El pueblo abandonado de Guadalajara que está en reconstrucción: pertenece a la Ruta de los Pueblos Negros

La Vereda, en la Sierra Norte de Guadalajara.

Edu Molina

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En la provincia de Guadalajara se encuentra La Vereda, una aldea que, pese a su abandono en las décadas de 1960 y 1970, ha resurgido gracias a la dedicación de un grupo de entusiastas de la arquitectura tradicional.

Este pequeño núcleo urbano, perteneciente al municipio de Campillo de Ranas, es un exponente destacado de la denominada Arquitectura Negra, característica de los Pueblos Negros de Guadalajara. La singularidad de sus construcciones, realizadas con pizarra oscura, adobe, madera y cal, se integra armoniosamente en el entorno natural, ofreciendo una estampa que transporta al visitante a tiempos pretéritos.

La historia de La Vereda es reflejo de la despoblación que afectó a numerosas localidades rurales en España. Las duras condiciones de vida y la falta de oportunidades llevaron al éxodo de sus habitantes, dejando atrás viviendas y tradiciones. En 1972, la aldea fue expropiada por el Instituto para la Conservación de la Naturaleza (ICONA) con el propósito de reforestar la zona, lo que implicaba la demolición de sus edificaciones.

Sin embargo, en 1976, un grupo de jóvenes sensibilizados con la pérdida del patrimonio arquitectónico impidieron la destrucción de La Vereda. Un año después, fundaron la Asociación Cultural La Vereda, obteniendo la concesión del pueblo para su rehabilitación y reconstrucción.

Desde entonces, la asociación ha trabajado en la recuperación de las edificaciones, utilizando técnicas y materiales tradicionales, sin recurrir a maquinaria moderna. Este esfuerzo ha permitido que el pueblo conserve su esencia original, careciendo de asfaltado, electricidad y saneamientos, lo que ofrece una experiencia auténtica a quienes la visitan.

Las casas se calientan con hogueras, la iluminación proviene de quinqués y velas, y el agua corriente, instalada por la propia asociación, requiere un mantenimiento constante.

La reconstrucción de un patrimonio olvidado

La labor de la Asociación Cultural La Vereda trasciende la mera reconstrucción arquitectónica. Se han recuperado tradiciones como la elaboración de cerámica en torno y cocción en horno, la fabricación de sillas de enea y la producción de mermeladas con frutos locales.

Además, se han restaurado hornos, tinadas, cochiqueras, calles, muros y huertas, preservando así el modo de vida de los antiguos pobladores. El pueblo, rodeado de un entorno natural privilegiado, ofrece la oportunidad de avistar fauna autóctona, convirtiéndose en un refugio para quienes buscan desconectar del bullicio urbano.

La iglesia de La Vereda, es uno de los edificios que ha sido objeto de restauración. Este templo, representativo del románico rural popular, se erige como testimonio de la historia y la fe de sus antiguos habitantes.

La recuperación de este y otros edificios ha sido posible gracias al esfuerzo colectivo de los miembros de la asociación y de voluntarios que, atraídos por el proyecto, han aportado su trabajo y conocimientos en las labores de rehabilitación.

Un modelo de gestión comunitaria y de futuro

La Asociación Cultural La Vereda ha establecido un modelo de gestión participativo y abierto, invitando a todas aquellas personas interesadas en la reconstrucción y mantenimiento del pueblo a unirse al proyecto.

Este enfoque ha permitido la incorporación de socios provenientes de diversas localidades, como Campillo de Ranas, Alcalá de Henares, Azuqueca, Galápagos e incluso Talavera de la Reina. La diversidad de sus miembros ha enriquecido el proyecto, aportando distintas perspectivas y habilidades que han contribuido al éxito de la iniciativa.

La rehabilitación de La Vereda no solo ha supuesto la recuperación de un conjunto arquitectónico singular, sino también la revitalización de una comunidad y la preservación de un modo de vida tradicional. Las actividades culturales y talleres organizados por la asociación fomentan la transmisión de conocimientos y habilidades artesanales, asegurando que las tradiciones locales perduren en el tiempo.

Además, la celebración de festividades anuales ha reforzado los lazos entre los socios y ha atraído la atención de visitantes y voluntarios de pueblos vecinos, incrementando el interés por la conservación del patrimonio rural.

El caso de La Vereda es un ejemplo inspirador de cómo la iniciativa ciudadana puede revertir procesos de abandono y deterioro del patrimonio cultural. La dedicación y el compromiso de la Asociación Cultural La Vereda han logrado no solo la recuperación física del pueblo, sino también la reactivación de su vida social y cultural.

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