Un joven ornitólogo de 25 años vuelve para salvar a la población de rapaces en Belchite
Conviven entre nosotros, son aves que sobrevuelan las zonas rurales, pero que cada vez lo hacen en menos ocasiones, y no porque no les guste, sino porque temporada tras temporada hay menos ejemplares surcando nuestros cielos y posados en las ramas de los árboles o en los tejados de nuestras construcciones. La lechuza común, el cernícalo vulgar y el mochuelo europeo son tres especies de aves rapaces que se encuentran en esta situación en la comarca de Campo de Belchite. Desde hace un mes, un grupo de tres jóvenes voluntarios trabaja para concienciar a la población y preservar estas especies dándoles una oportunidad a los primeros y lugares adecuados para anidar a los segundos.
Pablo García Clemente tiene 25 años, nació en Zaragoza capital, pero ha vivido toda su vida en Bilbao. En 2022 decidió volver a sus raíces, encontró un trabajo en Zaragoza y en verano de 2024 fijó su residencia en Belchite, “es donde he pasado todas las vacaciones de mi vida, mis abuelos viven en el pueblo y ahora yo también, con mi pareja que, además, está involucrada en el proyecto Aliados al Lado”, explica el joven biólogo.
Actualmente, Pablo García trabaja para una empresa ubicada en Zaragoza realizando estudios de impacto ambiental de infraestructuras, “mi puesto implica hacer mucho trabajo de campo, así que puedo permitirme teletrabajar o desplazarme desde Belchite al igual que si estuviera viviendo en zona urbana”, confiesa.
Amante de las aves desde que tiene uso de razón, este joven bilbaíno con raíces aragonesas, se especializó en ornitología, y hace poco finalizó la formación para estudiar las aves desde el método de anillador científico, “el anillamiento es una metodología para estudiar el movimiento de las aves de manera individualizada, cada anilla es un código numérico único en el mundo, así podemos seguir el proceso vital de cada ave y medir su estado físico, cómo se encuentra y, a su vez, cómo está la población de la especie”, observa el biólogo.
Una vez conseguido el título de anillador, y teniendo en cuenta su conocimiento previo sobre las rapaces nocturnas, el biólogo comenzó a estudiar la población de mochuelo en Campo de Belchite, “para tantear posibilidades”, apunta. Monitorizó las poblaciones de lechuzas y de la información extrajo varias conclusiones preliminares: que hay muy pocos ejemplares y que tienen una alta dificultad para construir sus nidos debido a varias razones: “en este momento muchas crían en edificaciones ocupadas por humanos porque las construcciones antiguas acaban sin tejado, y las estructuras nuevas no tienen cavidades en las que puedan nidificar. Encontrar lugares adecuados; oscuros y bien protegidos, es difícil”, concluye Pablo García.
Una pasión puede convertirse en un proyecto dinamizador para el rural
La idea que persigue Aliados al Lado es dinamizar el entorno concienciando sobre la valía de las especies autóctonas y la rápida desaparición que están sufriendo las mismas. Pablo García asegura que tanto el mochuelo, como el cernícalo y la lechuza son especies muy conocidas en la comunidad rural, pero que, sin embargo, están sufriendo un fuerte declive por varias razones, y una de ellas, quizás la más visible, es la falta de sitios adecuados para nidificar.
De esta necesidad, detectada durante la prueba piloto personal que lleva a cabo el biólogo en Belchite, surge la idea de poner en marcha un proyecto para ayudar a las aves a disponer de espacios seguros para la cría en aquella comarca. “Comenzamos a colocar cajas-nido fabricadas por nosotros mismos, pero es una labor que requiere de tiempo y de cierta inversión”, observa el biólogo, que cuenta con la ayuda de otros dos voluntarios, Javier Domínguez; ambientólogo que echa una mano con el trabajo de campo y la logística, y Teresa Valbuena; su actual pareja y la persona encargada de la divulgación del proyecto a través de las redes sociales y del contenido audiovisual.
