“La represión franquista programó el fusilamiento de tres personas para abrir las fiestas de La Patrona de Torrelavega”

Recopilar en 400 páginas el catálogo del horror y maquinaciones de toda lucha fratricida y procurar hacerlo sin sesgos ideológicos, ciñéndose a la documentación escrita y gráfica, no ha sido tarea fácil para el sociólogo, escritor y editor Esteban Ruiz (Los Corrales de Buelna, 1962), quien, tras varios años de ardua tarea investigadora, presentará este miércoles a partir de las 19.30 horas en la Librería La Vorágine de Santander el resultado de sus pesquisas: 'Crónicas secretas de la Guerra Civil en Cantabria'. El también gestor cultural, con amplio recorrido en el mundo de la comunicación audiovisual ejerciendo como guionista y realizador de documentales de video y televisión, necesitaba “sacarse” este libro de dentro, armar un rompecabezas al que ha dedicado tres años y medio de un trabajo investigador que ha dado por resultado 70 crónicas agrupadas en 30 capítulos y 480 páginas repletas de datos y abundante documentación gráfica y visual, en su mayor parte inédita. 'Crónicas Secretas de la Guerra Civil en Cantabria' aspira a convertirse en un contrarrelato asentado con los pies firmes en lo sucedido en Cantabria durante la contienda, procurando huir de intereses espurios.
Este es un libro de silencios espesos, huecos sin cubrir y fuentes dispersas, en el que no afloran miradas autocomplacientes y sí comprometidas con la verdad y la necesidad, casi 90 años después, de arrojar luz a unos tiempos oscuros: “La Guerra Civil en Cantabria resignificó los espacios y transformó lugares públicos, actitudes personales, indumentarias, formas de relación, expresión y manifestación de la autoridad y el poder. Fueron muchas las biografías truncadas en una tierra que se dividió prácticamente por la mitad entre vencedores y perdedores”, asegura Esteban Ruiz, que como autor ha publicado las guías turísticas alternativas 'Secretos de Cantabria. Viajes por la región insólita' (2012) y 'Cosas que hacer en Cantabria cuando llueve' (2013), el álbum social ilustrado 'Torrelavega: Latidos de la Ciudad del Dólar' (2016), el libro infantil 'Cantabria Cuento Cuentas' (2017) y el trabajo de investigación 'Cantabria: Voces de la República y de la Guerra Civil' (2020), al que ahora se suma esta novedad editorial que ve la luz esta semana.
¿Por qué, prácticamente 90 años después, aún queda por saber de la Guerra Civil y qué precio se ha pagado por ello?
La derrota se consolidó bajo capas de un sólido silencio que hizo, del dolor y de la pérdida, un ejercicio íntimo de dignidad y resistencia en un contexto social de hostilidad cotidiana. Pudimos ser muy distintos, pero la verdad oficial sepultó toda esperanza bajo capas de miedo denso y resignación infinita.
Pudimos ser muy distintos, pero la verdad oficial sepultó toda esperanza bajo capas de miedo denso y resignación infinita
¿Cómo ha surgido este libro?
Hay una continuidad clara con el anterior, 'Cantabria: Voces de la República y de la Guerra Civil'. Había episodios que aparecían que revelaban zonas oscuras en la proclamación de la República y en la posterior Guerra Civil. Hay mucho trabajo personal. No ficción, sino con datos reales y verídicos, y esta es una apuesta por los ángulos ocultos.
¿Tanto queda por esclarecer?
Hay muchísimos ángulos ciegos y muchas líneas de investigación apenas esbozados por la investigación académica.
Con el paso de las décadas, cada vez está más claro que la República apenas tenía opciones de supervivencia. ¿Comparte esta tesis?
La República nunca tuvo una oportunidad de sobrevivir, puesto que el quintacolumnismo en Cantabria penetró en el aparato del Gobierno de la República y en el Estado Mayor que defendía la región. Hubo militares de altísima graduación que trabajaban para los sublevados. Hay testimonios, archivos de todo tipo, hemerotecas, memorias de personajes que eran republicanos y fueron reconocidos por los sublevados y distinguidos con Medallas al Honor.

