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La UE en el comercio mundial

Las aeronaves conectan distintos puntos del planeta.
8 de febrero de 2025 20:53 h

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El orden mundial, y con él la política comercial europea, viven el período de mayores tensiones de la historia reciente. El comercio global se está ralentizando, crece el proteccionismo y los movimientos populistas amenazan las reglas que rigen el futuro del sistema comercial multilateral. Además, aumentan las dudas sobre el futuro de las relaciones comerciales de la Unión Europea (UE) con importantes socios al otro lado del Atlántico.

La Comisión Europea ha publicado su Informe Anual sobre el Mercado Único y la Competitividad, en el que se analizan los puntos fuertes y débiles de la economía de la (UE). Sirve de marco analítico para la Brújula para la Competitividad, un plan de acción destinado a revitalizar la economía europea.

El informe se basa en 22 indicadores clave, como la integración en el mercado único, el gasto de investigación y desarrollo y los precios de la electricidad. Estos elementos permiten evaluar la competitividad de la UE e identificar los ámbitos que requieren especial atención, como la realización del mercado único, el desarrollo de las capacidades de innovación, la descarbonización de la industria y la reducción de las dependencias estratégicas.

Stéphane Séjourné, vicepresidente ejecutivo para la Prosperidad y la Estrategia Industrial, ha declarado: “Nuestro éxito económico se basa en una cifra simple pero potente: 450 millones de consumidores. El mercado único es, con diferencia, el motor más importante de la competitividad europea, pero aún está muy infrautilizado. Las conclusiones de este informe son claras: ha llegado el momento de derribar las barreras que quedan entre los 27 Estados miembros y de aprovechar plenamente los efectos de escala del mercado único, a fin de ofrecer a las empresas europeas un acceso sencillo y fluido a uno de los mayores mercados integrados del mundo”.

Las conclusiones de este informe guiarán la elaboración de políticas para reforzar la competitividad de la UE y aprovechar plenamente el potencial del mercado único y se incorporarán, en particular, en iniciativas futuras, como el Pacto por una Industria Descarbonizada y la Estrategia para el Mercado Único.

Muchas naciones tienen un producto interior bruto más bajo que la cifra de negocio de las grandes compañías, lo que sitúa a sus estados en una posición de inferioridad. Sobre todo a aquellos que se encuentran en vías de desarrollo

Las grandes multinacionales son las grandes vencedoras de este modelo de globalización económica. Por el contrario, las pequeñas empresas nacionales y los profesionales autónomos han visto mermar sus ingresos y como consecuencia verse afectados por un desequilibrio económico. Por su parte, los trabajadores han perdido capacidad adquisitiva.

Mientras el proceso avanza, en muchos países se han vuelto a levantar banderas nacionales que hacen sospechar que, tal vez, la humanidad aún no está preparada para lograrlo.

En una perspectiva global se puede ver cómo esa concentración del capital en unas pocas manos empobrece también a los países. Muchas naciones tienen un producto interior bruto más bajo que la cifra de negocio de las grandes compañías, lo que sitúa a sus estados en una posición de inferioridad. Sobre todo a aquellos que se encuentran en vías de desarrollo. Es por eso que son muchos quienes ven menos ventajas y más desventajas en la globalización.

El acuerdo de la UE con Mercosur está levantando, por un lado, grandes recelos entre los agricultores y ganaderos europeos, a la vez que por otro se argumenta la necesidad del mismo, intentando tranquilizar con la escrupulosa exigencia en la aplicación de las “cláusulas espejo”, cuestión que está por ver que sea realmente viable.

Las llamadas cláusulas espejo, con su aparente lógica exigencia de reciprocidad en los métodos de producción, resultan de aplicación imposible en un mercado global, y no es, ni va a ser el resto del mundo el que tiene que rectificar, solo pensarlo resulta ridículo: es la UE, heredera del viejo eurocentrismo de cuando era cabeza de león, cuando de lo que vamos camino es de ser cabeza de ratón, la que tiene que rectificar.

