Qué es Oryzon, la biofarmacéutica que lucha contra la agresividad en el Alzheimer y está disparada en Bolsa

La compañía biofarmacéutica Oryzon Genomics, de origen barcelonés, acumula una subida en Bolsa del 93% en lo que llevamos de año. Hace apenas dos semanas, la escalada rozó el 150%, cuando las acciones llegaron a subir en un solo día en torno al 21%, el mayor avance en tres años. La firma está atrayendo el interés de los inversores, principalmente norteamericanos según constata su fundador y consejero delegado, Carlos Buesa, ante los buenos resultados de una de sus principales moléculas en la lucha contra la agresividad en determinadas enfermedades neurológicas, como el Alzheimer, entre otras.
Oryzon se dedica al desarrollo de terapias para enfermedades del Sistema Nervioso Central (SNC) y oncología. Se fundó en 2000 como una spin-off (empresa surgida de otra mayor o fruto de la investigación en ambientes universitarios) del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universidad de Barcelona, y cotiza en el Mercado Continuo desde diciembre de 2015.
Está participada, además de por Buesa y su mujer, Tamara Maes; por José María Ventura y su familia (Ventura Arasanz), dueños de Laboratorios Ordesa, que fabrica leche y cereales infantiles (Blemil, Dorlat y Blevit), y por Josep María Echarri, hombre fuerte de la gestora de capital riesgo Inveready.
Oryzon basa su modelo de negocio en desarrollar sus medicamentos patentados hasta la fase II clínica, y luego decide, caso por caso, si mantiene el desarrollo interno o establece acuerdos de licencia con compañías farmacéuticas para las últimas fases de desarrollo clínico y comercialización. El proceso para que un nuevo fármaco sea aprobado por las autoridades sanitarias es lento y costoso. Tiene primero que demostrar su seguridad y eficacia durante su proceso de desarrollo antes de poder comercializarse. Hay varias fases que duran años. En la fase I se determina que el remedio es seguro, en la fase II se determina si es eficaz, testándolo en un grupo de pacientes con una enfermedad concreta y se obtienen datos adicionales sobre su seguridad.
Y son precisamente estos resultados una de las razones que explican que los títulos de Oryzon se hayan disparado. Buesa lo atribuye a una mezcolanza de factores. Por un lado, a que la prestigiosa revista Psychiatry and Clinical Neurosciences publicó hace unas semanas los datos finales de un estudio sobre el impacto de una de las dos principales moléculas de Oryzon, vafidemstat, sobre el control de la agresividad en autismo, TDAH y trastorno límite de la personalidad (TLP). Eso ha permitido a la comunidad científica e inversora “contextualizar y apreciar mejor la relevancia de los resultados” de la molécula, explica Buesa. El interés radica en que, hasta ahora, no hay alternativa terapéutica. Sería el primer fármaco de la compañía. En el campo de la oncología, Oryzon tiene otra molécula, Iadademstat, que está en fase II.
Vafidemstat tiene un uso potencial en el tratamiento de la agresividad en el Alzheimer. De hecho, “el 54% de los pacientes con Alzheimer muestran agresividad al final, y la razón fundamental para su ingreso en una residencia no es tanto la pérdida cognitiva, sino la agitación y la agresividad que hacen que se vuelvan complicados de manejar para sus familias”, explica el doctor.
En las últimas semanas, Oryzon ha recibido también el espaldarazo de la FDA, la agencia responsable de verificar los medicamentos de Estados Unidos para pasar la molécula a una fase III. En esta fase se realizan ensayos clínicos entre un grupo mayor de pacientes comparando el tratamiento que se está investigando frente al tratamiento establecido hasta ese momento como estándar o frente a un placebo cuando no hay un tratamiento disponible.
Próxima estación: Nasdaq
Ambos hitos han permitido la incorporación de cuatro nuevos consejeros independientes, con un marcado perfil científico, conocedores del sector de la biotecnología y expertos en sacar empresas al Nasdaq. Se trata de Konstantinos Alataris, que tiene 30 años de experiencia en la tecnología médica estadounidense; Luis Sánchez Quintana, ex socio de PwC; Montserrat Vendrell, socia en el fondo Alta Life Sciences, y Pierre Beaurang, que fue consejero delegado de Nitrase Therapeutics.
El Nasdaq, la bolsa de Estados Unidos para empresas de alta tecnología es la próxima estación que tiene la compañía a corto plazo. “Cada vez estamos más cerca, pero hay que ser cautelosos”, se frena Buesa, que, no obstante, admitió hace un mes en la conferencia de salud que organiza cada año JP Morgan en San Francisco, “conversaciones confidenciales con alguna farmacéutica” tanto para vender su molécula como toda la compañía.
Una vez se licencie la molécula, Oryzon estima una facturación de 3.000 millones de dólares al año (2.856 millones de euros), teniendo solo en cuenta a los pacientes con trastorno límite. Entre Estados Unidos y Europa, hay nueve millones de afectados.
“Este es el modelo de una biotecnológica: desarrollar fármacos hasta que se licencian a una multinacional, o hasta que la compañía es comprada por la propia multinacional”, puesto que le sale más barato comprar la empresa que licenciar la molécula, señala el CEO de Oryzon.
En el sector biofarmacéutico el tamaño importa. Se necesita masa crítica para poder competir a escala internacional. El desarrollo de un medicamento nuevo comprende un periodo de investigación básica de duración incierta, así como un conjunto de ensayos preclínicos (pruebas en laboratorios y animales) y clínicos (con personas) que puede alargarse más de 10 años. Poner una molécula en el mercado -eso es, que tenga éxito- cuesta alrededor de 50 millones de euros. Sin músculo financiero es muy difícil sobrevivir.
Los números rojos son habituales en empresas del sector, que se dedican a la fase clínica. Los de Oryzon se mueven en torno a los 3 millones de euros anuales. Emplea a más de 40 personas en Barcelona y tiene oficinas en Boston y San Diego. Desde que salió a Bolsa, en diciembre de 2015, Oryzon ha levantado 121 millones de euros.
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