Me imagino que por los servicios prestados. ¿Puede citar algún caso?
En el Estado Mayor hubo unos cuantos. El jefe del Estado Mayor del Norte, Ángel Lamas, era un quintacolumnista; el comandante del Estado Mayor, Luis López, también; y el capitán de ingenieros, Rogelio Sanmamed, de quien dependía toda la infraestructura defensiva de la provincia y trabajó desde el primer momento para los sublevados. También hubo una trama civil que pasaba los planos del sistema defensivo al enemigo. Francisco Mier, exalcalde de Tudanca y afiliado a Falange, pasaba planos por los montes de Saja y Cabuérniga y después fue reconocido.
¿Fueron decisivos en el hundimiento del Frente Norte?
Su responsabilidad en la derrota fue mucha. Descontrol, defensas que no servían y dejadez de las estrategias defensivas fueron determinantes para que los sublevados en 12 días controlaran la ciudad de Santander. También el Gobierno de Olazarán [Juan Ruiz, gobernador civil de Santander, Palencia y Burgos), aunque él no directamente.

Hablemos de personajes turbios. ¿Quién fue el comisario Manuel Neila?
El comisario Neila era el responsable de la seguridad republicana. Era un criminal de guerra y un psicópata que generaba tensiones enormes en el aparato republicano. La matanza en el buque Alfonso Pérez no fue espontánea. Hubo una ira popular, alimentada por él y por otro personaje turbio, un anarquista que estaba en el Gobierno. El asalto al buque-prisión Alfonso Pérez fue el Paracuellos de la Guerra Civil en Cantabria y Neila fue el responsable del sistema represivo que llevó a la desaparición de muchas personas. Unos 150 fueron cuantificados en el juicio que se le hizo en Francia, pero fueron más. Fue el responsable de gran parte de los desaparecidos y 'paseados' en Santander.
¿La defenestración de detenidos por el Faro de Santander fue real?
En el libro pongo cinco ejemplos de 'fake news', de manipulación, durante la guerra. Lo del Faro es uno de los mitos. Se les tiraba al mar en cualquier lugar, seguramente ejecutados de un tiro, de llevarles cerca de la isla de Mouro, lejos de la costa en 'gasolineras' [pequeñas embarcaciones] y por montes.
¿De dónde procede el mito del Faro?
De la mente calenturienta de Concha Espina. La guerra la sorprendió en Mazcuerras y en uno de sus libros describe la escena pavorosa de un buzo que descubre un bosque de cuerpos con pesos y cadenas en el mar. Esa imagen delirante contribuyó a construir un mito y un santuario de los nacionales.
¿Es consciente de que este libro puede resultar incómodo?
El libro es incómodo porque la investigación ha abordado la vida de los dos lados y hay aspectos desagradables de la República. Sé que no va a ser cómodo para mucha gente, pero convenía desvelarlos. No fue un mundo en blanco y negro. Había un Gobierno legítimo, aislado del resto de la República y penetrado por quintacolumnistas e indeseables como Neila.
El boicot de potencias como Francia e Inglaterra a la República fue determinante, pero eso no impidió que los futuros contendientes en la Guerra Mundial se encontraran previamente en España.
En Cantabria hubo una presencia internacional importante: italianos, alemanes de la Legión Cóndor, un contingente importante ruso con asesores (comandantes, oficiales y comisarios) que jugaron un papel fundamental. El paso de esta gente por la región abunda en la tesis de que la Guerra Civil fue un campo de experimentación de armas, tecnología y estrategia de la II Guerra Mundial. En Cantabria está muy documentado, tanto en prensa nacional como prensa internacional. Todos los asesores rusos fueron purgados por Stalin.
Me imagino que haya historias de todo tipo en esta guerra internacional en campo español. ¿Algunos ejemplos?
