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Zaragoza no se vende

Protesta en el pleno del pasado 28 de noviembre por la ampliación del Parque de Atracciones.

Eduardo Lozano Sáez

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En ocasiones vemos la acción política definida por nuestros gobernantes como gestión de los recursos de los que disponen, materializados en un presupuesto cuyo capital se recauda vía impositiva, mediante colaboraciones institucionales y también con la venta de patrimonio. Claro está que toda previsión de ingresos da la medida de la capacidad de financiación, acogiendo de esta manera al sistema financiero en la ecuación.

Esta visión está determinada por los medios de comunicación que practican una pedagogía apolítica implícita en la construcción de un relato fatalista según el cual no existen más opciones que las ajustadas al orden establecido que, en todo caso, sólo aceptan matices. Nada más lejos de la realidad. La gestión queda estrechamente vinculada a la ideología de aquellos que gobiernan en la medida en que se dedican partidas presupuestarias mayores o menores a unos u otros asuntos. Ahora bien, no debemos confundir la institución de gobierno con la administración.

Hemos dicho que las instituciones de gobierno dirigen la acción política que determina la distribución del presupuesto, pero es la administración, compuesta mayoritariamente por funcionarios públicos, la que ejerce la gestión. No olvidemos, sin embargo, que las personas que la componen también tienen ideología y están más o menos politizadas, siendo mayor su peso e influencia cuanto más arriba se encuentran en la escala jerárquica. En la práctica la jerarquía funcionarial deviene en un instrumento al servicio de la acción política siempre que se establezca una comunicación cordial, en el mejor de los casos, cuando no cómplice en otros.

Y es que si en algo compromete una ideología política, es en practicar una acción consecuente en el ejercicio del poder.

Llegados a este punto no podremos negar que el equipo de gobierno del Ayuntamiento de Zaragoza compuesto por el PP y con el apoyo de VOX, permanece fiel al compromiso ideológico que perfila su acción política y que paso a detallar.

Parece evidente que la corriente reaccionaria se hace hueco entre las políticas neoliberales asentadas en el bipartidismo patrio, cuya alternancia hemos sufrido como un mal endémico fruto de una transición pilotada por los actores que tenían las riendas durante la dictadura franquista. Esta corriente se asienta sobre un relato negacionista que huye hacia adelante en su afán de convertir en mercancía todo aquello que tenga que ver con la vida de las personas, incluidos cuerpos y sentimientos.

También la ciudad se ha convertido en objeto de mercado, hasta el punto que compiten en el ámbito internacional por atraer capital en forma de empresas o inversiones. Y es aquí donde opera la hoja de ruta marcada por nuestros gobernantes bajo el manido eslogan del crecimiento económico, cuyo epicentro es la ciudad de Zaragoza, pero que se incrusta dentro de un ambicioso plan de transformación de ámbito regional capitaneado por el presidente Azcón.

Esta transformación se está produciendo, decimos, en ambos niveles, viendo la capital sumida en una conversión estética cuyo objeto es el reclamo en los mercados internacionales. Así, vemos continuamente la aparición en prensa de nuestra alcaldesa Chueca acompañada ora por Víctor Serrano, ora por Ruiz de Temiño, en congresos y encuentros en los que se escenifican para la prensa los brillos de un capitalismo que oculta la realidad y un futuro incierto. Y es en este escenario donde nuestra alcaldesa, convertida en diva del espectáculo en el que se ha convertido la política, muestra su sonrisa impúdica montada a lomos de un unicornio. Es la expresión tangible de la distancia entre nuestra regidora y el pueblo. Es puro teatro.

Ante el desvarío de sus propuestas y la soberbia de su impostura, las respuestas surgen fruto de una desazón que se ha ido fraguando con cada desprecio recibido, en cada trámite silenciado, en tantas afrentas sufridas. Y aún se apropian del argumento que desnuda sus flaquezas y lo usan como envoltorio del hormigón que amasan en la sombra los buitres que les susurran al oído. Aragón está de moda y ha situado a Zaragoza en el mapa. Si queremos vivir en una ciudad habitable, diversa, inclusiva y sostenible debemos hacer frente al asedio de sus políticas. Zaragoza resistió y de su leyenda la inmortalizó. Actualicemos su legado. Los fuegos nacen aquí y allá y calientan los ánimos. Zaragoza despierta.

Zaragoza no se vende. 

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