El mercado global implica estrategias también globales por parte de los grandes actores económicos. China y USA encabezan, desde hace décadas ya, una toma de posiciones fuera de sus fronteras

Hay cifras muy relevantes, como la reciente publicada por los órganos estadísticos de la UE, que arroja una pérdida diaria de 1.000 explotaciones en 2024. En España las pérdidas son también muy significativas, particularmente en las explotaciones ganaderas, donde algunas publicaciones dan una pérdida del 30% en los últimos cuatro años.

Más allá de la concreción final de cifras, tenemos que asumir que la aplicación de las innovaciones tecnológicas introduce cambios sustanciales en los sistemas de producción, que afectan a la dimensión económica de las explotaciones; las pequeñas se hacen inviables y las medianas se quedan pequeñas, como ocurrió cuando apareció el tractor y desaparecieron las mulas, incidiendo igualmente en los marcos legislativos que regulan las producciones, y a este respecto algunos marcos de la UE son una pesada losa difícil de soportar.

El mercado global implica estrategias también globales por parte de los grandes actores económicos. China y USA encabezan, desde hace décadas ya, una toma de posiciones fuera de sus fronteras. China, particularmente en África, está inmersa en proyectos muy ambiciosos, que pueden llegar a colocarla en una situación preeminente; buen botón de muestra son sus inversiones en Etiopía y otras zonas de África, que le dan una posición determinante en el vital mercado del arroz.

La UE es la tabla de salvación de todos y cada uno de los países que la componemos y, por supuesto, de España. Fuera está la nada, y por descontado que lo deseable sería caminar hacia los Estados Unidos de Europa, cediendo las competencias y soberanías para conseguirlo, con su ejército propio, con su propio sistema judicial, con su policía federal; el euro solo, aun siendo mucho, se queda en poco. Los agricultores, los ganaderos, el sector pesquero, son los primeros interesados en que este proyecto se culmine con éxito. No está el horno para bollos; Trump, por ejemplo, no es una anécdota pasajera.

Es verdad que el futuro es siempre un ignoto sorprendente, pero el presente está ya aquí, y no podemos ignorarlo. Nuestro viejo y querido agricultor, nuestro entrañable ganadero, con sus esfuerzos cotidianos, a veces más allá de lo razonablemente exigible, son cosa del pasado. Ya no van a forjar su carácter ni los helados amaneceres, ni los abrasadores rayos del sol.

La globalización caracteriza a las sociedades más modernas: integración y facilidad de las comunicaciones, libre movimiento de mercancías o extensión de los derechos humanos

Nuestros agricultores y ganaderos se sientan, se sentarán, ante un ordenador, para indicar a su tractor automatizado qué labores tiene que hacer, movilizará sus drones para realizar las aplicaciones necesarias de herbicidas y plaguicidas, y estudiarán la evolución de los mercados para tomar decisiones.

Siempre han sido empresarios los agricultores y ganaderos, a veces sin saberlo, ahora más que nunca lo son, y la formación necesaria para desarrollar su tarea, imprescindible y apremiante. La renovación generacional está muy relacionada con esta cuestión, con el nuevo empresario agrario y, por lo tanto, el futuro. Porque, con voluntad de futuro, tendremos futuro.

Para las personas del siglo XXI la Tierra es la cara más común, y mucho más pequeña de lo que era para los humanos de los siglos pasados.

La globalización caracteriza a las sociedades más modernas: integración y facilidad de las comunicaciones, libre movimiento de mercancías o extensión de los derechos humanos.

En la cara negativa del proceso de globalización están, principalmente, la uniformidad cultural y la desigualdad económica. Resulta paradójico que se fomente un mismo estilo de vida global cuando las diferencias en la calidad de vida son tan grandes, no solo entre países, sino dentro de cada uno de ellos.

Es por ello que una de las preocupaciones más urgentes de los gobiernos es hallar la manera de replantear la globalización de un modo que se minimicen sus efectos negativos y no se pierdan sus beneficios.

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