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Cómo pasó Elon Musk de adalid del ecologismo a defensor de la guerra de Trump contra el coche eléctrico

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Oliver Milman

9 de marzo de 2025 22:05 h

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Los intentos del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, por recortar drásticamente los incentivos para los coches eléctricos provocarían una caída en picado de las ventas de estos vehículos. Este esfuerzo cuenta con un apoyo que, a simple vista, podría resultar desconcertante: el de Elon Musk, el multimillonario consejero delegado de Tesla y exactivista de la lucha contra la crisis climática. Trump ha sido claro: “Revocaré el mandato de los vehículos eléctricos, para salvar a nuestra industria automovilística y para cumplir mi sagrada promesa a nuestros admirables trabajadores de la industria automovilística”.

El presidente, que antes de suavizar un poco su discurso había llegado a afirmar que los partidarios de los vehículos eléctricos deberían “pudrirse en el infierno”, ha dado la espalda a un ambicioso objetivo para que la mitad de los coches vendidos a finales de la década fuesen eléctricos y ha interrumpido parte de las ayudas para cargadores. Asimismo, ha comenzado a revertir las normas de contaminación de los vehículos, que son un incentivo para que los fabricantes dejen de apostar por los modelos de gasolina.

Entre los principales objetivos de Trump figura también la eliminación de una importante desgravación fiscal para los estadounidenses que compren un vehículo eléctrico, por valor de hasta 7.500 dólares (7.269 euros). Si lo consigue, el impacto sería significativo, ya que un estudio reciente concluye que, sin este incentivo, las ventas de coches eléctricos podrían caer un 27%. Según Joseph Shapiro, economista de la Universidad de California en Berkeley y coautor del estudio, “la supresión de este incentivo afectaría a una parte significativa del mercado de vehículos eléctricos”.

El experto también indica que, aunque un número creciente de consumidores seguiría optando por el coche eléctrico, el número total de unidades vendidas caería en más de 300.000 al año en comparación con las que habría de mantenerse la ayuda. Para Shapiro, “podría considerarse que es un bache en el camino, pero si Estados Unidos no completa la transición a vehículos eléctricos hasta 2090, en lugar de en 2050, esto tendría un gran impacto sobre el planeta”. El economista señala que la cantidad de emisiones de carbono resultante de estas cuatro décadas es muy importante.

Musk, la persona más rica del mundo, ha respaldado con entusiasmo la agenda de Trump, a pesar de que Tesla, líder del mercado de vehículos eléctricos, depende de algunas piezas fabricadas en China que podrían ser objeto de los aranceles impuestos por Estados Unidos.

Según los cálculos de Musk, la eliminación de las ayudas a los vehículos eléctricos perjudicará más a rivales como Ford y General Motors que a Tesla. “Cargaros las ayudas”, escribió Musk en X en julio: “A Tesla está medida no hará más que beneficiarnos”.

Según Shapiro, el cálculo del magnate tiene cierta lógica. Tesla es la mayor marca de vehículos eléctricos de EEUU, con casi la mitad de todas las ventas, y obtiene más beneficios por coche que sus rivales, lo que significa que la eliminación de los incentivos afectaría desproporcionadamente a otros fabricantes. En opinión de Shapiro, si se elimina el crédito fiscal Tesla podría sobrevivir y tener menos competencia. “Tienen más margen de maniobra para soportar una disminución del tamaño del mercado”. De hecho, las acciones de Tesla aumentaron de valor cuando Trump ganó las elecciones presidenciales.

Sin embargo, es indudable que Tesla seguirá viéndose afectada. El debilitamiento de las normas federales sobre contaminación, por ejemplo, podría suponer una reducción de la cantidad de créditos de carbono que Tesla vende a otras empresas automovilísticas para compensar sus emisiones y evitar multas. Solo el año pasado alcanzaron un valor de 2.700 millones de dólares (más de 2.600 millones de euros). Las ventas de Tesla cayeron ligeramente por primera vez en 2024, en medio de la preocupación entre algunos de sus clientes, por lo general progresistas, por el viraje a la derecha de Musk.

