Perros sin flauta

Ayuso, en ese afán egocéntrico y pizpireto que tiene, anunció ayer que la Comunidad de Madrid va a presentar un recurso en el Tribunal Constitucional para anular el reparto de menores migrantes acordado por el gobierno y la mayoría parlamentaria. Su homólogo en Canarias, presidente del PP en las islas y vicepresidente del Gobierno autónomo, no cabe en sí en su júbilo estupefacto.

El pobre Manuel Domínguez ya no sabe dónde colocarse para pasar desapercibido, como los buenos árbitros. Este caraqueño ex alcalde de Los Realejos solo toca el pito en las reuniones de su partido y en los carnavales, donde se disfraza de líder de centro derecha para despistar a los acreedores.

Como siga así se va a ver abocado a fundar un pequeño PP en Canarias, como si fuese el pequeño Nicolás. O una pequeña Venecia en Puerto Rico. Más vale pocos y bien avenidos que muchos en una jaula de grillos. 

La presidenta de la Comunidad es una política autodenominada liberal que entiende la libertad como tomarse unas cañas con berberechos en una terraza madrileña o prohibir el uso de dispositivos móviles en los colegios. Para ser una pura liberal, se le ve muy intervencionista y prohibicionista. 

Mientras Ayuso se entretiene poniendo puertas al campo para desviar la atención de los tejemanejes y delitos confesados de su novio, sus correligionarios de Valencia siguen manteniendo a Carlos Mazón como un santo varón en la presidencia de la Generalitat. 

Mazón cada día se parece más al muñeco suyo que quemaron estos días en las fallas. Como se resistía a la incineración, un policía cogió su cabeza desprendida del cuerpo y la arrojó con furia a las llamas ante el aplauso unánime de los congregados. 

Seguramente este año Carlos Mazón será el monigote que representará a Judas en la villa de Teror durante la Semana Santa.

Pero una cosa es la quema de Judas, famosa en la Villa Mariana y en el mundo mundial, que es un acto recreativo y lúdico que los jóvenes terorenses han sabido hábilmente asociar a la religiosidad de la Semana Santa, y otra bien distinta la quema de Mazón, que es algo más serio y cabreante. Muy quemante para él y sobre todo para el resto. 

Un diputado valenciano del PP se atrevió a insultar ayer a sus rivales socialistas comparándolos con perros de distintas razas. A la secretaria general de los socialistas valencianos y ministra de Ciencia la llamó perra caniche, a la delegada del gobierno la comparó con una perra ratonera y al presidente de España lo denominó el galgo de Paiporta. Sin embargo es a los populares a los que se les está poniendo cara de perro, entre bulldog y doberman. 

 Lo peor no fue la grosería y el mal gusto en unos momentos muy duros para la Comunidad Valenciana. Lo peor fue el aplauso y las risas cómplices de sus compañeros en el Parlamento. 

No sé qué gracia tiene celebrar las 230 muertes que se produjeron en la dana por una nefasta gestión del gobierno de Mazón. 

Los insultos de los políticos conservadores a los progresistas suelen referirse a animaladas como estas. Su instinto animal los lleva a llamar despectivamente perroflautas a la gente de Podemos y perros con apellidos raciales a los socialistas. Se olvidan en ese animalario de la charca de ranas de Esperanza Aguirre, tutora y maestra de Ayuso, a la que regaló un chiringuito antes de llegar a la Puerta del Sol. 

No obstante, Pedro Sánchez ha aprovechado esos envites y supuestos insultos en forma de arma arrojadiza para darles hábilmente la vuelta y que llegaran a sus rivales como un boomerang australiano. 

El PSOE ha sacado hasta pegatinas e insignias con la figura de un perro alegórico a Sánchez que muerde a quien ose descabalgarlo. Y mientras el PP y Vox siguen discutiendo sobre si los perros son galgos o podencos, el gobierno les ha endilgado la multa por exceso de velocidad a nombre de Ayuso, a la que le gusta correr tanto como a Esperanza Aguirre, mentora y antecesora de la presidenta madrileña al frente de la comunidad. 

Tan solo falta que Feijóo, el portero de la finca, le entregué la carta de dimisión después de pedirle piadosamente que tenga con él un poco de por favor.