas por Phys.org.

Durante más de un siglo, los gestores del parque habían tratado estas manadas como entidades distintas. La existencia de un linaje nativo y otro introducido a principios del siglo XX había justificado esa división. Pero las últimas pruebas genéticas, publicadas en el Journal of Heredity, indican que esas diferencias han desaparecido.

Según el doctor James Derr, del Departamento de Patobiología Veterinaria de la misma universidad, “este hallazgo tiene un impacto directo en la conservación y gestión a largo plazo de esta icónica población de bisontes”.

El cambio no se produjo de la noche a la mañana. Fue necesario un margen de veinte años para que las antiguas barreras reproductivas se diluyeran. Los animales, siguiendo sus propios patrones de movimiento, acabaron mezclándose más allá de lo previsto, alterando la estructura genética que durante décadas se creyó estable. Ya no hay dos manadas diferenciadas. Hay una sola, con una variabilidad genética suficiente como para considerarla saludable.

Todo empezó con solo 23

Pero la raíz de todo no está en este hallazgo reciente, sino en un punto de inflexión ocurrido hace más de un siglo. En 1902, solo quedaban 23 bisontes salvajes en Yellowstone. Para evitar la desaparición definitiva, se introdujeron ejemplares domésticos desde Montana y Texas.

Esa mezcla inicial, que en su momento fue una decisión pragmática de conservación, ha desembocado en la actual población estimada entre 4.000 y 6.000 animales. Un crecimiento que, a la luz de los análisis genéticos, ha mantenido niveles adecuados de diversidad.

Aquel cuello de botella poblacional, como se conoce al drástico descenso del número de individuos, supuso un riesgo enorme para la especie. La caza masiva, impulsada en parte como herramienta política para debilitar a las naciones indígenas, redujo su presencia en Norteamérica en un 99,9%. La historia posterior, sin embargo, es una muestra de cómo la intervención humana también puede revertir parte del daño causado.

En Yellowstone, los bisontes no solo han sobrevivido, sino que han logrado reconfigurar su legado genético. Este nuevo conocimiento permitirá gestionar a la especie con una mirada más precisa. Ahora que ya no se trata de dos grupos, los esfuerzos de conservación podrán centrarse en mantener la cohesión y salud de una única población con más de un siglo de historia.

Etiquetas
stats