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‘Velintonia 3’, la película que abre de nuevo las puertas de la casa de la poesía de la posguerra

Fotograma de la película

Néstor Cenizo

Málaga —
23 de marzo de 2025 06:00 h

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Hay una casa en Chamberí donde habitó la poesía. Por ese lugar desfilaron poetas, amigos y poetas amigos que buscaban una palabra de ánimo, un consejo, una opinión de su morador, Vicente Aleixandre (Sevilla, 1898 – Madrid, 1984). Hoy la casa aguarda cerrada que la poesía regrese. Hace no mucho sus puertas se abrieron para Javier Vila, quien rodó allí Velintonia 3, presentada esta semana en el Festival de Cine de Málaga. La película funciona sobre un doble eje: el de la palabra del poeta y sus amigos, y el de la imagen de la casa de la poesía.

El poeta habitó la casa desde 1927 (“a esta casa vine yo siendo un poeta inédito”, cuenta) hasta su muerte en 1984, con la única interrupción de la Guerra Civil, que fijó el frente de la batalla de Ciudad Universitaria muy cerca de allí. Son 630 metros cuadrados, divididos en tres plantas y con una superficie de parcela de 799 metros, que el Nobel convirtió en lugar de peregrinación para poetas.

Una canción de Maga, Casa número 3, puso a Vila sobre la pista de este lugar. “Me impresionó las generaciones de poetas que han pasado por ahí. Y, desde el punto de vista audiovisual, cómo un objeto inanimado (muy especial por la relación que tenía él con la casa) podía servir como hilo para contar la historia”, explica el director. Tras mucha insistencia, logró el permiso para rodar y celebrar incluso una velada poética como las de hace tiempo.

La casa llevaba años cerrada, víctima de los desacuerdos entre familiares de Aleixandre y la indecisión de las administraciones por adquirirla y protegerla. Tras dos subastas desiertas, la Comunidad de Madrid ha anunciado hace esta semana su intención de pujar con 3,2 millones de euros para convertirla en “centro de referencia artístico de nuestro país”. En junio de 2024 el Gobierno regional anunció también que abría expediente para declararla Bien de Interés Cultural, pero aún no lo ha hecho. De momento, es Bien de Interés Patrimonial, lo que significa que el inmueble se tiene que conservar, pero no necesariamente con su destino original.

De las fiestas con García Lorca a las conversaciones con poetas noveles

Aquella no es una casa más. Aquejado de una enfermedad que le obligaba a guardar reposo, Aleixandre vivió gran parte de su vida entre aquellas paredes. Como él no podía salir, consiguió que los demás fueran a verle. “Esta casa ha estado siempre abierta a la circulación libre de todas las personas que han querido visitarme”. Velintonia 3 guarda conversaciones, fiestas y confidencias de cuatro generaciones de poetas, desde la del 27 hasta los novísimos. Sin salir de su casa, Aleixandre se convirtió en el escritor español más relacionado, entronizado en el corazón de amigos y discípulos.

“Todos tenían necesidad de visitarla por lo menos una vez en la vida, con la esperanza de recibir de labios del profeta una palabra de aliento y simpatía, o un reconocimiento o un consejo”, se cuenta en el documental. Él siempre preguntaba si le habían llevado algún poema. Fue lugar de reunión de Dámaso Alonso, Pedro Salinas, Rafael Alberti, García Lorca y otros compañeros de generación. En ella se gestó, en torno a la figura de Carmen Conde (primera académica de la RAE), la Academia de Brujas que congregó una generación de mujeres artistas que reivindicaban que su voz fuera escuchada.

Las visitas servían también para entroncar con la generación perdida tras la Guerra Civil. Aleixandre fue amigo íntimo de Emilio Prados desde su infancia compartida en Málaga. También de Miguel Hernández, quien cada vez que lo visitaba le llevaba naranjas que esparcía por la habitación y le decía: “Ahora está llena de luceros”. Fue de los pocos que asistió a su entierro, sin miedo a ser señalado. De García Lorca recuerda Concha Méndez que se sentaba al piano y cantaba una letra compuesta para el Vals de las Olas, y luego bailaba con una servilleta atada como si fuera un traje, simulando ser una cupletista. “Era la alegría misma”.

