Décadas viviendo en barcos en el Puerto de Las Palmas y ahora les quieren desahuciar: “De aquí no nos moverán”

Antonio Pérez y Nin Rosa en el Muelle Deportivo de Las Palmas de Gran Canaria. (ALEJANDRO RAMOS)

Jennifer Jiménez

Las Palmas de Gran Canaria —
2 de marzo de 2025 10:36 h

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Nin Rosa lleva más de 20 años residiendo en su barco en Las Palmas de Gran Canaria, donde habita con su perro. Antonio Pérez lleva nueve años y con la condición de puerto base en el Muelle Deportivo desde hace tres. Pagan unos 3.000 euros al año por el atraque de su barco, con agua y luz; unos 250 al mes. “Ha sido mi proyecto de vida”, confiesa Nin, que se jubiló a los 60 años por problema de salud y que siempre ha estado vinculado al mar. Ahora, son algunas de las personas afectadas por las amenazas de desahucio. Desde hace días les están llegando notificaciones de la Autoridad Portuaria donde se les insta a dejar de residir ahí. Ellos advierten de que no se darán por vencidos. “De aquí, no nos moverán” y “no vamos a dejar que se lleven nuestros barcos”, advierten. 

La carta que ambos han recibido expone que se les da un plazo de diez días para que “proceda a liberar el puesto de amarre y abandonar la dársena, bajo la advertencia de que si no lo hiciera, la Autoridad Portuaria, previa autorización judicial retirará la embarcación y la depositará en tierra a su costa”. En la misiva se les advierte de que se enfrentan a multas de hasta 60.000 euros. En algunos casos el plazo de diez días ya se ha cumplido y los afectados se han puesto en manos de abogados. “De aquí solo me saca un juez”, insiste Antonio Pérez. 

Esta misma semana, la Policía buscaba por el Muelle Deportivo a distintas personas para entregarles la notificación, un documento que para Antonio Pérez, que es funcionario de Hacienda, no se adecúa a la forma correcta en que se debe notificar. “Esto ha sido notificado de forma irregular”, incide, a la vez que añade que no se ha dado plazo para poder hacer alegaciones. De momento, varias personas como ellos han recurrido esta notificación y la Autoridad Portuaria ahora tiene tres meses para contestar. Pero insisten en que no se van a parar aquí. 

Al otro lado del muelle, junto a su perro y amigos descansa en un banco otro hombre también llamado Antonio. Este ciudadano de Las Palmas de Gran Canaria y a punto de cumplir 76 años cuenta cómo esta situación le está causando ansiedad y problemas de salud mental. Después de hablar telefónicamente con su doctora sobre lo que le está ocurriendo, explica a esta redacción que lleva 50 años entregado al mar con su barco, donde pernocta. Tiene una casa pero se la ha dejado a su hijo porque su vida ha estado siempre ligada al muelle. Señala que se vio obligado a vender su antiguo barco y ahora reside en uno más pequeño y asegura que tiene pagado el atraque hasta el mes de junio, pero que desde que suenan las noticias de desahucio está en un sinvivir. 

La Autoridad Portuaria de Las Palmas ha señalado que se han emitido unas 18 cartas pero que no tienen cuantificado el número exacto de personas que residen en el Muelle. Antonio Pérez insiste en que son decenas. 

Desde la Autoridad Portuaria, de la que es presidenta Beatriz Calzada (CC), subrayan que no hay ningún proyecto nuevo en el Muelle Deportivo que les obligue a tomar esta decisión de desalojar a las personas que en él residen. “El Muelle va a seguir igual, con el uso de muelle náutico-deportivo”, insisten. Y añaden que “La Ley de Puertos del Estado y la Marina Mercante recoge en su artículo 72 los usos del dominio público portuario, y dentro de esos usos no está el uso residencial”. 

Asimismo, recalcan desde la Autoridad que “la Administración Pública tiene que velar por el uso público de ese suelo portuario, y es lo que estamos haciendo. De hecho, hace tiempo ya se hizo alguna actuación en este sentido. El Muelle Deportivo no es un barrio residencial de Las Palmas de Gran Canaria,  sino que es una marina para fines náutico-deportivos. Ese es su fin y así seguirá siendo a menos que judicialmente se determine que a partir de ahora eso es un barrio más de la ciudad”. 

