Pastelicos de carne donde fusilaron a tu abuelo
![La Cárcel Vieja con los escombros de uno de sus muros derruidos por el Ayuntamiento de Murcia](https://static.eldiario.es/clip/d9d918d8-e955-4b70-8584-6fb66c650c9a_16-9-discover-aspect-ratio_default_0.jpg)
Mi vecino Joaquín anda siempre con un sombrero muy elegante y una perilla que debe recortarse -calculo- todos los días. Le faltan un par de dientes y le sobran un par de años, debe rondar los noventa y coincido con él muchas mañanas en el Alba. Los dos tomamos carajillo; yo porque es el único momento del día en que puedo tomar café y él porque es la única ocasión que tiene, me cuenta, para beber algo de brandy. Nos conocemos de hace poco y la otra mañana me vio liar un cigarrillo y sacó de su bolsillo una cajetilla de Rothmans. Me ofreció uno y fumamos juntos durante casi toda la mañana como dos buenos jubilados. Me dijo que su padre fusiló a dos falangistas, pero no por falangistas [sic], sino por mentirosos (los tipos se habían disfrazado de sacerdotes para zafarse de la cárcel tras un tiroteo) y que eso le costó pasar veinticuatro años en la cárcel. Buena parte de ellos, en la Cárcel Vieja de Murcia; que supongo, por otro lado, que por entonces solamente la llamarían ‘la cárcel’.
Profirió tantos adjetivos sobre el alcalde que el mero hecho de transcribirlos en este diario incurriría en, al menos, cuatro delitos distintos, pero podría resumirse en que a Joaquín no le está sentando nada bien la gestión del Ayuntamiento en materia de memoria democrática; ni que decir tiene que seamos también la ciudad con el aire más irrrespirable de la Europa mediterránea y una vergüenza absoluta en lo que se refiere a movilidad urbana, pero a este señor lo que le más le molestaba, y con razón, era lo de la cárcel; el Consistorio ha iniciado ilegalmente el derribo de los muros interiores, a pesar de la paralización por parte del Ministerio. Hay quienes quieren que el recuerdo sea propiedad de su nostalgia, y no de interés público.
En la misma semana en que ocurre todo esto, al otro lado del Atlántico el presidente de Estados Unidos anunciaba su solución final para el genocidio gazatí: convertirla en un Polaris World tras expulsar -sea como fuere- a sus habitantes ancestrales. Un breve recordatorio para el mundo de que colonizar no implica poblar tierras deshabitadas; colonizar es gentrificar un lugar por la fuerza. Los paladines de la ilustración oscura, como Curtis Yarvin, proyectan en la franja la idea de un Estado corporativo soberano y reconocido por la ONU, auspiciado desde Washington, con su propia criptomoneda como divisa oficial y ya los hay quienes se relamen pensando en la idea.
La libertad muere ensordecida por el rugir del aplauso de los que la odian, de los que quieren la libertad para ellos solos; los que no la entienden como una concesión colectiva sino como un privilegio que se compra y se vende. El espíritu de los tiempos, de estos tiempos, empieza a zozobrar hacia la idea de que ya está bien de libertad; pero no cuánta, sino para quiénes. Tirar muros, tirar verjas que ya no sirven porque ya no tienen a quien custodiar, porque aunque el tiempo no se borra, sino que tiende a acumularse, hay casos en los que deja tras de sí un rastro borroso.
Sin pretender poner a la altura a Ballesta de Trump -ya quisiera Ballesta, más le joda a Montiel-, ni mucho menos el sufrimiento de los palestinos al de ningún otro, la estrategia de esta gente, de toda derecha, de la más manoblanda a la más turbofascista, es la misma: derribar y resignificar. La Cárcel Vieja acabará llamándose de cualquier otra forma, y eso es precisamente lo que busca hacer el Partido Popular con todo el patrimonio de la ciudad. Celebramos estas fechas el 1200 aniversario de Murcia y más bien parece una de esas patochadas castellanas tan casposas de la España profunda que un repaso histórico de una de las ciudades más vibrantes de toda la península; como si las acequias y las norias las hubiese traído Alfonso X. El antiguo presidio franquista murciano terminará convertido en el Gaza Inc. de nuestra derecha. Pastelicos de carne donde fusilaron a tu abuelo. Aquí, en Washington y en Moscú.
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