Canarias deja caer su cultivo alimentario estrella: la papa ‘del país’
![Recogida de papas en Canarias.](https://static.eldiario.es/clip/d7938cc8-6201-44e9-8be9-70f5b813f125_16-9-discover-aspect-ratio_default_0.jpg)
La papa del país, que es el tubérculo que se produce en las islas (tanto las variedades blancas, las más consumidas y de precios más bajos, como las de color) y uno de los alimentos estrella en la dieta canaria, hace tiempo que inició un proceso no muy veloz, pero sí continuo, de retirada del mercado local, una involución estructural que tiene como origen múltiples factores, uno de ellos, y quizá el más importante, la competencia feroz de la papa que se importa del resto de Europa, sobre todo de Reino Unido, y en los últimos años también de países africanos, la nueva moda, como Egipto e Israel. Esta dinámica, que se está comiendo la papa del país trocito a trocito, no hay quien la frene en las islas, por lo que se ve y tal y como muestran los registros oficiales servidos por el Instituto Canario de Estadística (Istac).
Canarias ha dejado de la mano de dios su cultivo más emblemático en lo que responde a las producciones agrícolas destinadas al consumo del mercado interior. Algo similar ya había ocurrido con otros productos y labores de producción vegetal. Un caso, aunque con enfoque comercial distinto, es el tomate de exportación, que ya es la nada: ha pasado a mejor vida. A esa crisis terminal ahora se une la situación delicada, de pérdida de renta continua, del que sigue siendo el cultivo más importante en Canarias: el plátano.
En los últimos diez años, el panorama no puede ser más descorazonador para la papa local. Si en 2013 Canarias cultivó 5.287 hectáreas de papa, casi todas a partir de semillas importadas con ayudas del Régimen Específico de Abastecimiento (el REA, dentro del programa Posei), lo que habla de la dependencia exterior de este cultivo tan de las islas, solo un decenio después esa extensión agrícola se redujo hasta las 3.555 hectáreas. El palo recibido por el campo canario, sobre todo en el paisaje de las medianías, significa perder el 37% de la extensión de las parcelas que en 2013, diez años antes, tenían como uso principal la plantación de papas.
Ese abandono sin descanso del cultivo, que casi no se aprecia en el día a día pero es continuo y demoledor en las islas, está motivado por múltiples factores: baja rentabilidad y pocas garantías de cubrir costes, pese a disponer de ayudas directas en el programa Posei; competencia extrema de la importación; estructura elevada de costes y concentración de la recolección a finales de la primavera y verano; deficiente concentración de la oferta y mala comercialización; falta de relevo generacional, y escasos avances en la identificación-diferenciación del producto local en los mercados finales. Hay más, pero estos son los centrales, y no pocos.
Como consecuencia de esa sangría, la papa del país sigue en caída libre, que es lo que trasladan las estadísticas oficiales un paseo detenido por el campo de las islas, sobre todo por las zonas tradicionales de cultivo en secano, en las vertientes septentrionales de islas como Tenerife, Gran Canaria y La Palma. Estas eran el granero de la papa, pero esa condición ya casi la sostiene, y con muchas muletas, la isla de Tenerife, en las otras dos, la caída es aún más libre.
En el periodo de análisis, el decenio 2013-2023, Gran Canaria pierde la escalofriante extensión de más 1.000 hectáreas de cultivo, pues pasa de las 1.727 de 2013 a las 668 de 2023, el último registro publicado por el Istac. Es la caída relativa más acusada en Canarias, algo que también se aprecia en islas como La Palma, Lanzarote y La Gomera.
En El Hierro y Fuerteventura, espacios con bajo impacto en el total regional, como también lo son las islas de Lanzarote y La Gomera, la extensión destinada al cultivo aguanta el tipo en ese mismo intervalo. Y, como se ha señalado, la tendencia no es aún más grave gracias a que Tenerife, que también se va derritiendo, no sufre el mismo leñazo que Gran Canaria. Tenerife, la isla más productora de Canarias, aminora su superficie para cultivo de la papa de las 2.711 hectáreas que tenía en 2013 a las 2.257 de 2023, con una pérdida de superficie de uso agrícola para ese producto de más de 500 hectáreas, que tampoco está nada mal.
Pese al encogimiento de la manta que abriga el cultivo, con el abandono en diez años del 37% de la superficie cultivada en las islas (lo que produce gran impacto paisajístico en las medianías norteñas, donde el cultivo no es fácilmente reemplazable y siempre ha estado más asentado), la producción recolectada entre los extremos 2013 y 2023, algo muy dependiente de factores meteorológicos y otros, como el impacto de plagas y demás problemas de sanidad vegetal, se ha reducido el 25%, de los 105 millones de kilos recolectados de papa del país en 2013 a los 78 millones de 2023, siempre según cifras servidas por el Istac.
Este último dibujo tiene que ver; o sea, la caída menos pronunciada de la oferta en el decenio de análisis, con el aumento de la superficie en cultivo que tiene regadío, motivado por la actividad agrícola reubicada en zonas más bajas y con agua, a lo que se une la mayor productividad de nuevas variedades, entre otros factores. Lo que sí queda claro es que con la destrucción tan acelerada de la superficie de cultivo de la papa que se da en Canarias es imposible no percibir efecto negativo en la oferta de ese tubérculo, por mucho que se mejore la productividad. Estos diez años (2013-2023) representan un ejemplo de ese triste fenómeno.
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