El funcionario y afectado Antonio Pérez discrepa con este proceder de la Autoridad Portuaria y añade que en ese artículo 72 no se prohíbe residir en un barco. Expone que lo que se prohíbe expresamente es “aquellas ocupaciones y utilizaciones del dominio público portuario que se destinen a edificaciones para residencia o habitación, al tendido aéreo de líneas eléctricas de alta tensión y a la publicidad comercial a través de carteles o vallas, medios acústicos o audiovisuales situados en el exterior de las edificaciones”. Por ello, insiste en que no hay edificaciones en el puerto y en que los barcos “no son infraviviendas”. 

El 22 de enero de este año se publicó en el BOC una ordenanza portuaria para la gestión, uso y explotación de la dársena de embarcaciones menores del Puerto de Las Palmas. En ella sí se recoge que “está terminantemente prohibido el uso del puesto de amarre por embarcaciones de recreo destinadas a vivienda o residencia habitual, entendiéndose como tal aquellas en las que la persona habita de manera efectiva y con carácter permanente”.

Pérez remarca que “para empezar esto no es un muelle deportivo, esto es un refugio dentro del Puerto de La Luz y de Las Palmas” y añade que tras estos movimientos de querer desahuciar a tantas personas se encuentra la intención de “privatizar esta instalación” ya que coincide en el tiempo con ese proyecto. Además, insiste en que ahora mismo se trata de una instalación pública que depende de Puertos del Estado y mientras no cambie de entidad se regirá por la Ley de Puertos del Estado. 

Asimismo, el afectado apunta a que muchas de las personas que residen en estos barcos como él o Nin Rosa están empadronados ahí, “¿entonces quién ha montado este lío?”, se pregunta. Ambos recalcan que tienen la condición de Puerto Base y que esto les da unos derechos y no entienden por qué les instan a abandonarlo para que otras embarcaciones ocupen esos pantalanes.

Ambos no comprenden cómo esta situación sólo se está dando ahora en este puerto, y no ocurre así en otros de España. “Mi opción fue vivir en un barco, con lo que me he gastado en él podría haberme comprado una casa en primera línea”, remarca Nin Rosa. Antonio Pérez, por su parte, subraya que él vendió su casa para optar por esta opción porque es “una alternativa estupenda” e insiste en que “flaco favor se hace a la imagen que tenemos frente a la náutica en el mundo” ya que a este puerto llegan personas de distintos países a quienes se les está notificando y no comprenden el contenido de esas cartas. “Esta mañana me llamó un alemán que no entendía lo que estaba ocurriendo y que la policía quería notificarle”. 

La realidad en este muelle es muy diversa. Muchas personas ven en residir en un barco un modo de vida de estar conectados al mar y creen que es una opción de la que no se debe privar a la población canaria. No obstante, también hay casos de personas que no tienen otra opción y habitan en barcos muy pequeños. En cualquier caso, un desahucio complicaría las opciones de todas las personas debido a la difícil situación de la vivienda en Canarias. Debido a la incertidumbre, personas que habitan en el muelle aseguran que hay quien se está marchando y vendiendo sus barcos. “Cada persona que se va es una victoria para ellos (en referencia a la Autoridad Portuaria)”, dice Pérez. 

“Si falta espacio la solución no puede ser en base a echar a la gente”, subraya Pérez. “Si el Puerto estuviera bien gestionado sería el 70% con la condición de Puerto Base y el 30% en tránsito y no habría problemas cuando se celebra la ARC, por ejemplo”. Lo dice en referencia a la regata que pone rumbo a América y que cada año obliga a liberar embarcaciones de la zona. 

“Mis vecinos son suecos, alemanes, daneses, pero también hay muchos canarios”, incide Antonio Pérez, que agrega que el mensaje que se está dando es el de “usted aquí no es bienvenido” y añade que parece que se quiera convertir este muelle en una especie de Saint-Tropez o de otros puertos elitistas del mundo. Además, recalca en la importancia del carácter público del muelle que permite que pueda existir, por ejemplo, una escuela de vela fundamental para enseñar este deporte a jóvenes de Canarias o que existan atraques asequibles. 

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