Las mafias berlinesas del Berlín nazi vendieron armas del parque militar de la I Guerra Mundial. Las mafias europeas vendieron material fallido. Llegaron armas hasta del imperio japonés que no valían para nada a precios increíbles. La República mandó delegados por toda Europa a comprar armas. Fueron engañados por las mafias y otros eran directamente corruptos y al volver muchos fueron detenidos y represaliados. Hay historias increíbles.
Como en otras partes del país, ¿en Cantabria la Guerra Civil solapó varios conflictos que se solventaban por las armas?
Hubo en Cantabria guerras cruzadas. Cantabria era una pieza menor entre el ejército de Euskadi y el de Asturias, los tres independientes. Aquí el único ejército propiamente dicho fue el vasco. La efímera República de Euskadi en Santander tiene un punto que contar, amedrentados por Neila y el aparato republicano. Los batallones vascos eran católicos y aquí hubo algunas ejecuciones del 'staff' del Euskadi Buru Batzar [comité ejecutivo del PNV]. A Cantabria llegaron 200.000 vascos refugiados que crearon un problema logístico de envergadura a una región en pañales.
¿Se vivió la Guerra Civil igual en el mundo urbano que en el rural?
Cantabria era netamente conservadora. La República no gana las elecciones. Hay una zona industrializada con población concienciada y una inmensa región rural, caciquil, con sindicatos católicos.
¿Cómo fue la represión de los franquistas?
Hubo una represión en caliente al fracasar el golpe de Estado y la ejercen los republicanos sobre desafectos, lo que fue brutal por parte del Frente Popular. La mayor parte de desaparecidos eran de familias de derechas, que fueron ejecutados. Los primeros meses fueron terroríficos en cada municipio, hasta que el aparato republicano regional llevó a cabo una represión más controlada. Se calcula que hubo entre 1.600 y 1.800 víctimas durante la etapa del Gobierno de Frente Popular en Cantabria. La que vino después, la represión falangista, triplicó esas cifras.
Hábleme de la represión ejercida por el Frente Popular.
Hubo milicias descontroladas en un primer momento, pero luego consentidas por el aparato republicano. Neila determinó mucho. Hubo gente honorable, como Bruno Alonso, que pedía calma. También hubo tensiones internas: entre anarquistas y socialistas que pretendían controlar la situación y poner en marcha un sistema de defensa. La represión que no fue en caliente la asumió el Gobierno para controlar una población mayoritariamente no favorable a la República. La Causa General [investigación impulsada por el franquismo para 'depurar' responsabilidades] recoge muertos aparecidos en zonas de 'paseo' y en registros de cementerios. Hay un momento en que se controla la situación, pero luego se vuelve a disparar la cifra de asesinados en las últimas semanas, cuando la situación estuvo perdida.
¿Y cómo fue la represión franquista?
La represión en Cantabria fue brutal. Tres y mil pico muertos en el primer año y medio y cientos y cientos de muertos después en campos de concentración que murieron de desnutrición y palizas. En los combates muere menos gente que en las dos retaguardias, porque la guerra en Cantabria duró 14 días y en el frente de guerra murió menos gente. Esto habla de una violencia cotidiana brutal y feroz.
En los combates muere menos gente que en las dos retaguardias porque la guerra en Cantabria duró 14 días y esto habla de una violencia cotidiana brutal y feroz
¿Cuántas personas acabaron en campos de concentración?
Unos 60.000 republicanos, tras la caída de Santander, fueron recluidos en campos de concentración y de trabajo.
¿Hubo un responsable al frente de esta represión?
El fiscal general que llegó a Cantabria fue otro carnicero: Felipe Acero Colunga, quien hizo la memoria fiscal del 'Ejército de Ocupación', curioso nombre. Puso en marcha la maquinaria de la depuración y marcó el nivel de responsabilidad y de ejecuciones durante mucho tiempo: 2.785 sumarios en unos meses, de junio a diciembre de 1937, 13.253 procesados y 2.850 peticiones de muerte, ejecutadas 1.946. Solo estas superan en número las muertes producidas por la represión republicana. A esto hay que añadir los 'paseos' en los municipios, en los sitios donde habían matado a los franquistas.