La censura de la posguerra

Durante la guerra, Velintonia 3 fue “saqueada por los rojos”, recordaba amargamente Aleixandre, quien salvó del pillaje los libros que pudo recoger en una carreta en la que le acompañó Miguel Hernández. Entre ellos, una edición del Llanto por Ignacio Sánchez Mejías de su amigo Federico, en la que conservó la huella del miliciano que la había pisado. Sus simpatías republicanas no le sirvieron para evitar la detención y traslado a una checa. Neruda le salvó la vida: “Es de los nuestros”.

Los primeros años de posguerra son de censura. “Hubo un repudio público de mi nombre: yo no pude vender mis libros, yo no pude publicar nada y no pude ser siquiera mencionado. Rayaron hasta mi nombre”. Aleixandre siempre firmó los manifiestos contra la tortura y la pena de muerte.

“Velintonia 3 era el faro donde se miraban los que estaban en el exilio, símbolo de la resistencia de la cultura, pero no tenía un punto político exacerbado”, explica Javier Vila. “Ahora me alegro de no haberme podido ir al exilio. Yo quise vivir y he vivido la suerte de mi pueblo. Admiro a los compañeros que se fueron con tanta dignidad, pero no me arrepiento de haber hecho y visto la historia desde dentro, como ellos lo hicieron desde fuera”, relata él, que plantó un cedro en cuanto volvió a la casa en 1940.

Durante esos años escribió Sombra del paraíso (1944), quizá su obra más conocida. “Tuve la suerte de que me tocara un censor amigo”. Un libro que no existiría de no haber pasado su infancia en Málaga. “Siempre te ven mis ojos, ciudad de mis días marinos, colgada del imponente monte, apenas detenida en tu vertical caída a las ondas azules”.

El cierre de la casa

Aleixandre falleció en 1984 y su hermana en 1986. “A partir de entonces la casa queda en el olvido”, explica el director. Durante un tiempo, Amaya Aleixandre, sobrina nieta del poeta, daba permiso para visitarla. También una vez al año para las veladas poéticas Los poetas vuelan a Velintonia. “Ella es sensible con el tema y entiende la figura y el valor de la casa”. Las disputas hereditarias, sin embargo, cerraron el lugar.

Vila y su equipo pudieron volver acompañados del filólogo Alejandro Sanz, uno de los mayores expertos en el Nobel, presidente de la Asociación de Amigos de Vicente Aleixandre y editor de sus obras completas publicadas bajo el título ‘Poesía Completa’ (Lumen, 2022). Velintonia 3 aprovecha la visita para recorrer la vida y obra de Aleixandre a través de las entrevistas que concedió, la lectura de textos propios y ajenos, las conversaciones con quienes lo conocieron y el paseo pausado y armonioso por las estancias de la casa. La cámara se detiene en sus rincones oscuros, sus puertas desvencijadas, sus lámparas cubiertas de polvo, sus paredes desconchadas, reflejos del abandono.

Escritores y amigos de Aleixandre y miembros de la última generación que conoció Velintonia en vida del Nobel, vuelven, 40 años después de su muerte, regresan para recordar lo que este lugar significó para ellos y para la Generación del 27. Antonio de la Torre, Ana Fernández, Mona Martínez y Manolo Solo ponen voz al propio Aleixandre, a Lorca, Neruda, Miguel Hernández o Carmen Conde. Y jóvenes poetas leen los textos de Aleixandre.

“A mí me gustaría que recupere el espíritu de todas sus épocas: un punto de encuentro, una isla de libertad, lugar de creación. Una casa de la poesía”, concluye Vila, quien durante hora y media abre de nuevo de par en par las puertas de la casa de la poesía.

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