Según las estimaciones de Stephanie Valdez Streaty, directora de análisis de la industria de Cox Automotive, los vehículos eléctricos tendrán una cuota del 10% de las ventas de coches en EEUU este año, frente al 8% de 2024: “Tesla no es inmune a que sus ventas se vean afectadas, los consumidores tienen cierta lealtad a la marca, pero todavía no sabemos el impacto de los posicionamientos de Elon Musk sobre la polarización de los consumidores”.

En cualquier caso, según Valdez Streaty, Musk parece haber dejado de prestar tanta atención a los vehículos eléctricos para centrarse en otros ámbitos, como la robótica, la inteligencia artificial y su empresa SpaceX. También ha adoptado algunas de las fijaciones derechistas de Trump. En un discurso tras la toma de posesión del presidente, Musk no mencionó los coches eléctricos, pero dijo que “el futuro de la civilización está asegurado con ‘ciudades seguras, fronteras seguras, gasto sensato, cosas básicas”. Y añadió: “Vamos a llevar a DOGE a Marte”, en referencia al Departamento de Eficiencia Gubernamental que dirige con el fin de frenar el gasto federal. “¿Os imagináis lo maravilloso que será que los astronautas estadounidenses planten la bandera en otro planeta por primera vez? ¡¿Qué inspirador sería?!”, remachó.

Al parecer, la preocupación por la crisis climática ya no es una de las prioridades de Musk, a pesar de haber dicho anteriormente que es un firme defensor del clima y de haber pedido en 2016 un “levantamiento popular” contra la industria de los combustibles fósiles porque el mundo se dirigía “inevitablemente hacia un alto nivel de daño”. “Cuanto antes podamos tomar medidas, menos será el impacto negativo resultante”. Cuando Trump retiró a Estados Unidos del Acuerdo de París sobre el clima de 2017, Musk dijo que abandonaba un órgano asesor presidencial en señal de protesta. “El cambio climático es una realidad”, tuiteó entonces: “Salir del Acuerdo de París no es bueno ni para Estados Unidos ni para el mundo”.

Pero Musk ha tenido poco que decir después de que Trump, quien tachó el cambio climático de “engaño monumental”, retirara otra vez a Estados Unidos del Acuerdo de París y dictase una batería de órdenes para aumentar la perforación de petróleo y gas y obstaculizar la producción de energía renovable. En enero, Musk dijo: “El riesgo de cambio climático es real, solo que mucho más lento de lo que afirman los alarmistas”.

Los críticos dicen que es poco probable que Musk aproveche su influencia sobre la Administración Trump para concienciar sobre la creciente alarma expresada por los científicos y el público estadounidense sobre los impactos del peligroso calentamiento global. Para Paul Bledsoe, que fue asesor climático de la Casa Blanca durante la presidencia de Bill Clinton, “esto demuestra que es un oportunista”. “Ahora minimiza la importancia de la amenaza del cambio climático, y creo que en su fuero interno está pensando en utilizar contratos gubernamentales para la geoingeniería a medida que los costes del cambio climático ya no se puedan ocultar”. Los que conocen a Musk dicen que se distanció de los demócratas después de no ser invitado a una importante cumbre sobre vehículos eléctricos celebrada por la Casa Blanca en 2021, después de que Joe Biden se convirtiera en presidente.

Robert Zubrin, un destacado defensor de la exploración humana de Marte que afirma que contribuyó a inocular en Musk la idea de la expansión marciana, cree que “ese fue un error no forzado de Biden”. “Y en los últimos dos años, Elon Musk ha pasado de ser el caballero blanco de los ecologistas a villano de Bond”, señala. En su opinión, “la motivación central de Musk es el deseo de gloria eterna por sus grandes hazañas. Quiere salvar la civilización porque quiere ser recordado por haber salvado la civilización”. Según Zubrin, esto “es lo que ha motivado sus principales logros, Tesla y SpaceX”. “Sin embargo, también tiene un lado oscuro, y ahora este lado oscuro ha empezado a emerger”, indica.

El Guardian ha contactado con Tesla para conocer su posicionamiento con respecto a las desgravaciones fiscales a los vehículos eléctricos, pero el fabricante de vehículos eléctricos no ha respondido.

Traducción de Emma Reverter.

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