Aprovechando la plataforma 'Made in Rural', estos voluntarios deciden presentar su idea, “para potenciar el proyecto y acercarnos a los profesionales del sector primario, que son vitales para conseguir el objetivo final”, confiesa Pablo García. Tras ganar la convocatoria, en diciembre de 2024, se pone por fin en marcha el proyecto que nace con el nombre de Aliados al Lado.
La puesta de gala de esta iniciativa contó con una charla en la que se explicó a los vecinos y vecinas de Belchite el objetivo del proyecto y el porqué de la necesidad del mismo. Además, se organizó una exposición fotográfica, y otra de rastros, “con fichas de cada especie y los materiales que no pueden digerir estas aves y que escupen para que la gente vea como se alimentan”, añade el biólogo. El evento finalizó con la invitación a los asistentes a construir de manera colaborativa varias cajas-nido para las rapaces, ya que, como explican sus promotores: “implicar a la población y dinamizar nuestros pueblos” es otro de los objetivos que persigue esta idea en la que se aúnan biodiversidad, sector primario y educación.
Un proyecto que nace para el rural hecho por el rural
Con la dotación de más de 2.000 euros para invertirlos antes de agosto de 2025, los tres voluntarios, con el biólogo Pablo García a la cabeza, están construyendo más cajas nido, pero también organizando actividades para hacer que la gente de la comarca “se sienta parte del proyecto”, explican. Hasta la fecha se han colocado seis cajas construidas por la comunidad en diferentes emplazamientos. Cuatro de ellas las ha fabricado el alumnado del colegio Belia de Belchite, y “este próximo viernes tenemos otro taller en el que esperamos construir varias más con el alumnado de otros cursos del colegio”, añade el biólogo.
No solo el centro educativo está colaborando, la idea también se está extendiendo a los municipios vecinos, y el sábado será la vecindad de Codo la que conozca la iniciativa Aliados al Lado. “Uno de los vecinos estuvo en la charla que hicimos en Belchite y le pareció tan interesante y tan didáctica que nos ha pedido que la llevemos a su pueblo”, explica García, que se siente satisfecho porque percibe que el objetivo de hacer conscientes a las personas de la necesidad de conservar y cuidar la biodiversidad de nuestro entorno está calando en ellos.
El proyecto intenta cubrir la falta concienciación por parte de la ciudadanía, pero, sobre todo, “la de comunicación entre sector primario y la conservación de la biodiversidad”, confiesan los promotores de Aliados al Lado, que creen firmemente en que los primeros (el sector primario), son el futuro del objetivo de los segundos (los ecologistas), y que de su entendimiento depende en gran medida la continuidad de algunas especies.
Por ello, y de manera simultánea a los talleres que están llevando a cabo con la población en general, los voluntarios han hecho sus primeras tomas de contacto con agricultores y ganaderos de la zona de Belchite para colocar las caja-nido sin coste en sus explotaciones, y explicarles para qué van a servir estás y por qué la presencia de aves rapaces como las que intentan ayudar les puede servir a controlar plagas de roedores e insectos en sus cultivos y ganado. Por el momento parece que la respuesta está siendo positiva, “les gusta que les tengan en cuenta y que haya gente que esté haciendo algo para dinamizar y mantener vivos los pueblos”, observa el biólogo.
Un abordaje multifocal para dar sentido a un objetivo
En los talleres, “los niños aprenden y están deseosos de poder trabajar con herramientas, de clavar tablas, de hacer una actividad manual”, observa Pablo, que confiesa que se ha dado cuenta de la necesidad que existe entre los más pequeños de volver a “jugar como lo hacíamos antes, con actividades que implique desarrollo a nivel cognitivo y de psicomotricidad”, añade.
El secreto del éxito de Aliados al Lado será “conseguir implicar a los vecinos y vecinas, para que lo sientan como algo suyo”, revelan los voluntarios. La iniciativa se presenta para unir tres áreas que sus promotores consideran “fundamentales para la dinamización y conservación del medio rural”, y estas son: Educación; a través del trabajo directo con la población en colegios y actividades abiertas a todas las edades, biodiversidad; trabajando en las poblaciones de aves haciendo un seguimiento de sus necesidades y dotándolas de espacios para aumentar el número de ejemplares, y sector primario; trabajando de la mano con los profesionales del campo para divulgar y tener en cuenta sus conocimientos, son las bases de este proyecto que están llevando a cabo tres voluntarios en Campo de Belchite.
