No te crujas los dedos: por qué este hábito puede pasar factura a tus manos

¿Crujir los dedos es simplemente un hábito molesto o es perjudicial para nuestras articulaciones?

Marta Chavarrías

19 de marzo de 2025 22:17 h

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Ya sea porque lo hacemos como alivio o como respuesta a un hábito nervioso, muchos de nosotros estamos familiarizados con el sonido y la sensación de chasquido que se produce cuando hacemos crujir los dedos. Algunas personas lo hacen tirando de la punta de cada dedo, uno a uno o a la vez hasta que oyen el crujido. Otras cierran el puño o doblan los dedos hacia atrás, alejándolos de la palma de la mano, y hacen crujir todos los dedos a la vez. 

Sea cual sea el estilo que se adopte, y en función de las investigaciones que consultemos, entre el 25% y el 54% de las personas lo hacen, sobre todo los hombres, que parece que son más propensos que las mujeres a chascar los dedos.

Circula también una creencia que dice que este hábito es responsable de futuras artritis al cabo de los años. ¿Estamos simplemente frente a un hábito molesto o es perjudicial para nuestras articulaciones? Aunque pueda parecer una experiencia satisfactoria, hacerlo con demasiada frecuencia no es nada recomendable.

¿Qué ocurre en las articulaciones cuando hacemos crujir los dedos?

Las articulaciones están envueltas de una cápsula sinovial con líquido y una cierta cantidad de gases cuya misión es lubricarlas para que los huesos no se desgasten. Hay varias teorías que explican qué parte del proceso provoca el ruido de crujido. Una de ellas es que dentro del líquido hay gases disueltos y cuando empujamos las articulaciones más allá del rango normal, se crea un vacío temporal en el interior. 

La presión disminuye, lo que permite que el gas salga del líquido y se forme una pequeña burbuja, que es la responsable de ese 'pop' que escuchamos, es esa burbuja de aire que estalla, y se produce cualquiera que sea el método usado, tanto si cerramos el puño como si estiramos los dedos. Al hacer crujir los dedos, el espacio entre las articulaciones aumenta, lo que hace que los gases disueltos en el líquido sinovial que baña la articulación formen burbujas microscópicas. Estas burbujas se fusionan en burbujas más grandes que luego se revientan con más líquido que se precipita para llenar el espacio agrandado.

Otra teoría, sin embargo, sugiere que el ruido se debe a la rotura del 'sello adhesivo' del fluido entre las superficies de la articulación, algo similar a lo que ocurriría al sacar una ventosa de un cristal.

Independientemente de lo que haya detrás del ruido, de lo que no hay duda es que, si somos de los alguna vez hemos hecho crujir los dedos, habremos comprobado que no podemos volver a hacerlo de inmediato. Esto se debe a que las burbujas de gas tardan un tiempo en volver a acumularse en la articulación después de que se haya hecho crujir; tendremos que esperar unos 20 minutos para dar tiempo al espacio en la junta a volver a su tamaño normal y para que más gases se disuelvan en el líquido, por tanto, no oiremos ese sonido de chasquido si intentamos hacer crujir los dedos demasiado pronto.

Muchas de las personas que hacen crujir sus dedos pueden hacerlo o bien porque les gusta la sensación de tensión liberada o porque responde más a un hábito nervioso y se hace para aliviar el estrés.

El proceso que se da al crujir los dedos explicaría que hacerlo no provoca desgaste en la zona donde se aplica y, por tanto, no podemos responsabilizar este hecho con la aparición de futuras artritis. Algunos estudios señalan que no hay evidencia de tal asociación, ya que no se observan cambios en la incidencia de artritis entre aquellas personas que hacen crujir los dedos con regularidad y quienes no lo hacen. Debemos tener presente que la osteoartritis, la forma más común, se produce cuando el tejido cartilaginoso que rodea la articulación se desgasta, lo que provoca inflamación y, por tanto, es mucho más probable que sea causada por el envejecimiento o las lesiones que por el crujido de los dedos

Otro estudio también examinó el efecto del crujido habitual de los dedos en la fuerza de agarre y descubrió que era nulo, es decir, que este hábito no afectaba a la fuerza de los dedos.

Un hábito desaconsejado

Pese a todo, estamos frente a un hábito que es mejor abandonar, sobre todo si lo hacemos de forma continua. Lo advertían hace unos años los colegios de fisioterapeutas de Catalunya, País Vasco, Galicia, Madrid y Navarra en este vídeo, en el que indicaban que crujir los dedos o cualquier otra articulación es perjudicial porque hace que se desgaste, de manera innecesaria, tanto la articulación como los ligamentos o tendones. Además, estamos movilizando una articulación que, ya de por sí, tiene más movimiento del que debería y cuando crujimos los dedos estamos aumentando ese desequilibrio.

Si fomentamos esta inestabilidad, podemos tener la sensación de necesitar que crujirnos los dedos cada vez más. Algo que, a largo plazo, puede generar desgaste en la articulación y las otras estructuras que la rodean, como los ligamentos y los tendones. Es posible que crujir los dedos con frecuencia provoque problemas en los ligamentos que hay entre las articulaciones, y si estiramos continuamente los ligamentos más allá de su límite, podemos sufrir esguinces.

Por tanto, y aunque crujir los dedos se considera generalmente algo inofensivo, algunas personas pueden experimentar molestias o hinchazón temporales. Esta preocupación es fundamentalmente para las personas que se obsesionan con ello y lo hacen una y otra vez todos los días. Esto puede deberse a un estiramiento excesivo de los ligamentos o tendones que rodean la articulación o a la irritación de los tejidos circundantes. Con el tiempo, esto puede provocar inestabilidad articular o debilitar la fuerza, sobre todo en personas con articulaciones ya muy móviles, ya que es posible que crujir los dedos les provoque una mayor laxitud e inestabilidad de los ligamentos.

Hacer crujir los dedos tampoco debería ser doloroso, así que, si sentimos dolor al hacerlo, es posible que nos esté provocando o empeorando una lesión. Si las articulaciones de la mano empiezan a doler, se hinchan, se ponen rígidas o entumecidas, o si disminuye la movilidad o la capacidad de agarre, es mejor dejar de crujir los dedos y consultar con un especialista para identificar la causa del problema.

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