Este es el embalse más grande de España y el tercero de Europa: está en el corazón de Extremadura

En el corazón de Extremadura, una vasta extensión de agua reconfigura el paisaje y da vida a una de las infraestructuras hidráulicas más impresionantes del país. Se trata del embalse de La Serena, un coloso de agua dulce que, con sus 3.219 hectómetros cúbicos de capacidad, ostenta el título del mayor embalse de España y el tercero más grande de Europa.
Esta gigantesca masa de agua, que ocupa más de 13.000 hectáreas, se ha convertido en un referente tanto para la gestión del recurso hídrico como para el turismo y el desarrollo económico de la región.
La construcción de esta obra de ingeniería sobre el río Zújar, en la provincia de Badajoz, ha transformado radicalmente la geografía de la comarca. Donde antes predominaban extensas llanuras y tierras de secano, hoy se extiende una inmensa lámina de agua que ha propiciado un entorno favorable para la biodiversidad y nuevas oportunidades económicas.
La regulación del caudal del río ha permitido mejorar el abastecimiento de agua y garantizar el riego de cultivos, beneficiando a la agricultura local. Además, el embalse ha cambiado la relación de los habitantes con su territorio, dotando a la comarca de un atractivo turístico emergente.
Más allá de su función hídrica, La Serena se ha convertido en un emblema paisajístico y en un enclave de gran valor ecológico. Sus aguas y sus márgenes han dado lugar a un hábitat idóneo para una diversidad de especies acuáticas. Este paraíso natural, desconocido para muchos, es hoy un destino clave para los amantes de la naturaleza y las actividades al aire libre.
Un gigante de agua que transforma la región
Ubicado en la provincia de Badajoz, el embalse de La Serena abarca territorios de varias localidades, incluyendo Cabeza del Buey, Capilla, Castuera y Peñalsordo en la comarca de La Serena, así como Esparragosa de Lares, Garlitos, Puebla de Alcocer, Risco, Sancti-Spíritus y Siruela en la comarca de La Siberia.
Su construcción ha supuesto un hito en la ingeniería hidráulica española, permitiendo la regulación del caudal del río Zújar y garantizando el abastecimiento de agua en la región. Este recurso ha sido clave para el desarrollo agrícola, favoreciendo la modernización de cultivos y mejorando la productividad de las explotaciones agrarias.

Pero su impacto no solo se ha limitado al sector primario. La presencia de esta enorme masa de agua ha cambiado la fisonomía del territorio y ha generado nuevas oportunidades económicas. La comarca, históricamente vinculada a la ganadería y el cultivo de cereales, ha visto en el embalse un motor de dinamización turística.
Pequeñas localidades que antaño dependían exclusivamente del campo han encontrado en el turismo de naturaleza una fuente complementaria de ingresos, atrayendo a visitantes interesados en la tranquilidad de sus paisajes y en las numerosas actividades que ofrece la zona.
El embalse de La Serena no solo es un prodigio de la ingeniería, sino también un santuario para la biodiversidad. Su enorme extensión ha creado un ecosistema en el que conviven numerosas especies animales y vegetales, convirtiéndolo en un enclave fundamental para la conservación de la fauna autóctona.
La Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA) que abarca el embalse es un imán para ornitólogos y amantes de la naturaleza, quienes encuentran aquí la oportunidad de avistar especies como la grulla común.
Un legado entre la historia y el futuro sostenible
El embalse de La Serena no solo ha cambiado la geografía de la comarca, sino que también ha puesto en valor su rico patrimonio cultural. A su alrededor, numerosas localidades conservan vestigios de su pasado medieval, como el impresionante castillo de Puebla de Alcocer, que se alza sobre la llanura ofreciendo una panorámica inigualable del embalse y sus alrededores.
El Cerro Masatrigo, con su característica forma cónica, se ha convertido en un símbolo del embalse y en uno de los puntos más fotografiados por los viajeros que recorren la región.
Sin embargo, la construcción del embalse también supuso desafíos. La inundación de terrenos y la reubicación de algunas comunidades generaron un debate sobre el equilibrio entre el progreso y la conservación del entorno.

A lo largo de los años, la región ha sabido encontrar un punto de equilibrio, apostando por un desarrollo sostenible que respete el ecosistema y potencie las oportunidades económicas que ofrece el embalse.
Hoy, La Serena es un claro ejemplo de cómo una infraestructura puede evolucionar más allá de su función inicial y convertirse en un símbolo de identidad para una comarca. Su imponente paisaje, su riqueza natural y sus múltiples posibilidades de disfrute lo han consolidado como un destino imprescindible para quienes buscan conocer la cara más sorprendente y desconocida de Extremadura.
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