Cuando la Torre de Pisa casi fue estabilizada con una técnica culinaria de vanguardia

Imagen de archivo de la torre de Pisa, en Italia. EFE/Franco Silvi

Héctor Farrés

6 de marzo de 2025 11:15 h

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La Torre de Pisa se salvó gracias a una guerra. No fue un milagro ni la mano cuidadosa de un arquitecto visionario lo que evitó su colapso, sino la casualidad, una disputa territorial que paralizó su construcción durante cien años.

En esos momentos decisivos, cuando la torre apenas comenzaba a inclinarse peligrosamente sobre un suelo blando, el destino eligió la batalla en lugar de la piedra. Y así, un conflicto medieval se transformó en la inesperada salvación del edificio más torcido y famoso del planeta.

El campanario que nació torcido, pero a prueba de terremotos

Lo que hoy millones de turistas admiran cada año en Pisa empezó realmente como un proyecto condenado al fracaso. El campanario se diseñó como parte de un conjunto monumental junto a la catedral, algo muy habitual en la Italia del siglo XII, pero sus constructores cometieron un grave error: eligieron un suelo demasiado frágil para soportar semejante estructura. Cuando apenas se levantaba el segundo piso en 1178, cinco años después de colocar la primera piedra en 1173, las señales eran claras y evidentes. La torre comenzaba a hundirse.

Durante más de ocho siglos, el edificio ha desafiado la lógica y la gravedad. Mientras la torre iba añadiendo plantas, la inclinación crecía hasta alcanzar una desviación de 4,5 metros a finales del siglo XX, convirtiéndola en una atracción turística precisamente por aquello que debía condenarla.

Pero lo más sorprendente es que esa misma inestabilidad del terreno, que a primera vista parecía su perdición, le proporcionó una flexibilidad insólita ante terremotos que podrían haberla reducido a escombros. En la Toscana se registraron cuatro grandes movimientos sísmicos con magnitudes cercanas a 6, pero la combinación de un suelo blando con una estructura rígida fue lo que mantuvo intacta la torre a lo largo del tiempo.

Cocina de vanguardia para un desastre arquitectónico

Aunque esta inclinación pareció protegerla de desastres naturales, durante la década de 1990 el gobierno italiano se enfrentó a una amenaza mucho más inmediata. El riesgo de derrumbe sobre los miles de visitantes que posaban haciendo ver que la sujetaban llevó a una medida drástica en 1990: cerrar el acceso por primera vez en 800 años para acometer reformas urgentes.

Fue entonces cuando surgió un peligro desde la misma intervención destinada a salvarla. Entre 1993 y 1994 se levantó un anillo de hormigón alrededor de su base y se utilizó nitrógeno líquido para congelar el terreno, aplicando una técnica que, curiosamente, se asemeja al método empleado en la alta cocina para crear postres espectaculares y texturas imposibles. Pero, lejos de ser una solución efectiva, este experimento casi termina en desastre, devolviendo la torre rápidamente a su posición original.

La solución definitiva, paradójicamente, no llegó desde arriba, sino desde abajo. Tras siglos intentando corregir su inclinación desde la superficie, los ingenieros optaron finalmente por extraer tierra del subsuelo, aligerando la presión sobre el lado hundido.

Enderezando el pasado centímetro a centímetro

Con cables tensados sujetando el campanario, en una operación delicadísima que no admitía errores, consiguieron enderezar la torre en 44 centímetros. Esta acción, que los técnicos han calificado de exitosa, se ha mantenido estable desde 2008, ofreciendo aproximadamente dos siglos más de tranquilidad a uno de los edificios más reconocibles del mundo.

Las grandes campanas que debían sonar desde su cima llevan décadas en silencio, ya que cualquier vibración extra podría afectar al precario equilibrio que se logró estabilizar hace relativamente poco. Paradójicamente, aquello que simbolizaba el orgullo y el sonido de la ciudad se convirtió en una amenaza que nadie desea activar.

En Pisa, la torre que nació para caer se mantiene erguida por casualidades, errores y aciertos, una mezcla extraña de negligencia medieval y genio contemporáneo que sigue fascinando a generaciones enteras. Lo que iba a ser un fracaso absoluto terminó siendo uno de los mayores éxitos accidentales de la historia.

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