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CV Opinión cintillo

Putin, Trump y viceversa

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Dos hombres y un destino incierto para la humanidad. Sus decisiones afectan de manera considerable la vida de millones de seres humanos. Se trata de los personajes más poderosos del momento actual, y por ello resultan preocupantes los rasgos de personalidad que ambos presentan.

El inquietante interés expansionista que demuestran supone un riesgo permanente para la estabilidad internacional. La guerra en Ucrania ha sido una muestra clara de esa falta de respeto a las fronteras establecidas. En el caso del dirigente estadounidense, apenas lleva unas semanas en el cargo y, de manera reiterada, ha manifestado sus deseos de anexionar Groenlandia, lanzando mensajes tan inquietantes como que será anexionada “de una forma u otra”. Toda una muestra de Imperialismo en estado puro.

Las similitudes entre ambos dirigentes se manifiestan en su comprensión de la política como un medio para llevar a cabo sus deseos, sin considerar la conveniencia para el bien común. Un ejemplo claro lo hemos visto recientemente con el ocupante de la Casa Blanca, quien se comporta como un caprichoso niño rico que no se conforma con ser el más adinerado; además, le molesta que el niño pobre se entretenga jugando con su caja de cartón. Ahora, con su política arancelaria, ha iniciado una campaña que puede acabar empobreciendo aún más a los países más pobres. Si a esa actitud tan agresiva le añadimos la retirada de las ayudas a la cooperación al desarrollo y los fondos para la vacunación infantil, el daño puede ser irreparable.

Tampoco parece tener mucho sentido la retirada de financiación a las universidades, como si el conocimiento y la ciencia fueran algo molesto para una forma de entender el poder que no admite traba alguna. La gravedad de este tipo de comportamientos radica en la impunidad con la que llevan a cabo sus decisiones, sin preocuparse por las consecuencias. Si las leyes impiden alguna de sus intenciones, cambian las leyes; si los tribunales los condenan, cambian a los jueces. Da la impresión de que su talante no viene acompañado de reflexión alguna.

Algunos analistas argumentan que se trata de estrategias de negociación, de modo que sus bravuconadas sirven principalmente para adoptar una posición de privilegio y obtener ventaja. Sin embargo, la realidad es que el uso que hacen del término “negociar” no se relaciona con el significado último de la palabra, que tiene razón de ser cuando se lleva a cabo entre iguales. Si, por el contrario, se utiliza desde una posición de poder frente a otro más debilitado, entonces estamos en el terreno de “le haré una oferta que no podrá rechazar”, frase que se hizo célebre en la película “El padrino” y que ya sabemos lo que significa.

En el diccionario español existe un término que puede acabar convirtiéndose en una consecuencia de la forma de gobernar que están llevando a cabo estos dos personajes: empacho. Esta palabra, que significa atracón, puede provocar consecuencias contrarias a los intereses que parecen buscar, en medio de unas exhibiciones constantes en las que asistimos a un alarde permanente del ejercicio del poder. 

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