Una vez que la financiación acabe, la intención de Pablo García es mantenerlo y ampliarlo, para “conseguir información valiosa para la conservación de estas especies en la zona”, asegura. Un estudio que puede ser revelador para el campo de las rapaces, por ejemplo, para el mochuelo europeo, ampliamente estudiado en hábitats húmedos como los de Centroeuropa, pero mucho menos en una zona árida como la de Campo de Belchite.
Precisamente esta aportación es la que va a llevar al biólogo, experto en ornitología a presentar los resultados preliminares de la investigación que ha llevado a cabo sobre la población del mochuelo europeo en la comarca de Belchite, en un congreso internacional que se celebra en Vic, Barcelona, el próximo mes de marzo.
Resultados preliminares sobre el estudio de campo el proyecto
Los voluntarios que están al frente de este proyecto que se ha puesto en marcha en la comarca Campo de Belchite, reconocen que los datos sobre estas especies en Aragón, son bastante desconocidos, “no hay mucha gente que trabaje con ellos y en los censos de la mayoría de cuadrículas de Aragón no se tiene suficiente información”, explica Pablo García.
Gracias a las primeras indagaciones puestas en marcha para conocer el estado de estas rapaces, han obtenido algunos datos a modo de preliminar sobre la población en su área de estudio. Por un lado, en el caso del mochuelo europeo: el 91% de los territorios que controlamos en la estepa de Belchite están asociados a infraestructuras antrópicas, la mayoría de ellas siendo antiguas construcciones agrícolas o ganaderas, muchas en ruinas.
En cuanto a la lechuza, “hemos detectado cerca de 30 lugares con presencia de la especie, todas ellas en construcciones abandonadas, hemos localizado unos siete territorios, pero únicamente hemos controlado dos nidos, ambas eran cajas nido colocadas por agricultores”, apunta el biólogo.
Los cernícalos vulgares, también en la estepa Belchite, son la tercera especie observada, en este caso han controlado 14 territorios, 12 de ellos en infraestructuras agrícolas o ganaderas antiguas, el resto en pequeños barrancos. “10 de los 14 nidos, el 70%, fueron exitosos, y el 15 % de ellos fueron depredados. ”Estos datos nos hace sacar algunas conclusiones“, apunta Pablo Gracia, por un lado, y como más importante, ”hemos observado la gran importancia de estas construcciones antiguas en la biodiversidad de los hábitats esteparios como el de Belchite, donde hay ausencia de arbolado y donde estas construcciones suponen los únicos lugares de refugio y cría para estas tres especies tan vitales para el ecosistema“, añade.
Otra de las conclusiones a las que ha llegado el biólogo es que las infraestructuras se degradan cada vez más, “muchas de ellas quedan en ruinas y con ellas desaparecen los lugares adecuados para que estas aves puedan nidificar y sacar adelante a su prole”, comenta. En este sentido, el caso más grave es el de la lechuza, ya que requieren de lugares oscuros para refugiarse y modificar y son menos plásticas a la hora de elegir estos lugares, a diferencia de los cernícalos que no tienen problema en usar ligeras repisas para criar.
La colocación de cajas nido “está aportando soluciones a muchos de estos problemas”, asegura el biólogo, puesto que ayudan a aumentar la disponibilidad de refugios adecuados y mucho más seguros que otros posibles nidos, “más a mano de depredadores”, confiesa. Además, las cajas nido permiten a este equipo realizar un seguimiento mucho más preciso de las especies, debido a que, en muchas ocasiones, resulta complicado localizar los nidos.
La revisión y seguimiento de las cajas nido está brindando la oportunidad de monitorizar la reproducción de estas rapaces, “aportando información muy valiosa sobre el estado de las poblaciones, y, por lo tanto, de nuestros ecosistemas”, asegura Pablo García, que defiende que, además, “establecer y mantener estas aves en nuestros campos, ayudarán a mantener unas mejores cosechas, manteniendo a raya a muchas plagas”.
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