¿Qué sitios eran estos?
Alto de San Cipriano, subiendo Palombera, en donde ejecutaron los republicanos y luego los franquistas.
¿Hasta qué punto alcanzó el grado de violencia?
Fue un momento de terror máximo. Durante la represión franquista incluso se programó el fusilamiento de tres personas para abrir las fiestas de La Patrona de Torrelavega.
¿Quiénes eran?
Un fotógrafo ambulante, conocido como 'El Maño', había muerto asesinado y se ejecutó a tres personas porque creían que se necesitaba un escarmiento ejemplar. Hubo un proceso sin garantía. Se intentaba amedrentar a la población. El régimen franquista no controlaban a la población más que a golpes de autoridad brutales. Muchos casos de festejos fueron bendecidos con una ejecución, método de La Falange.
¿Por qué hablar de estas cosas es 'reabrir heridas'?
Si están sin cerrar, las heridas no se pueden reabrir. Es memoria y para reconciliar hay que supurar.
Si están sin cerrar, las heridas no se pueden reabrir. Es memoria y para reconciliar hay que supurar
Pero ¿qué problema hay en hablar?
Mala conciencia por parte de las personas que han construido las narrativas institucionales, el silencio de los vencidos y la herencia de un vencedor intergeneracional. Esto se transmite de padres a hijos, sobre todo en ciudades como Santander, supongo que porque las heridas en otros sitios no fueron tan grandes.
¿Qué cabe hacer?
Abrirlo todo, desvelar, poner luz en las zonas oscuras. Hablar de todo para supurar. Dejemos que supure todo. No ocultemos la represión.
¿Y contextualizar?
Ahora sí, se trata de contextualizar. Santander fue bombardeado 40 veces. Fue una puesta a prueba del terror de la Luftwaffe, que experimentó en el norte de España por primera vez en Europa. Aquí se practicó todo el terror y el pánico.
¿Es necesario recordar?
Heredamos una posibilidad robada. Por eso, cuando en la Cantabria actual los esfuerzos institucionales se encaminan a perpetuar el borrado y el silencio, trabajos como el mío tratan de recuperar todo aquello que merece la pena de ser salvado del olvido y el desdén. Se trata, parafraseando a Primo Levi, de un auténtico “deber de memoria”, dedicada a aquellos que no pudieron contarlo porque se lo impidieron.
¿Y qué opina de la actual derogación de la Ley de Memoria Histórica de Cantabria, que el Tribunal Constitucional acaba de poner en cuarentena?
El primer borrador de la Ley de Memoria Histórica no tenía un pase, era una ley de buenos y malos que no reconocía las víctimas causadas por la República. Después fue modificada en su tramitación en el Parlamento. Eso es lo que a mí me molesta profundamente. Era un borrador netamente deficiente y una forma de darle munición a la derecha. Luego, abarcaba a las víctimas del Frente Popular.
El franquismo sigue claramente instalado e instituido en muchos de los discursos y existe el temor de que acabe instalado entre los políticos
¿Cómo asiste usted al borrado de la memoria?
Cómo investigador, esa especie de exaltación de la ignorancia, esa invitación actual al borrado de acontecimientos históricos de nuestra Guerra Civil me resulta bastante ofensiva. No debemos tener miedo a saber quiénes somos. Por eso trato de aportar una mirada diferente sobre la memoria. Una mirada a veces incómoda por las evidencias documentales que aparecen. Es muy saludable ensanchar los márgenes de aquello que, se supone, debemos conocer.
¿Sigue perviviendo el franquismo?
El franquismo sigue claramente instalado e instituido en muchos de los discursos y existe el temor de que acabe instalado entre los políticos como vemos en comunidades en donde Vox apoya los presupuestos de PP. Se trata de una batalla cultural brutal que empieza en las autonomías. Es un ensayo de lo que pasaría con un gobierno de coalición PP-Vox en España. El borrado de la historia: educación, leyes de minorías...
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